EL PAíS › REPORTAJE A FELIPE SOLA, GOBERNADOR BONAERENSE
“El duhaldismo no tiene territorio”
¿Por qué quiere formar una corriente propia? ¿Tiene fuerza para hacerlo?¿O Felipe Solá simplemente quiere acomodarse en su sitio de gobernador para negociar después con Kirchner? De viaje con Kirchner en China, Solá habla de todo lo que quiere para ser un gobernador con poder hasta último momento.
Por Martín Granovsky
Página/12
en China
Desde Beijing
–¿Qué es el felipismo, al menos en la Argentina?
–En la Puna de Atacama, nada. Y en la Capital Federal, tampoco. En la provincia de Buenos Aires hay una corriente de peronistas bonaerenses que necesita reorganizarse frente a los próximos tres años, incluidas las elecciones del 2005. Las incertidumbres del momento pueden marcar una época distinta.
–¿Por qué incertidumbre? Suena a desastre.
–No. Incertidumbre puede ser el prólogo del desastre o de una época nueva. Eso depende de nosotros. Si se concreta el enfrentamiento entre Duhalde y Kirchner en un choque electoral, habrá un reposicionamiento de dirigentes que tiene que ser liderado por alguien. Alguien que viniendo de varios años de acompañamiento del duhaldismo, respete lo nuevo. Esto se acelera más a medida que haya más escalada verbal. Son escaramuzas, pero algo quieren decir.
–¿Se amortiguará?
–No sé. En política todos decimos que no queremos que algunas cosas ocurran, pero las cosas son como son.
–¿Usted no quiere que ocurran?
–No, yo no quiero que ocurran. Primero, porque soy gobernador. Segundo, porque no creo que en la Argentina en este momento haya una vocación de bancar un enfrentamiento político fuerte. Hay esperanza en que se resuelvan problemas.
–¿En la gente no hay una actitud contradictoria? Por un lado pide que no haya pelea. Por otro lado premia a Kirchner si se pelea con Duhalde y eso es percibido como que se produce una limpieza de la clase política. Están las dos cosas.
–Sí, yo también veo las dos cosas. El que se vayan todos no terminó ni por asomo. Hay una situación de indiferencia y hartazgo frente a ciertos comportamientos rutinarios y al reciclado. Frente a ese punto de vista, quienes tienen más conciencia dicen que si de una pelea resulta un barrido, la pelea es buena. Pero a la vez gobernar es buscar consensos y al mismo tiempo tratar de imponer la línea propia a través de la mayor armonía posible.
–¿Usted es de los que critican a Kirchner porque abre muchos frentes?
–Yo no haría esa crítica.
–¿Cuál sí le haría?
–Junto a la afirmación de autoridad y a la lucha con convicción hay una idea inaugural que es injusta. Y lo es también porque no se abre al resultado de cualquiera. Está bien lo inaugural como innovación. No como si todo empezara desde cero.
–¿Su idea es la tercera posición entre Duhalde y Kirchner u ordenar la provincia y jugar después con Kirchner?
–Depende de la actitud del Gobierno. No pretendo reemplazar a Duhalde y llevarle todo a Kirchner. Pretendo y pretendemos otra Argentina y la afirmación de una posibilidad. Pretendo la afirmación del presente de la gobernación, sin ninguna duda. Y se trata de una provincia con dependencia financiera.
–¿También buscará apoyarse en los intendentes?
–Es que ellos deben sentir que tienen una conducción para construir la otra provincia, la posterior al 2007, donde ya no voy a estar. La capacidad de gobernar no se genera automáticamente. Un rejuntado en contra de Duhalde no genera la posibilidad de gobernar.
–¿Un desembarco de Cristina en la provincia de Buenos Aires lo molesta o lo ayuda?
–Ni me molesta ni necesariamente me ayuda. Depende de cómo vean ellos esta necesidad, que es personal, que es provincial y que es básico para elperonismo. La posibilidad de Cristina senadora es realmente importante. La de Cristina gobernadora me parece más remota, sobre todo con Kirchner presidente.
–¿Cristina senadora cómo? ¿Por dentro o por fuera del peronismo?
–Me parece que ella nunca lo haría por adentro del peronismo. No habría interna.
–¿Es opinión o es un dato?
–No tengo información de último momento. Analizo las cosas y además veo que Cristina está pisando fuerte. Pero no se puede usar la lógica que incluye a los menemistas reciclados devenidos kirchneristas que hablan ahora. Y tampoco desconocer una agresividad de lo transversal en la provincia.
–¿Habla de Carlos Kunkel, el subsecretario general de la Presidencia?
