Sáb 22.01.2005

EL PAíS  › ENTREGARON UN CADAVER
EQUIVOCADO Y AHORA INVESTIGAN SI ES NICO

El dolor, multiplicado por un error

En la morgue había un cuerpo NN mientras que una familia buscaba a un nene desaparecido. Ayer, un padre descubrió que había sepultado a otro chico. Aún no se sabe si hubo un error en el reconocimiento o en la entrega del cuerpo. El lunes lo exhumarán y harán exámenes de ADN para determinar si se trata de Nicolás, el chico desaparecido.

› Por Pedro Lipcovich

Padecer dos veces la muerte del mismo hijo; dos veces reconocer el cadáver, dos veces enterrarlo. Este dolor casi inconcebible se agrega desde ayer a la trágica serie originada en el incendio de República Cromañón. Un padre que creía, en su momento, haber dado sepultura a su hijito de seis años, reconoció ayer como el verdadero cuerpo del niño al único que permanecía sin identificar en la Morgue Judicial. Esto plantea la fuerte probabilidad de que el cadáver enterrado bajo identidad equivocada sea en realidad el de Nicolás Flores, el nene de cuatro años que permanece desaparecido a partir del incendio. Para el próximo lunes se prevé la exhumación del pequeño cadáver, que será sometido a pruebas de ADN para establecer definitivamente su identidad. En cuanto a las causas del error, hay dos versiones, que podrían llegar a articularse. La primera lo atribuye al papá, quien, bajo estado de shock, en las horas siguientes a la catástrofe, habría confundido otro cuerpito con el de su hijo. La segunda plantea la posibilidad de una falla en los procedimientos de la Morgue Judicial, que debió trabajar en condiciones que una fuente vinculada con el caso llamó “anómalas”, ante la gran cantidad de cuerpos a identificar y bajo gran presión para acelerar los tiempos, por las demandas de los familiares de las víctimas. La corta edad de ambos chicos pudo contribuir a la confusión, ya que no tenían todavía la ficha dactiloscópica completa que la policía utiliza, como práctica de rutina, para identificar cada cadáver ingresado a la Morgue Judicial.
El 1º de enero a las 22, Héctor Zerpa concurrió a la Morgue Judicial. Allí le mostraron la foto de un cadáver; los labios y los agujeros de la nariz estaban negros por el humo de República Cromañón, que lo había matado por asfixia. Sí, la foto parecía ser del mismo cuerpo que él ya había tenido que reconocer muchas horas antes, en la morgue de Chacarita. Entonces, llevaron al padre a un lugar con mesas –alguien lo tomaba del brazo como a un ciego, recordó–, y le mostraron un cuerpo corto y gris. El pequeño torso estaba tajeado por la autopsia. En un dedo del pie tenía una tarjeta con un número, atada con un piolín. Ese había sido su hijo de seis años, Gustavo Zerpa.
El cadáver fue inhumado en el cementerio de La Matanza. Otros 189 también fueron enterrados ya, pero hay uno que continuaba sin identificación, NN, en las heladeras de la morgue. Y hay un chico, Nicolás Flores, que estaba en República Cromañón, cuya madre murió en el incendio y que sigue desaparecido. Los investigadores del caso advirtieron que ambos enigmas podían vincularse mediante una hipótesis: la de un chico enterrado bajo identidad equivocada.
Para explorar esta posibilidad, la jueza María Angélica Crotto citó a los tres padres que habían enterrado a (los que creían eran) sus hijos de seis a nueve años muertos en República Cromañón.
Uno de ellos era Héctor Zerpa: reconoció la foto y ayer, en la morgue, 20 días después, el cadáver de su hijo volvió a aparecérsele.
¿Se equivocó el padre en el primer reconocimiento? ¿La Morgue Judicial le entregó un cuerpo equivocado? Una primera fuente vinculada con el caso sostiene que, el 1º de enero, el padre se equivocó: “Bajo estado de shock, los familiares pueden fallar en el reconocimiento, y los dos cuerpitos eran parecidos”. Y relaciona el hecho con un episodio impresionante, que no había sido dado a conocer: “Ese hombre no fue el único que reconoció mal después del incendio de República Cromañón: una señora, en estado de shock, creyó reconocer el cadáver de su hijo en la Morgue Judicial pero, cuando volvió a su casa, vio que había vuelto y que estaba ahí, durmiendo”.
Otra fuente vinculada con el caso destaca la posibilidad de errores en el procedimiento: “En esos días, la Morgue Judicial trabajaba bajo una presión enorme para que acelerara la entrega de los cuerpos a los familiares. Sin embargo, era necesario individualizar la causa de la muerte para cada caso, mediante autopsia: quizá no tanto para el juicio penal, pero sí para probables juicios civiles correspondientes a cada una de las víctimas. El hecho es que el plazo para la tarea, que primero se preveía en una semana, se acortó a unos pocos días, y pueden haberse deslizado errores”.
Una tercera fuente, muy próxima a los sucesos, estima que “el padre se equivocó en el reconocimiento” pero admite que en esos días los procedimientos en la Morgue Judicial “eran anómalos, debido a la gran cantidad de víctimas”. Esta fuente señala que “los cadáveres ya estaban un poco hinchados cuando llegaron a la morgue, y en esas condiciones pierden su fisonomía; y los dos nenes del caso eran parecidos”, todo lo cual fundamentaría la confusión del padre. Y, además, “por la edad de los chicos, todavía no tenían registro de huellas digitales de los diez dedos de las manos; sólo del pulgar y la huella de la planta del pie, que se toma después del nacimiento y sólo es útil durante los primeros meses. Todo esto hizo más difícil la identificación, que la Policía Federal efectúa rutinariamente por dactiloscopia” (ver nota aparte).
La contrapartida del pequeño cadáver NN era el niño desaparecido, Nicolás Flores, de cuatro años de edad. El nene había ido al recital de Callejeros acompañando a su mamá, Romina Flores, de 23 años. La había llevado su amiga Rosa Sandoval, que trabajaba haciendo limpieza en República Cromañón, porque iban a necesitar más personal esa noche, tanta era la gente que iba a ir al recital; y después irían a festejar el fin de año. Vivían en la localidad de Bosques, y era la primera vez que Romina venía a la capital.
El cadáver de Romina fue encontrado pero no el de su hijito. Los familiares iniciaron una campaña para tratar de recuperarlo, para la cual recibieron ayuda de las organizaciones Missing Children y Red Solidaria. Llegó a decirse que habían visto salir con vida a Nicolás, que una mujer de pelo rubio lo tomaba de la mano.
Ayer, su abuela Estela Gómez y su tía abuela Cristina fueron convocadas con urgencia a la comisaría 53ª, para iniciar los trámites que permitirán verificar, mediante análisis de ADN, si el cuerpo enterrado bajo el nombre “Gustavo Zerpa” es en realidad el de Nicolás Flores.
A esa misma comisaría había concurrido Héctor Zerpa para que le fuera mostrada la fotografía del cuerpo NN; desde allí tuvo que ir a la Morgue Judicial para reconocer el cuerpo que, hace veinte días, creyó haber enterrado.
La exhumación del cadáver está prevista para el próximo lunes.

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