Vie 23.04.2004

EL PAíS  › LA MARCHA DE BLUMBERG EN EL PALACIO
DE JUSTICIA CONVOCO UNA NUEVA MULTITUD

“El control ciudadano es la esperanza”

El padre de Axel reunió una multitud frente a los Tribunales para reclamar una mayor eficiencia en la Justicia. Presentó un nuevo petitorio y criticó a los diputados. Luego se reunió con Belluscio y Vázquez, dos ministros de la Corte Suprema. Otra vez la mayoría fue clase media. Y hubo piqueteros de Castells.

› Por Horacio Cecchi

Con diferente escenario, antes frente al Congreso, ayer en los Tribunales, Juan Blumberg volvió a movilizar una multitud en la anunciada marcha en reclamo de Justicia. La concentración fue notoriamente menor a la realizada el 1º de abril. Los organizadores calcularon 90 mil personas. Al finalizar, la policía dio dos cifras: primero dijo 32 mil personas; después, 55 mil. Fue una vez más un acto de expresión de la clase media, aunque una importante columna de piqueteros engrosó la marcha. Desde la escalinata de los Tribunales, de frente a la multitud, Blumberg enumeró los puntos del petitorio que presentó durante el acto a la Corte Suprema y el Consejo de la Magistratura. Varios de ellos coinciden con las reformas anunciadas por el Gobierno el lunes pasado.
Si se compara con cualquier convocatoria, la de Blumberg mantiene una capacidad impactante. Una multitud cubrió la plaza Lavalle frente al Palacio de Justicia. Pero en comparación con la primera marcha, el 1º de abril ante el Congreso, fue de menores dimensiones. La plaza estaba cubierta hasta la mitad y los manifestantes no formaban una verdadera pared humana como ocurrió en aquella ocasión.
En los días previos a la marcha podrían encontrarse algunas explicaciones a la deserción. El Gobierno había anunciado el lunes una parte de los reclamos ya expresados por Blumberg en su primera marcha, especialmente aquellos que tienen que ver con la reforma judicial. El propio Blumberg sostuvo durante una conferencia de prensa posterior al acto que “buena parte de las medidas tomadas por el Gobierno eran las que pedimos nosotros en la primera marcha” (ver aparte). Además, la participación de algunas organizaciones piqueteras (pese a que se habían acogido a las consignas) no fue aceptada en forma unánime. Después del acto, el propio Blumberg asumió en conferencia de prensa que “sin dudas, los piqueteros nos restaron gente, se dijeron muchas cosas y la gente tuvo miedo”.
Lo cierto es que el acto se inició formalmente a las 19 en punto, cuando el locutor pidió disculpas por la demora ya que se aguardaban “las columnas que vienen por Córdoba y también por Corrientes”. Quince minutos después, Blumberg se presentaba ante la multitud, en las escalinatas de los Tribunales, para abrir el acto: “Les tengo que pedir perdón –dijo– que empezamos quince minutos tarde. Nos informaban que mucha gente estaba llegando tarde y teníamos miedo que en el apuro se pudieran lastimar”.
Después, el rabino Sergio Bergman (de la Congregación Israelita de la República Argentina), el pastor Roberto Prieto (del Consejo Nacional Cristiano Evangélico) y el padre Francesco Valarini (representante del Consejo Episcopal en las Relaciones con el Islam y otras religiones) hicieron oraciones. “Que podamos pedir a quienes nos gobiernan que sirvan al pueblo y no que se sirvan de él”, dijo Bergman desatando aplausos. “Dios está con nosotros –cerró su oración–. Necesitamos que las instituciones argentinas también lo estén.”
Prieto reclamó que “aquellos que un día juraron servir a nuestra patria sobre los Santos Evangelios y que de no hacerlo Dios y la Patria nos lo demanden, que sepan que hoy es ese día. Dios y la Patria se lo están demandando”. También pidió que “los sindicalistas defiendan los derechos de los trabajadores más allá de sus intereses personales”, provocando otra oleada de aplausos.
“Estamos elevando esta propuesta a nuestra Corte Suprema y al Consejo de la Magistratura”, anunció Blumberg. La multitud respondió silbando a las dos instituciones. “No, por favor, no –pidió haciendo gala de su aprendizaje como orador–. Tenemos que luchar todos unidos. No venimos a reclamar, venimos a hacer propuestas”, y comenzó a dar el detalle del petitorio que momentos después entregaría a la Corte y el Consejo.
