Sáb 22.01.2005

EL PAíS • SUBNOTA

El angustioso itinerario de dos familias que perdieron a sus hijos

Cuando el hombre vio la tercera foto que los investigadores le mostraron se dio cuenta de que era la de su hijo muerto en República Cromañón. Pero cuando fue hasta la morgue y reconoció el cadáver sufrió un ataque de nervios, lloró desconsolado y se descompuso. Es que el cuerpo que volvió a ver ayer fue aquel que creyó haber sepultado en los primeros días de enero. Por otra parte, días atrás, en su búsqueda desesperada, los familiares de Nicolás Flores, el nene perdido desde la noche negra del boliche de Once, habían visto el mismo cadáver y negaron que fuera el de Nico. Ayer, Cristina Gómez, tía abuela del chiquito perdido, creyó reconocerlo en una de las cuatro fotos de los cadáveres que les mostraron en la comisaría 53ª. Justamente la del chico que había sido sepultado con un nombre equivocado. Pese a que Estela Gómez, la abuela del chico, lo niega, ella está “en un 80 por ciento segura” de que el nene que vio ahora es Nicolás, según confió a Página/12.
Antes que los Flores llegaran a la seccional, ya habían pasado los padres de otros tres menores muertos en Cromañón, citados por la jueza. El primero que llegó fue Héctor Zerpa. Vio una foto, luego otra y al llegar a la tercera dijo “éste es mi hijo”, Gustavo. “Bueno –dijo un investigador–, este es el chico que aún está en la morgue.” El hombre se quedó helado. Luego fue hasta la morgue, acompañado por un oficial, y allí comprobó que se trataba de su hijo. La escena fue tan dura que quien la contó no tuvo palabras para describirla.
Más tarde llegaron los Flores a la seccional y se los notificó de la sospecha. “Nos mostraron dos fotos y mi hermana (Estela, abuela de Nico) dijo que ninguno era él. Ahora, no sé si yo lo quise ver o en verdad lo vi, pero me pareció que en la foto del nene que el otro papá sepultó, unas manchitas blancas en el cachete y otras en el hombro, un poco perdidas por el color de la piel del cadáver, pero parecidas a las que tenía Nico. Además, se le notaban los dientes medio picaditos, y él tenía dos dientitos de adelante así. Pero no quisiera confirmar nada porque vamos a esperar el ADN”, contó Cristina a ese diario.
La investigación que develó el error partió de la propia comisaría de Palermo. Allí se notificaron las personas fallecidas en los hospitales Fernández y Rivadavia. En la noche de Cromañón, al primero de esos centros llegaron 50 personas heridas y 12 fallecidos y al segundo, 20 heridos y dos muertos. Todos quedaron bajo la órbita de la 53ª, que recibió la orden de llevar los cadáveres al cementerio de la Chacarita. Allí fueron todos los familiares a reconocer, por primera vez, los cuerpos de las víctimas. Entre ellos, hubo un hombre que reconoció el cuerpo de su hijito de seis años. A medida que se les iba dando identidad, los cadáveres eran llevados hasta la Morgue Judicial, donde se le haría la autopsia, por mandato de la Justicia. “El hombre debió reconocer nuevamente el cuerpo del chiquito, que esta vez estaba un poco distinto por las secuelas que el paso de las horas y el calor sofocante de los primeros días de enero”, contó a este diario una fuente de la investigación. Luego, el papá retiró el cuerpo de la morgue y lo inhumó.
Los parientes de todos los fallecidos en cuyas actas intervino la comisaría 53 aparecieron de a poco, salvo uno. Avanzaron los días, empezó a trascender el extravío de Nicolás Flores y en la morgue había un cuerpo de un nene de 5 a 8 años que nadie fue a reconocer. Las sospechas y las hipótesis comenzaron a aparecer. Los titulares de la investigación se contactaron con la comisaría 7ª, sobre quien pesa la búsqueda de Nicolás, para ponerse al tanto de los indicios de esa investigación, que ya estaba instalada en los medios de comunicación. Los datos que allí le brindaron no descartaban la hipótesis de la confusión de cadáveres. Es por eso que pidieron intervención al juzgado de Crotto.
Para eliminar la posibilidad de que el chico que aún permanecía en la morgue fuera Nico, citaron a los familiares de éste a reconocer el cadáver y hacerse estudios para la determinación de su ADN. Como ya se informó, el abuelo, el padre y los padrinos del nene perdido aseguraron que ese no era el cuerpo de Nicolás. “Nosotros barajamos esa hipótesis, pero teníamos esperanza de que estuviera vivo. Aunque desde el primer día creí que Nico había muerto con Romina, porque él era muy pegado a su madre y ella era muy pegada a su hijo. No se separaban para nada”, sostuvo Cristina.
Pasaron los días hasta que se tomó la decisión. Eran ocho los chicos de entre cuatro y diez años que habían muerto en Cromañón. Cuatro de ellos eran varones, entre ellos el (hasta ayer) NN que permanecía en la morgue. Buscaron las fotos de sus cadáveres que habían sido tomadas en esa dependencia judicial y citaron a sus familiares. Los Flores se enteraron de todo por los programas de radio que, al saber la novedad, los llamaron por teléfono desde las 5 de la mañana de ayer. Pero antes del mediodía recibieron una llamada “de un cabo de la 53” que les pidió que se presenten “porque había novedades” sobre Nico. Y los nervios saltaron a ser preocupación cuando a Cristina, tía abuela del nene, se le pidió que fuera a esa seccional “acompañada por un hombre”.
Los investigadores sostienen que en las fotografías los dos chicos muertos “son parecidos”, que “no se puede determinar bien las diferencias y que ello se debe a la “mala calidad de la imagen”. No obstante, admitieron que las facciones de uno de ellos, aquel que el hombre supuestamente había enterrado como su hijo, “son parecidas a las del chiquito que se perdió”. Según ellos, la abuela se negó a admitirlo “porque es obvio que tenga una negación. Pero una de las familiares me dijo ‘para mí que ése es Nico’”.
“Yo no sé quién se equivocó –reflexiona Cristina–, eso lo saben los de la morgue. Lo único que sé es que todo esto nos está haciendo pelota.”
Ante esta situación, surge otra hipótesis: ¿que ocurriría si el chico sepultado no fuera Nico? No obstante, Cristina confiesa: “No digo que vamos a ponernos contentos por enterarnos de la verdad, pero al menos se va a terminar con esta cosa que tenemos adentro, este vacío que no sé cómo describirlo”.
“Antes sobraba un nene en la morgue y a nosotros nos faltaba uno –agrega–, ahora resulta que sólo nos falta uno y ése sigue siendo Nico. Yo digo, si ese hombre se confundió de hijo cuando reconoció el cuerpo, ¿por qué nosotros no nos podemos equivocar ahora, que vimos nada más que una foto?”.

Informe: Adrián Figueroa Díaz.

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