Mar 21.06.2005

EL PAíS  › COMENZO EN TUCUMAN LA TERCERA MARCHA
PARA ERRADICAR EL HAMBRE INFANTIL EN LA ARGENTINA

Otra vez los chicos se pusieron en Movimiento

La marcha, organizada por el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, recorrerá ocho provincias y prevé arribar el 1º de julio a la ciudad de Buenos Aires. La movilización, que reclama soluciones para 9,5 millones de chicos en situación de pobreza, cuenta con el apoyo de Unicef, la CTA, Madres de Plaza de Mayo y otras 300 organizaciones.

“Todas las noches, casi todas las noches pensando que mañana será todo mejor. Pero muy pocos se quedan con lo tuyo, sabés que no hay futuro, que no hay tiempo que perder. Habrá que ir buscando pedacitos, armando despacito un sueño pa’ soñar.” La canción fue la que más entusiasmó a unos quinientos integrantes del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo que ayer comenzaron su marcha desde Tucumán, hasta la Plaza de Mayo. Marchan “por la vida” y llevan una pechera azul que dice que “El hambre es un crimen”. El lema de la convocatoria nuclea a unas 300 organizaciones no gubernamentales de todo el país. Esta es la tercera movilización nacional del Movimiento, que durante once días recorrerá 4500 kilómetros para detenerse en ocho provincias y dejar en claro que “si se para el hambre lograremos que pare la fragmentación de la Argentina”, tal como lo resumió Alberto Morlachetti, titular de la ONG Pelota de Trapo y coordinador de la marcha, junto con la CTA.
Ni la llovizna ni el barrial impidieron que los chicos se congregaran en una de las esquinas del barrio El Trula, uno de los más pobres de la ciudad, el mismo que hace unos años estremeció a todo el país con el testimonio de una niña víctima del hambre. El Trula o Trulalá es lindero a La Bombilla, El Sifón, Piolín y El Chivero. La Yerba Buena está del otro lado, pues así se llama uno de los barrios residenciales de la zona. La frontera fue marcada por el muro construido por el represor Antonio Domingo Bussi cuando ostentó el poder en Tucumán, para que “no se afecte la vista de la ciudad”.
Sobre la calle México, de tierra y con un boulevard de yuyales en el centro, adornado con guirnaldas multicolores, cantaron y bailaron un centenar de chicos de los hogares de Crecer Juntos, una ONG que incluye a las Madres Cuidadoras que hacen más de lo que su nombre indica con 600 chicos. A los chalecos azules que recorrerán parte del país se le sumaron los colorados que, con la leyenda “Derecho a no ser discriminados”, lucían los chicos de Tucumán. El Trula fue una fiesta. En la punta de la caravana, una bandera argentina y marionetas gigantes llevadas por una murga mendocina. Detrás, una locomotora gasolera que no dejó de hacer sonar la campana mientras cargaba una decena de chicos que encabezaron un coro desparejo. Entre payasos zancudos, otros explicitaban sus reclamos con grandes carteles con formas de frutas, vasos de yogurt o sachets de leche. Julieta, de 8 años, fue la locutora: “La infancia es el principal recurso natural no renovable de nuestro país y los daños ocurridos en los primeros años tienen efectos perdurables en toda la vida. El 70 por ciento de la población menor de 18 años es pobre, es decir 9,5 millones. El hambre es un crimen”.
Banderas policromas colorearon el gris de la mañana fría y nublada cuando llegó el grueso de la caravana: 350 chicos de otros puntos del país que desembarcaron con un pasacalle que decía “Con ternura venceremos”. Más adelante, un grupito de chicos de unos diez años hacía gala de los malabares aprendidos en la calle.
“Somos niños, somos los negritos, los villeros. Estamos para marchar, cantar y explicar. Para decirles que nos duele que nos maltraten y que los chicos anden drogados y en la basura. No nos gusta que nos traten como mediocres, vagos, que nos la pasamos jugando y no prestamos atención. Soñamos”, dijo Cristian desde un escenario donde se hizo la ceremonia central y desde el cual Leonor, “la voz de las madres pobres”, también habló: “No fuimos a la Plaza Independencia (en el centro de la ciudad) porque la pobreza está acá. No queremos más a nuestros hijos en estas cárceles a cielo abierto”. Sus palabras volcaron lágrimas en muchos. “A los que dicen que utilizamos a los chicos para una marcha les digo que nuestros hijos son los que preguntan siempre por qué son ellos los que están en la orilla. Que vengan un día, vean cómo viven, den un abrazo, miren a los ojos, porque hasta eso les sacamos”, agregó a Página/12.
“Nuestros chicos son los que nos empujan y son conscientes de la realidad que viven. Somos cien madres y, ha visto, ni el agua ni el barro nos paran”, resumió Irma Díaz, madre cuidadora del hogar El Chiquito Curioso.
“Una de la condiciones necesarias para salir de esta situación es que se decida la universalización del salario familiar para los pibes, porque es una vergüenza que un chico lo reciba y otro no porque la mamá o el papá trabajan en negro”, dijo a su turno el titular de la CTA, Víctor De Gennaro. “El trabajo en negro no es problema de los padres sino de los empresarios y del Gobierno, que no quiere cambiar esa realidad”, agregó el dirigente sindical. Para el 30 de este mes, un día antes de que la marcha llegue a Plaza de Mayo, el grupo Acción Parlamentaria, integrado por 15 diputados de distintos sectores, solicitará que se desarrolle una sesión especial para tratar proyectos ligados a la infancia, como la asignación universal de 60 pesos por chico, según adelantó a este diario el diputado Claudio Lozano.
Al mediodía, frente a la Casa Histórica de Tucumán, los chicos promesa a la Bandera. Prometieron “ser libres y justos”, mantener la convicción de que “no falten alimentos, ni voluntad política e imaginación institucional” para que “cada niño argentino tenga las oportunidades vitales para que se desarrolle saludable y pueda crecer con dignidad”.
La caminata y las marchas en micros estuvieron organizadas por los educadores de distintas ONG.
Esta es la tercera vez que se movilizan a nivel nacional. La marcha que ayer partió desde Tucumán seguirá por Catamarca, La Rioja, Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires. Las dos anteriores (2001 y 2002) partieron desde La Quiaca y Misiones, y confluyeron en Buenos Aires. “Y dieron buenos resultados, se ganó el imaginario de una parte de la sociedad que comenzó a proteger a los niños cuando se estuvo a punto de protegerse de los niños”, evaluó Morlachetti.
“Da felicidad verlos. Pero también bronca de que en este país tan rico hasta los chicos salgan a pedir comida”, dijo Hebe de Bonafini. “Este es un reclamo al Estado y el Presidente se tiene que hacer cargo. Lo bueno es que los chicos se están formando en la lucha y en la dignidad”, agregó. “Los chicos hablan de los sueños porque sueñan –concluyó De Gennaro–. Lo que tenemos que ver nosotros es cómo recuperamos nuestras utopías.”

Informe: Adrián Figueroa Díaz.

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