EL PAíS
Los pases a retiro de la policía, una forma de manejar la interna
Antes de renunciar, Rivara firmó el retiro de 228 oficiales con 30 o más años de servicio. El listado despertó fuertes peleas y presiones. Y salió ganando el poderoso Claudio Smith.
Por Horacio Cecchi
Finalmente, la anunciada lista de retiros de oficiales de la Bonaerense con 30 años cumplidos de servicio es un hecho. Fue oficializada el último día de marzo como último gesto del renunciante Raúl Rivara. Pero la Bonaerense es Alicia y su territorio el país de las maravillas: la lista no es la que se diseñó en un principio y tampoco los motivos son los alegados 30 años, al menos en todos los casos. No todos los que pasaron las tres décadas de servicio quedaron fuera, y muchos de los que sí fueron jubilados estaban enfrentados a una línea que perdura milagrosamente: la del polémico Claudio Smith. Entre los retirados hay casos curiosos, como el del comisario inspector Adolfo Biardo. Biardo dirigió el operativo que derivó en la masacre de Villa Ramallo. Fue procesado y quedó en disponibilidad. Lo curioso es que al ser incorporado en la lista de los 30 años, Biardo figuraba en funciones en Morón. Una mano milagrosa le había levantado la disponibilidad, pese a estar procesado por homicidio culposo e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
La lista original era de 269 oficiales. Página/12 la anticipó, desglosada por jerarquías, antes de que fuera oficializada. Un día antes, el jueves 25, el jefe virtual de la Bonaerense, Eduardo Colaci, se había reunido con el jefe de la Dirección Orden del Día (una especie de Boletín Oficial de la Bonaerense) para controlar nombre a nombre los integrantes de la lista a retirar. “Lo hizo para evitar cualquier cambio entre gallos y medianoche”, confió un comisario platense a este diario. El viernes 26 de marzo era la fecha para publicarla, pero los decibeles del escándalo del caso Blumberg postergaron la decisión hasta que el huracán amainara. “Pero antes de decidir publicarla, la lista había sumado nombres –agregó el comisario–. Hubo un momento en que eran 286, pero después se redujo.”
El 31 de marzo, en la Orden del Día 27/04 fueron publicados los retiros obligatorios. “Unos días antes, en los pasillos del Ministerio de Seguridad hacían fila para tocar pito y hacer lobby”, describió la misma fuente. El resultado: no fueron los 269 originales, ni los 286 posteriores, sino 228. Están divididos por jerarquías y rama. En la decisiva área de Seguridad e Investigaciones fueron retirados 130 oficiales con 30 o más años cumplidos. De los 130, hay 9 comisarios mayores, 59 comisarios inspectores, 56 comisarios, 5 subcomisarios y 1 oficial principal.
Las cifras en sí no dicen nada. Pero si se analizan los nombres empiezan a surgir sospechas de que no se trató de un simple retiro jubilatorio y empiezan a brillar las luces de una purga encubierta. La enorme mayoría de los retirados no eran de interés para la cúpula. Son los que cumplieron los 30 años y añoran el retiro para dedicarse en su mayor parte a la vaca atada de la jubilación policial: el rubro de la vigilancia privada, más tranquila, con menos sinsabores y mejor paga.
El análisis de esos nombres deberá confrontarse con otros casos, con 30 o más años cumplidos, que curiosamente no aparecieron en el listado jubilatorio. No está fuera de las normas que un funcionario policial sea mantenido en el puesto pasado el momento de retiro. Forma parte de las facultades discrecionales de las autoridades, señaladas en la Ley Orgánica de la Bonaerense. Lo interesante es saber por qué se han decidido por unos y por otros no. Se da el caso del jefe de la Departamental Lomas de Zamora, Soto, que lleva 32 años y no fue incluido. Llegó al cargo de la mano de Claudio Smith, representante de la línea dura, la que deriva del poder del fallecido Polaco Klodszyck, otrora capanga máximo de La Maldita.
En cambio, sí aparecen en el listado de retiros el comisario mayor Héctor Espinoza y los comisarios inspectores Teodosio De Bonis y José María Gerez. Espinoza fue el último jefe de la Departamental Morón. De Bonis era jefe de la Departamental Trenque Lauquen y había sido segundo de Espinoza en Morón. También había sido segundo del procesado ex jefe de jefes Alberto Sobrado, cuando éste era jefe en Morón. Gerez era jefe de turno de Morón. Los tres eran de la línea Sobrado y como tales, cuando cayó Sobrado pasaron a disponibilidad. ¿Desde cuándo? Desde que se les ocurrió cuestionar el sistema de las famosas cuadrículas, que era conducido por el ex jefe de Operaciones Estratégicas Claudio Smith.
Otro caso es el de Carlos Chamorro, segundo de la Departamental La Matanza, retirado con 30 años, aunque el jefe de la misma jurisdicción, Savoy, tiene 32 de servicio.
Entre los retirados más conocidos figuran Roberto Iglesias, padre del chico asesinado en el caso Chiaradía-Iglesias, en Bahía Blanca. Otro es el Negro Víctor Herrera, con último destino a la cabeza de la DDI de Dolores. El Negro Herrera es hombre del Chorizo Rodríguez, participó en la masacre de Andreani y fue procesado y llegó a quedar detenido en esa causa.
También fue retirado Basilio Barchuk, detenido en su casa de Aldo Bonzi el 31 por la noche, acusado de enriquecimiento ilícito. Horas antes, aparecía su nombre en la lista de retiros. Pero el caso del comisario inspector Adolfo Biardo, con funciones como jefe de turno en Morón, da indicios de cómo funciona el país de las maravillas. Biardo era jefe de la Departamental-Zárate Campana cuando se desató el caso Villa Ramallo. Como jefe máximo del operativo, fue procesado por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Asuntos Internos lo sumarió y lo pasó a disponibilidad. En noviembre pasado, el juez del caso Ramallo, Carlos Villafuerte Ruzo, le agregó el procesamiento por homicidio culposo. Pese a todo, una mano milagrosa le levantó la disponibilidad. Biardo se retiró con 30 años cumplidos y una foja de servicios intachable.
Otra mano milagrosa, pero un poco más caliente intervino ayer en el incendio de la casa de una comisaria platense que trabaja en Asuntos Internos y que investiga casos de corrupción de altos jefes. La mujer no se llama Alicia, pero está en el país de las maravillas.