Dom 26.05.2002

EL PAíS  › NUEVO ATAQUE ANTISEMITA DE BRINZONI

Shakespeare para generales

Brinzoni mandó al hijo de Timerman a leer “El mercader de Venecia”, una obra escrita hace cinco siglos por Shakespeare. Allí se amenaza a un judío con la muerte y la expropiación de sus bienes si no se convierte al cristianismo. Timerman sólo había pedido que Brinzoni pidiera perdón ante la tumba de su padre, secuestrado, torturado y expropiado durante la dictadura. En Chile el nuevo jefe del Ejército tomó distancia del pinochetismo y la doctrina de la Seguridad Nacional y prometió acatamiento a la justicia.

› Por Horacio Verbitsky

El general Ricardo Brinzoni rechazó la invitación del periodista Héctor Timerman para visitar la tumba de sus padres y allí pedir perdón como lo pide la religión judía por los sufrimientos que tropas del Ejército infligieron al difunto editor periodístico Jacobo Timerman y su familia. También le recomendó la lectura de uno de los más famosos testimonios literarios del antisemitismo en la historia occidental la escena del juicio en El mercader de Venecia de William Shakespeare. Brinzoni, cuyos vínculos neonazis merecen una página en el recién editado “Informe sobre antisemitismo en la Argentina”, del Centro de Estudios Sociales de la DAIA, también formuló sus propias reflexiones sobre el perdón, contradictorias con la doctrina católica que dice profesar.
El episodio vuelve a colocar en primer plano un debate inconcluso, en el que las Fuerzas Armadas se enredan con llamativa torpeza una y otra vez. Esto ratifica que no hay otro camino que la prosecución de las investigaciones en los tribunales hasta llegar al castigo de los culpables por las más graves violaciones al derecho de gentes. Mientras Brinzoni mantiene una constante presión sobre los jueces de distintas instancias para que no permitan el avance de esas causas, en Chile el flamante jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, ordena a sus subordinados allanarse a las decisiones de la justicia y les niega asistencia institucional en sus eventuales defensas.
El perdón
Brinzoni había invitado a Timerman, al subdirector de La Nación, José Claudio Escribano, al director del Centro de Estudios Unión Para una Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, a la consultora Graciela Rohmer y al publicista Rodolfo Diez a dictar una conferencia ante los jefes de prensa, comunicación y relaciones institucionales de todas las unidades. Jacobo Timerman fue secuestrado en abril de 1977 por tropas del Ejército que lo torturaron en pocilgas inmundas mientras lo interrogaban sobre su condición de judío. Pese a que la comisión militar especial que investigó su patrimonio lo absolvió de la acusación de canalizar en “La Opinión” fondos de los montoneros, fue despojado de su diario, privado de su nacionalidad argentina y por último expulsado del país.
Judío practicante, su hijo Héctor consultó el caso con varios rabinos. El resultado fue una carta en la que luego de describir lo sucedido con su familia formuló una propuesta conciliadora: se ofreció a acompañar a Brinzoni a pedir perdón a la tumba de sus padres. Timerman recibió una segunda carta de Brinzoni, con el mismo texto que la primera. Cuando preguntó en el Estado Mayor si habían leído su respuesta le dijeron que sí y que la segunda invitación había salido por error burocrático, la misma explicación que el Ejército dio el año pasado cuando desobedeciendo la directiva del ministro de Defensa, volvió a usar los servicios del abogado Juan Enrique Torres Bande, apoderado y dirigente del partido neonazi Nuevo Triunfo. Con esta capacidad de conducción es mejor que el Ejército nunca entre en guerra. Ante el prolongado silencio, Timerman dio a publicidad su carta en una revista y en un programa de televisión Recién entonces Brinzoni se sintió obligado a contestarla, aunque antedató la fecha, para disimular.
El perdón
Es un texto notable, por fondo y estilo:
- “Distinguido señor” dice su encabezamiento, pero ni siquiera nombra a Timerman. Lo mismo ocurrió en 2001 con la carta de disculpas a la DAIA por la contratación del abogado nazi.
- Los oficiales se especializan en comunicación, “en cada regimiento, en cada brigada”, para satisfacer la demanda popular de “saber de qué se trata”. Curiosa explicación en una fuerza que aún se niega a informar sobre desaparecidos y desaparecedores, un cuarto de siglo después de los hechos.
- Lamenta que el dolor de Timerman le impida “albergar sentimientos conciliadores”. Es una grosera tergiversación. Por el contrario, Timerman lo invitó a visitar la tumba de sus padres y le ofreció orar junto a él.
- Aduce que los cristianos perdonan cualquier ofensa, aunque el ofensor no se haya arrepentido con sinceridad. Curiosa inversión de los términos: Brinzoni no debe perdonar, sino pedir perdón.
- Además, la doctrina católica sobre el perdón dice lo contrario de lo que afirma Brinzoni. En 1983, cuando la última junta militar emitió su documento final la Comisión Ejecutiva del Episcopado declaró que era insuficiente, ya que no incluía el “reconocimiento de los yerros, su detestación y la búsqueda de posibles caminos de reparación, ni una referencia a soluciones que respetaran los derechos de los niños desaparecidos”. En una nueva declaración sobre el tema, hace tres años, el obispo de Morón, Justo Laguna, dijo: “El perdón supone el arrepentimiento claro y expreso, el arrepentimiento desde luego interior, pero también exterior. Todo el que comete un delito está absolutamente obligado a arrepentirse de lo que ha hecho. Y aquí hay otro elemento que es importante tener en cuenta: la reparación, en cuanto sea posible. Sin verdad y justicia, sin conocer los hechos, es muy difícil poder reconciliarnos. Una cosa es el perdón al enemigo (el Papa, por ejemplo, perdona a Alí Agca); distinto es el problema de la justicia y la reparación. No significa que el asesino, por ser perdonado, vaya a salir a gozar de la libertad como si no hubiera hecho nada. Nadie puede perdonar a quien no quiera ser perdonado”.
- Le propone meditar sobre palabras de “El mercader de Venecia”, que cita mal: “La compasión debe ser tan natural como cae la lluvia sobre la tierra. Está doblemente bendita, porque bendice a quien la otorga como a quien la recibe y tiene su trono en el corazón del justo”. Brinzoni o sus asesores deben haber consultado algún resumen para generales. Lo que Shakespeare escribió fue:
The quality of mercy is not strain’d;
It droppeth as the gentle rain from heaven
Upon the place beneath: it is twice bless’d;
It blesseth him that gives and him that takes;
‘Tis mightiest in the mightiest; it becomes
The throned monarch better than his crown;
His sceptre shows the force of temporal power,
The attribute to awe and majesty,
Wherein doth sit the dread and fear of kings;
But mercy is above this scepter’d sway,
It is enthroned in the heart of kings,
It is an attribute to God himself;
And earthly power doth then show likest God’s
When mercy seasons justice.
Therefore, Jew,
Though justice be thy plea consider this-
That in the course of justice none of us
Should see salvation: we do pray for mercy.

