Vie 02.04.2004

EL PAíS  › PAGINA/12 RECORRIO EL LUGAR DONDE TENIAN A AXEL

“Metele palo”, sonó la orden

La calle Goya al 1400, en el barrio Santa Paula, del partido de Moreno, es de tierra. En una de las tres precarias viviendas, casi en la esquina, estuvo secuestrado Axel Blumberg. En el frente funcionaba un kiosco y más atrás, separada por un pozo ciego destapado, lleno de agua verde, está la casa de dos habitaciones –ahora vacías– separadas por un baño, con un olor nauseabundo, donde mantuvieron cautivo a Axel. Allí vivía una mujer conocida como “La Pelirroja”, con su pareja. En el kiosco vivía un matrimonio con tres hijos de entre 5 y 12 años. Ahora sólo queda allí un armario, unos cajones y un par de zapatillas negras olvidadas en una de sus tres habitaciones. La tercera vivienda, al fondo del terreno, no había sido ocupada. A la propiedad se puede acceder desde Goya, por enfrente, o por Einstein, la calle de atrás, que da a la granja de Elena Azucena “La Turca” Barroca, dueña de la propiedad donde mantuvieron secuestrado a Axel y una de las detenidas en la causa.
“Un vecino llamó a la policía y les dijo que había un muchacho al que le estaban pegando pero, como no quiso decir su nombre, en la comisaría le dijeron que se meta en la casa”, contó una vecina. La mujer confirmó que esa madrugada del 23 de marzo pasado, muchos vecinos le dijeron que el muchacho se había escapado de la precaria casa donde estuvo cautivo “pero lo agarraron, le pegaron y luego se escuchó un tiro”.
“Metele palo, metele palo”, fue la orden, de una voz masculina, que escuchó, a las 2.30 del 23 de marzo, otra vecina del fondo de la vivienda de Goya 1408. “Intenté ver por la cerradura de la puerta, pero no vi nada. Luego escuché cuatro portazos de autos y los ladridos de los perros no me dejaron escuchar nada más. Al día siguiente no había música, no había ruidos, no había nadie”, relató a Página/12 la mujer.
Mientras este diario entrevistaba a la vecina, un hombre de civil, que dijo pertenecer a “un organismo oficial”, pidió permiso para hacerle unas preguntas en privado. El hombre, canoso, grandote, de chomba oscura y jean, le mostró varias fotos: “Esta es la pelirroja, éste es el que estaba con la pelirroja”, reconocía la mujer. El hombre se alejó y subió a un Renault Megane blanco, con transmisor de radio, y un chofer calvo, que maniobró con certeza la estrecha calle Einstein que da al fondo de la casa donde mantuvieron en cautiverio a Axel.
La testigo comentó a este diario que el hombre dijo ser “de Presidencia” y le preguntó si reconocía a las personas que aparecían en las fotos. Además contó que “una nena que vive enfrente de la casa, y que jugaba con los chicos del matrimonio de la casa de adelante, entró a la vivienda de la pelirroja y vio a un joven atado, pero la sacaron de inmediato”. “Yo me enteré porque ella se lo contó a mis hijas”, relató.
A la vivienda llegaba todos los días por la tarde un auto “gris con vidrios polarizados, conducido por un hombre gordo, de pelo corto y de anteojos oscuros y se iba por la madrugada”, coincidieron los vecinos. “Ese era el que daba las órdenes y se enojaba”, señaló una mujer.
Al fondo de la propiedad, que termina en un terreno baldío, sobre la calle Einstein, todos los días por la tarde llegaba un auto blanco con el logo “de un leoncito”, conducido por un “hombre joven con pelo teñido de amarillo”, según los testigos, y “se iba por la mañana temprano”.
Una de las mujeres sostuvo que “la paraguaya de la esquina –otra vecina– vio a Axel cuando escapaba, justo cuando fue capturado”. Pero cuando Página/12 consultó a esa vecina si había visto algo, lo negó, algo nerviosa y con los ojos llorosos. Minutos antes, el Megane blanco había pasado por esa esquina.

Informe: Silvia Marchant.

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