El gobierno porteño anunció un nuevo combo de seguridad para los boliches bailables. Tal como lo había sostenido, Aníbal Ibarra ratificó que la veda a los boliches se extenderá 15 días, pero la reapertura podría ocurrir antes o después de ese plazo. “No vamos a dar términos”, aseguró. Sólo aquellos que obtengan la reválida de las certificaciones contra incendios emitidas por Bomberos podrán reabrir sus puertas. Los empresarios de la noche lo respaldaron. Se presentaron en la conferencia de prensa junto al jefe de Gobierno: “Nos une el horror”, dijeron antes de reclamar por una modificación de fondo y estructural que cambie una “legislación absolutamente obsoleta” que regula el mercado de la noche. Dijeron, de paso, que “los elevados impuestos” les impiden invertir en seguridad.
El megaplán alcanzará a las discos y bailantas porteñas, una cantidad aún incierta de locales. Según la Cámara de Empresarios de Discotecas y Entretenimientos de la ciudad, existen unos 280 inscriptos desde la vigencia de la ley de 1967, de los cuales buena parte caducó y otra gran parte está abierta de forma ilegal. “Unos 100 locales de la Capital están habilitados en forma legal, pero sólo la mitad tiene los certificados de Bomberos en condiciones”, dijo ayer el presidente de la Cámara, Daniel Maxi Vázquez.
En los próximos días sólo reabrirán sus puertas, entonces, aquellos que hasta ahora gozaban de habilitación, lo harán tras revalidar una serie de certificaciones exigidas ahora por el gobierno de Ibarra:

1. Certificación contra incendios extendida por Bomberos de la Federal con fecha de 2005.

2. Seguro de Riesgo Integral de Comercio, compuesto por seguro contra incendio, contra robo y de responsabilidad civil.

3. Plan de Evacuación, registro de puertas de salidas.

A pedido de la Cámara, la ciudad abrirá un Registro de Organizadores de Eventos y Espectáculos. El listado permitirá un control diario de discos, empresas, eventos, espectáculos pero apunta en particular al relevamiento de encuentros como las fiestas electrónicas, que forman parte de la nueva cultura de la noche “sin ningún control”, dicen en la Cámara.
De todas las exigencias, la de mayor conflicto es la reválida de Bomberos. Los empresarios creen que no tienen la capacidad operativa ni técnica para funcionar con celeridad. “Nosotros tenemos el compromiso de Ibarra de que abrimos cuando estén los certificados, eso podría suceder mañana mismo, pero acá hay 200 muertos y no queremos que esto se lea sólo como una cuestión de negocios”, explicó un empresario.
Pero en el negocio los números son importantes a corto plazo. El cierre paraliza un negocio donde “trabajan unas 8000 personas”, dijeron. “Hay situaciones que hay que contemplar porque no todos estamos así”, decían algunos refiriéndose a las condiciones técnicas del local operado por Emir Omar Chabán, quien –se encargaron de aclarar sus colegas– no estaba ni asociado ni integrado a las redes empresarias de la ciudad.
Daniel Grinbank ayer lo anunció durante la conferencia: “Queremos cambios en una legislación que es obsoleta. De nada sirve habilitar un local con una puerta de emergencia si esa puerta está cerrada, de nada sirve habilitar un lugar para 600 personas si después entran 5000”.
Daniel Vázquez avanzó en el mismo sentido. Los problemas más críticos del sector integrado no parecen los de las habilitaciones. La discusión de fondo con el gobierno porteño está dada justamente sobre esa “obsoleta” legislación: “Vamos a exigir las reformas que se pedían desde hace tiempo. Nos estamos manejando con una ley de la dictadura”, explicó Vázquez. “Es de 1967, cuando el gobierno de (Juan Carlos) Onganía para impedir los encuentros de jóvenes en los boliches nocturnos homologó la legislación a la de los prostíbulos y cabarets”. Según el empresario, la norma les exige un 15 por ciento de ingresos brutos “y así no nos alcanza para cubrir los gastos en la seguridad”. Otro de los anuncios fue el rediseño de la zona de concentración de los clubes y boliches nocturnos. La medida apunta fundamentalmente a reubicar los que se encuentran en zonas residenciales o en pequeños vecindarios. “Para que no generen molestias entre los vecinos”, apuntó el jefe de Gobierno. Las nuevas propuestas no son sólo una respuesta a la catástrofe de Once. Según Ibarra todas estaban en estudio: “El drama que vive Buenos Aires obliga a dejar de lado la gradualidad con la que se venía trabajando”.