Vie 09.01.2004

EL PAíS  › EL GOBIERNO NORTEAMERICANO RESPALDO LOS DICHOS DE NORIEGA

Colin Powell no trajo good news

El canciller norteamericano apoyó a su subsecretario hemisférico y dijo que seguirá hablando del asunto con Bielsa el lunes, en Monterrey. El jefe de Gabinete argentino, en tanto, sostuvo que, hasta ahora, no hay motivos para cambiar la posición abstencionista respecto de Cuba.

› Por Fernando Cibeira

Si el Gobierno esperaba una ratificación de la Casa Blanca sobre las controvertidas declaraciones del subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, ayer la tuvo. El secretario de Estado, Colin Powell, subrayó que el martes pasado “Roger Noriega estaba hablando clara y directamente y sé que eso molestó a algunos de los líderes argentinos y espero ver al canciller Bielsa y discutir esto con él el lunes en Monterrey”. Powell acompañó el aval con la habitual diatriba anticastrista que caracteriza a los funcionarios de la administración Bush. Del lado argentino, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, adelantó que hasta ahora “no hay ningún motivo” para que el gobierno de Kirchner cambie su posición abstencionista cuando en abril se trate en la ONU la situación de los derechos humanos en Cuba. En síntesis, se confirma que el encuentro del martes 13 entre Kirchner y Bush no cuenta con los mejores auspicios.
El miércoles a la noche, cuando los cables de noticias repetían el “ganamos por nocaut” con el que Kirchner había bromeado respecto a la reunión que mantendrá con Bush, un alto funcionario de la Rosada respondía que lo que Argentina todavía esperaba era una declaración oficial de los Estados Unidos avalando la dirección de los dichos de Noriega.
En la Rosada existía la presunción de que Noriega –un cubano disidente– había hablado de más y que cuando se dio cuenta de lo que dijo intentó echarse atrás. Pensaban que la Casa Blanca no sostendría sus críticas. El encargado de Bush para América latina había cuestionado a la gestión Kirchner por su política hacia Fidel y dijo estar puntualmente decepcionado con Bielsa porque cuando fue a La Habana no recibió a los cubanos disidentes que le solicitaron una entrevista.
En la rueda de prensa que ofreció ayer, Powell no dejó lugar a dudas en cuenta a su apoyo a Noriega y su condena a Cuba. “He ocupado altos cargos de seguridad nacional durante 17 años y durante este período Cuba ha estado tratando de hacer todo lo que puede para desestabilizar a partes de la región”, sostuvo el secretario de Estado. Y agregó: “Noriega estaba diciendo las cosas como son y nos incumbe a aquellos de nosotros en el hemisferio que estamos comprometidos con la comunidad de las democracias. Hablar claro cuando una nación del hemisferio niega la libertad a su pueblo y cuando la gente expresa sus opiniones termina en la cárcel”.
Con las declaraciones de Powell sobre su escritorio, el mismo funcionario que la noche anterior reclamaba una confirmación, ayer lucía abatido. “Definitivamente, no es bueno. Hubiéramos preferido que no lo hicieran”, reconocía. No obstante, persistía en la defensa de la posición argentina. “Seguimos creyendo que lo que dijo Noriega fue un error, tenemos derecho a mantener una política exterior independiente. Lo menos que podemos exigir es que respeten nuestras posiciones”, agregaba.
Con los diplomáticos norteamericanos manteniendo las críticas y los funcionarios argentinos sintiéndose agredidos, el conflicto quedó instalado. Ahora es casi imposible que el capítulo Cuba no ocupe una buena porción de minutos en los contactos bilaterales que mantendrán en Monterrey, México, donde el lunes y el martes próximo se llevará a cabo la Cumbre de las Américas.
En Gobierno consideraban probable que la postura argentina hacia la isla sea tratada en el encuentro del lunes entre Powell y Bielsa. Con lo que, al otro día, Bush y Kirchner podrían dedicarse a distender el conflicto. En Cancillería insisten en que la agenda del encuentro presidencial concertada por Bielsa y el embajador de Estados Unidos, Lino Gutiérrez, no figura Cuba ni como hipótesis.
Puesto a analizar los próximos pasos en materia de política exterior, Alberto Fernández adelantó que hasta ahora no existen motivos para que Argentina varíe su postura sobre Cuba en la ONU. Luego de varios años de condena –que abarcaron las relaciones carnales menemistas y la lamebotas de De la Rúa–, en abril pasado, Eduardo Duhalde, después de consultar a Kirchner, por entonces su candidato presidencial, varió por la abstención. También normalizó las relaciones con la isla al reponer al embajador en La Habana, ciclo que se completó con la visita de Bielsa a la isla, entrevista con Fidel incluida. Allí quedó abierta la posibilidad de que Kirchner vuele a Cuba en febrero, pero la visita no está confirmada.
El ciclo entero de rápida recomposición parece haber enojado al gobierno de Bush, quien comenzó a tomar medidas pensando en la campaña electoral para su reelección. Dictó una ley de migración con un guiño hacia el electorado hispano mientras sus funcionarios hacen declaraciones para ganarse las simpatías de los anticastristas de Miami.

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