Entre los puntos del petitorio, Blumberg reclamó que se declare la emergencia judicial, que se destinen recursos económicos, tecnológicos y humanos “para solucionar la morosidad de las causas”, y explicó: “Si la Justicia se expide tarde, no es Justicia”, sostuvo entre aplausos.
Insistió con la ampliación de los horarios de trabajo en la esfera judicial, que volvió a encontrar eco entre buena parte de los manifestantes. “Que trabajen mañana y tarde, como mínimo ocho horas”, dijo mientras la gente gritaba “¡Que trabajen, que trabajen!” y Blumberg respondía “van a trabajar”.
Pidió que se realizara una estadística pública donde se sepa “cuántos expedientes hace cada juzgado, cuántos no”. También aclaró que “hay jueces buenos”, pidió protección para ellos y su núcleo familiar. Pidió que se cubrieran los cargos en los juzgados vacantes, insistió con el juicio por jurados “para casos aberrantes como muerte, secuestro y violación, además de los ilícitos de empleados públicos. Que el pueblo mismo los juzgue”, dijo, volviendo a desatar los aplausos. “El control de los ciudadanos es nuestra única esperanza.”
A esa altura, resultaba obvio que los aplausos arrancados a la multitud respondían como crítica sanguínea y emotiva a las instituciones, a la idea de corrupción o desidia judicial, un eco del sentido común que habla en la calle, sin detenerse en la complejidad de esos problemas y de sus resoluciones.
“En el Senado están marchando bien, pero en la Cámara de Diputados...”, agregó Blumberg en tono crítico e inmediatamente interrumpido por gritos y chiflidos. “No, no, por favor –intervino, exactamente igual que como lo había hecho en el primer acto–. Vamos a tener la oportunidad de cambiarlos con el voto. ¡Basta de las listas sábana!”, gritó y otra vez el aplauso que le daba soporte. “Tenemos que esperar algunos días, me entienden, en la Comisión de Legislación Penal (de Diputados) se reúnen los martes. El día que yo asistí llegaron 40 minutos tarde. Y de los 18 que la integran sólo concurrieron 12.”
Inmediatamente aprovechó para instalar el polémico tema de la baja de la imputabilidad de los menores. El Gobierno ya había incorporado el tema dentro del plan anunciado el lunes, aunque integrado a un sistema penal diferenciado de los mayores. Blumberg volvió a insistir simplificando el tema a la edad: “Esos menores son los que están matando a nuestros hijos. Que cumplan las penas como tienen los mayores. Hay padres degenerados que hacen delinquir a esos chicos y se hacen asesinos. Por eso pedimos bajar la edad de imputabilidad”.
También tuvo un parrafito para el fiscal Jorge Sica, apartado de la investigación por el secuestro y asesinato de Axel. Blumberg denunció al resto de los fiscales que salió en apoyo de Sica. “Actúan como corporación”, dijo. Luego entró al Palacio para entregar el petitorio. Fue recibido por Augusto Belluscio y Adolfo Vázquez, miembros de la Corte. Durante la reunión, los magistrados señalaron que el Poder Judicial carece de atribuciones para aumentar las partidas presupuestarias. También le explicaron que la creación de un sistema procesal penal común a todas las regiones del país es tarea del Congreso. Pero aceptaron analizar otros reclamos, como la ampliación a ocho horas de la jornada judicial, la difusión de estadísticas sobre causas en trámite y de las declaraciones patrimoniales de los jueces. Blumberg también fue recibido por el camarista civil Claudio Kipper, vicepresidente del Consejo de la Magistratura, quien le aseguró que el organismo “está dispuesto a colaborar” con las iniciativas, pero aclaró que demandas como los juicios por jurados no son competencia del Consejo. Además, Kipper indicó que el organismo elevó al Poder Ejecutivo 60 ternas de aspirantes a jueces para cubrir vacantes en Tribunales, y que ahora la decisión es un resorte presidencial.
Después, Blumberg volvió con la multitud, dijo “¡Viva la patria!” y pidió que todos volvieran “a casa en calma”, en alusión obvia a los piqueteros, que sin casa y sin trabajo, marcharon a la Plaza.

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