–No, en todo caso Kunkel es uno de los que más pergaminos tiene para criticar dentro del peronismo. Es un peronista de la provincia y trabajó con el intendente de Tres de Febrero. La agresividad surge de sentirse pocos, pero el exceso de agresividad de algunos no es inteligente. No es la actitud del Presidente, que por ejemplo recibe intendentes.
–¿En qué consiste el duhaldismo en estos días? ¿Qué clase de aparato es?
–Primero, yo diferenciaría a un sector importante del peronismo bonaerense del duhaldismo. Lo que se llama duhaldismo no tiene territorio: son diputados sin peso territorial importante. Ese peso es de los intendentes, que no quieren quedar ubicados en la lucha entre Kirchner y el duhaldismo. Tampoco quieren reciclarse al mismo tiempo mirando las horas pasadas. Hay un duhaldismo que le debe a Duhalde el hecho de estar hoy en la Cámara de Diputados. Ese sí es un duhaldismo que puede escalar.
–¿Hoy Duhalde es duhaldista?
–Duhalde es duhaldista si lo atacan. Si no es más bien el otro Duhalde, el dirigente que ya fue todo y que quiere facilitar el tránsito de lo nuevo de madera madura.
–¿Por qué eligió a María del Carmen Falbo como candidata a procuradora? ¿Es un compromiso con el duhaldismo al que ella pertenece?
–Tenía varios requisitos. En primer lugar, alguien que tuviera antecedentes jurídicos importantes. En segundo lugar, alguien que tuviera convicciones. En tercero, alguien con quien yo tuviera una relación de confianza cotidiana a raíz de que la construcción de una nueva política de seguridad requiere también de una nueva política de persecución penal. Debe haber un criterio de movilización de los fiscales.
–¿Su duhaldismo disciplinado no le jugará en contra?
–No, mi mirada es al revés. A ella le interesa lo jurídico y sobre todo tiene una gran vocación por cambiarlo.
–¿Quiere dinamizar a los fiscales?
–Fue la que quiso hacerlo con la reforma fiscal de 1997, que es previa a la reforma de Arslanian.
–Pero esa reforma no terminó de funcionar.
–Bueno, porque aumentó mucho el delito, y el momento para el que fue pensada esa reforma no es la Argentina actual, de la explosión. El cambio muy fuerte se da entre el 2001 y el 2002.
–Pero en la provincia de Buenos Aires a ningún fiscal se le hizo un solo juicio político. Y no funcionaron demasiado bien.
–Es un círculo vicioso. Es difícil el juicio político a jueces en la provincia con fiscales que no funcionan. Hablé mucho con Falbo. Y además me genera confianza en cuanto a que no es una persona que va a bailar el típico minué platense, corporativo, de un poco de maquillaje y quedar bien con todos en la Justicia. Por su historia política, una ley propuesta por ella no es lo mismo que otra propuesta por cualquier otra persona. Y ojo, que algunos cambios de este tipo son compartidos por legisladores, siempre más dispuestos a reformar a otro poder del Estado y no al suyo propio, porcierto. Falbo no llega en paracaídas, pero quiere cambiar cosas. Es mujer, aparte, un condimento importante.
–¿Está conforme con la reforma de Arslanian?
–Arrancó con el pie derecho. Sobre nueve leyes ya tenemos ocho aprobadas. Arslanian le pone sendero y largo plazo a la reforma. No vive cotidianamente la coyuntura como los ministros anteriores. Soy más yo de meterme que él. Tiene equipo...
–¿Qué quiere decir que no se mete en la coyuntura?
–Lo único que le pedí, y lo cumple, es que en relación con la Argentina que él dejó en el ’98, hay que hacer una política de contención de las víctimas, fueran víctimas de la delincuencia o del gatillo de la policía. En Derechos Humanos hay un equipo dedicado a eso. Y Arslanian lo está haciendo. Su convicción es fuerte y genera en la policía la convicción de que él está preocupándose de cómo será la nueva policía. No está echando policías para quedar bien.
–Ni fabricando superjefes como Klodczyk, por lo que parece.
–Va a costar tiempo, estaremos sometidos a momentos dramáticos. Pero confío mucho en su política preventiva realizada sobre la base de informaciones múltiples: ¿dónde están, por ejemplo, los que no pudimos atrapar dentro de las bandas de los secuestradores? ¿O los que fueron acusados por hechos graves y zafaron? En la policía de la provincia no había inteligencia. La inteligencia fabricada por Ramón Camps había sido reemplazada por una inteligencia limitada y escasamente basada en una logística fuerte. Noto una especie de escalada en la que cualquier hecho sirve. Por ejemplo, para que el Polo Obrero genere violencia en la calle. Estoy preocupado por eso.
–¿Cree que Castells está pagado por Duhalde, como acusa Luis D’Elía?
–No, no lo creo.