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Falencias que vio un experto
Salvatore Albano es canadiense, pero hace diez años que vive en la Argentina. En enero de 2004 visitó República Cromañón. No fue como cliente. El hombre, un técnico que se especializa en sonido, había sido contactado por el propietario del local, Omar Chabán, quien tenía la intención de hacer algo para terminar con las quejas permanentes de vecinos originadas por los ruidos que salían del lugar. Según Albano, en ese momento el techo ya estaba cubierto por guata, un material que se utiliza como relleno, y la media sombra.
En su primera visita, Chabán le pidió un presupuesto para la instalación de un sistema acústico en “paredes, puertas y extractores”. En su recorrida por el boliche, Albano manifestó su extrañeza porque el “famoso portón” de emergencia estaba clausurado con un candado. Le respondieron que por la noche, a la hora de abrir el local para los clientes –cuando él estuvo en el lugar era de día– esa salida estaba liberada.
En esa oportunidad, también observó que el techo estaba “cubierto por guata” y no por un material antiincendios. En la misma semana, el técnico volvió al lugar. En esa segunda visita, le pasó un presupuesto por 17 mil pesos. Pero el sistema acústico nunca se puso en el lugar. La explicación que recibió Albano fue que el monto era “alto, aunque barato en relación con el presupuesto ofrecido por otras personas”, contó.
El técnico dijo que “son muy pocos los locales que cumplen con las normativas, debido a cuestiones de costos”.
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