EL PAíS › DETALLES SOBRE LA CAMARA SECRETA EN EL CONCURSO DE CICCONE
Las pistas están en la pantalla
Una filmación oculta que todavía ningún canal de televisión quiso mostrar revela la forma en que se intenta comprar a los acreedores de un concurso. Y los balances de Ciccone pueden arrojar indicios de dónde está el dinero.
Por M. G.
Una filmación que está en manos de una Justicia todavía adormilada puede ser la punta para investigar no solo un caso concreto de intento de comprar el voto a un proveedor de Ciccone por parte de la empresa: también las ramificaciones y el modo de actuar de una firma estrella del período menemista con los jueces y el poder político. Si alguno de los poderes del Estado, además, analiza con profundidad los balances de Ciccone Calcográfica, podría descubrir dónde fue el dinero que ahora no aparece.
La revelación, en Página/12, de que la empresa que imprime cheques, billetes y cédulas verdes quiso resolver una asamblea de acreedores de su concurso realizando acuerdos por debajo de la mesa con un proveedor, Norberto Crespo de la transportista Blue Arrows, colocó una lupa sobre la forma de hacer negocios de la firma.
“Ciccone vendió sus activos en los últimos seis años”, dijo a este diario uno de los damnificados, que igual que otros estaría dispuesto a demostrar esa afirmación ante la Justicia. “Eso surge de los balances presentados en su concurso. Así desapareció de su balances la provisión de equipos y sistemas para la Lotería Nacional. El dinero ingresado a la compañía por esas ventas no queda reflejado ni en los balances ni en los activos.”
En cambio esas sumas sí aparecerían, pero diluidas, en una moratoria. De ese modo no quedaron como utilidades declaradas.
El mismo sistema se habría aplicado en la compra de papel para provisión de pasaportes en China. En el balance de Ciccone el papel aparece como una pérdida por supuesta degradación del producto. En ningún momento la Dirección General Impositiva de aquel entonces, a fines del gobierno de Carlos Menem, verificó la real situación de las operaciones. Tampoco constató las condiciones de venta de las acciones de la compañía de cajeros automáticos que antes había sido de propiedad de los Ciccone.
Con la sociedad formada por los hermanos Ciccone con Mario Montoto sucedió algo idéntico. Trainmet Ciccone Sistemas (TCS, comercializadora de las máquinas para colectivos) transfirió parte de las acciones, el 45 por ciento, a un precio considerablemente menor del que se reflejaba en las inversiones previas. La operación coincidió en el tiempo con uno de los saltos empresarios de Montoto: en ese mismo momento entró a Metropolitano, la firma de ferrocarriles urbanos de la cual fue presidente.
Al margen de esa pesquisa que pondría al desnudo la forma de operar durante los años ’90, la reciente denuncia penal de los hermanos Rubén y Norberto Crespo, de Blue Arrows, colocó bajo examen los procedimientos para torcer un concurso.
Daniel Reyes, gerente financiero de Ciccone, ofreció a los Crespo que si lo apoyaban cobrarían al contado los 14 mil pesos que de otro modo debían esperar años en recuperar. La cifra, de todas maneras, representaba poco más de la vigésima parte de la deuda que la empresa tenía con la transportadora de personal Blue Arrows.
Pero en lugar de aceptar la compra de su voluntad Norberto Crespo realizó una denuncia penal ante la Justicia de instrucción. Aportó el video que fue tomado en su propia oficina, donde están los detalles que Reyes fue aportando a medida que buscaba convencerlos.
En el video se ve a Reyes asintiendo con la cabeza ante una pregunta: “¿O sea que está minuciosamente seleccionado a quién comprarle los votos y a quién no?”. También aparece otra frase de antología: “En el medio judicial todos saben cómo se maneja esto. En muchos concursos el chiquitaje se maneja de una manera y lo más grosso lo llevás a la propuesta”. Y otra más: “Cagar a la AFIP, ya está. Cagar a IBM, ya está. Cagar al Cachada Générale, ya está. Cagar a Sagem, ya está”. La AFIP es acreedora de Ciccone por 255 millones de pesos. IBM y la empresa francesa Sagem también son acreedores, pero no pueden tener decisión en el concurso porque gozan de los privilegios de un fideicomiso.Si la Justicia se decide a actuar, encontrará otra curiosidad más: uno de los que figura como acreedor es un escribano al que, según Reyes, recurrirían los Ciccone para asentar sus maniobras de acuerdo sobre votos.