“Estamos seguros del camino elegido, éste es un camino que no tiene retorno; no es otro que el que nos señalan los próceres que nos fundaron.” Frente a novecientos oficiales y unos tres mil suboficiales, en la base de Puerto Belgrano, centro neurálgico de la Armada, el almirante Jorge Godoy dedicó el discurso de inicio oficial del Año Naval a persuadir a sus subordinados de que su autocrítica sobre el terrorismo de Estado, lanzada el pasado 3 de marzo, no tiene “retorno”. Acompañado por todo el almirantazgo y la plana mayor del Ministerio de Defensa, Godoy ratificó el traslado de los institutos que funcionan en la ESMA para que allí se instale el Museo de la Memoria. El silencio fue la respuesta formal a sus palabras en el campo de deportes de la base militar. Fueron algunos de los supuestos periodistas de Punta Alta los que se encargaron de transmitirle a Godoy el mar de fondo que perturba a la zona a dos días de un nuevo aniversario del último golpe militar. Y, esta vez, uno de los actos de memoria y repudio se realizará frente a la ESMA con la presencia del propio presidente Néstor Kirchner.
–¿Qué opina sobre las pintadas que aparecieron en el cementerio y lo califican de “traidor”? –le preguntaron.
–No me considero un traidor, sino más bien una persona honorable, una persona de bien, como son cada uno de los integrantes de la Armada, de los que estoy orgulloso, de hombres y mujeres de nuestra Marina, tanto civiles como militares –respondió el almirante.
“Mi presencia es absolutamente un hecho político de respaldo a Godoy porque el almirante ha hecho sin duda un mensaje muy fuerte a la sociedad”, destacó el ministro de Defensa, José Pampuro. Se refería al discurso en el que el jefe de la fuerza reconoció que la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) fue utilizada “para la ejecución de hechos calificados como aberrantes y agraviantes a la dignidad humana, la ética y la ley, para acabar convirtiéndose en un símbolo de barbarie e irracionalidad”.
Tres días después de la histórica recorrida del Presidente por la ESMA, acompañado por los sobrevivientes de ese campo de concentración, Godoy dijo que “hoy, frente a la necesidad de que algunos de nuestros institutos trasladen su sede, quienes en ellos aprenden y enseñan deben continuar, sin distracciones, con el mismo empeño sus tareas. La esencia no está en las infraestructuras, sino en los modelos educativos y en quienes los desenvuelven”. Mañana Kirchner y el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, firmarán el acuerdo para transformar la ESMA en Museo de la Memoria pero la concreción no será inminente. “Los traslados habrán de efectuarse en los tiempos adecuados”, se comprometió Godoy.
Durante veinticinco minutos, Godoy leyó su discurso sin apartarse una palabra del texto. Apeló en reiteradas ocasiones a la necesidad de “cohesión institucional”, a la “responsabilidad que recae sobre los mandos”, a que “no es tiempo de tibios ni de espectadores”. “No albergo duda alguna en que los hombres y mujeres de esta Armada, hoy –como ayer y como siempre– sabrán una vez más, codo a codo, cerrar filas y, más allá de los lógicos y necesarios disensos, estar –como nudo marinero, más apretados cuanto más se tire de él–, encolumnados tras los superiores objetivos”, repitió el almirante en obvia alusión a conjurar toda crítica a su autocrítica.
Godoy que estuvo acompañado por dieciséis almirantes –sólo faltaron el director de Operaciones, Enrique Martínez, quien está de viaje en Brasil, y el director de Personal, Enrique Olmedo, quien quedó en Buenos Aires al mando del arma– se dedicó también a detallar los proyectos de la Armada como la construcción de patrulleros de alta mar, de una corbeta, de embarcaciones rápidas y la reparación de dos submarinos; destacó los acuerdos marcos con gobiernos provinciales para mejorar la infraestructura, la participación en misiones de paz y la labor en la Antártida, entre otras misiones.
El discurso terminó y la oficialidad esperaba en silencio el clásico saludo “Personal de la Armada: subordinación y valor”, pero al almirante se le trabó el sable. Godoy se quedó con el amague frustrado porque no podía desenvainar el sable hasta que le golpeó la empuñadura y gambeteó el blooper. Después se abrazó con Pampuro y empezó el desfile.
“Con el corte que hizo Kirchner, la mayoría tenemos cuarenta y pico, estábamos en el secundario...no vivimos eso”, repetía un capitán decidido a cerrar el horror del pasado y a mostrar que el cambio generacional existe. Un horror que, como lo demuestra el derrotero de estos veinte años de democracia, sólo puede cicatrizar con justicia.
En Punta Alta, no hubo marinos retirados. El 3 de marzo, un grupo de quienes tuvieron directa participación en el plan criminal montado desde la cúpula de la dictadura habían abandonado el acto en homenaje a Guillermo Brown apenas escucharon la autocrítica de Godoy. Ayer, esa actitud quedó relegada en público a las preguntas de un supuesto cronista local que, además, ostentaba un grabador con el logo de la Mega, la FM de Radio 10.
–¿Cómo cree que cayeron sus palabras entre los hombres que lucharon contra la subversión? –lo increpó.
–La interpretación está en cada una de las personas. He dicho en el discurso que el disenso es aceptado, pero el discurso del 3 de marzo va mucho más allá de la Escuela (ESMA): es una posición de la Armada –insistió Godoy.
Para que en esa “posición de la Armada” no aparezcan fisuras, todos los almirantes y la cúpula de Defensa se quedaron deliberando Puerto Belgrano. El avión regresó a la ciudad de Buenos Aires sólo con los periodistas.