En traducción libre de quien no se dedica a esto:

El perdón no es forzado.
Cae como la fina lluvia del cielo a la tierra y es dos veces bendito.
Agracia a quien lo concede y a quien lo recibe.
Es más poderoso en los más poderosos,
hace al monarca mejor que su corona.
Su cetro muestra la fuerza del poder temporal,
En ese atributo de la majestad
residen el temor y la reverencia a los reyes.
Pero el perdón prevalece sobre la soberanía del cetro,
su trono se erige en el corazón de los reyes,
es un atributo de Dios.
Cuando el perdón modera la justicia
el poder terrenal es más parecido al de Dios.
Entonces, judío,
aunque tu reclamo sea justo, ten esto en cuenta:
ninguno de nosotros debería ver la salvación en la justicia. Oremos por el perdón.

Aun cuando la cita de Brinzoni sea incompleta y deforme, su intención es clara: el Ejército rechaza la justicia y no tiene la humildad de pedir perdón, a tal punto que ni menciona la propuesta de Timerman de acudir a la tumba de sus padres. Sólo acepta imponer condiciones, como ocurre en la obra de Shakespeare.
La libra de carne
La trama de El mercader de Venecia, escrita entre 1596 y 1597, refleja los sentimientos antisemitas prevalecientes en Inglaterra más de dos siglos después de la expulsión de los judíos y no es coherente con las disposiciones de la Torá judía, que no concedían al acreedor ningún derecho sobre la persona física del deudor, ni siquiera el embargo de sus bienes si era pobre.
Antonio es un mercader cristiano a quien su amigo Basanio, noble pero pobre, pide ayuda para aspirar a la mano de Porcia. Como debe aguardar que lleguen dos barcos cargados de mercancías, para socorrer a su amigo Antonio pide un préstamo al judío Shylock, a quien desprecia y humilla. Firman un contrato por el que, a falta de pago, el prestamista tendrá derecho a cortar una libra de carne del cuerpo del deudor. Un amigo de Antonio inquiere:
–¿De qué te serviría la libra de carne?
–Para atraer a los peces. Y si no alimenta otra cosa alimentará mi venganza –responde Shylock. Agrega que Antonio lo ha avergonzado y se ha burlado de él, sólo por ser judío. Y con una frase que seguramente no figura en el “Shakespeare para generales” que consultó Brinzoni, porque explica las razones del humillado y perseguido, dice: “¿No tiene ojos un judío? ¿No tiene manos, órganos, cuerpo, sentidos, afectos, pasiones? ¿No lo nutre el mismo alimento, no lo hieren las mismas armas y lo postran las mismas enfermedades, no lo curan los mismos remedios, no lo enfrían y entibian el mismo invierno y verano que a un cristiano? Si nos hieren, ¿no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenan, ¿no nos morimos? Y si nos hacen daño, ¿no nos vengaremos? Si en lo demás somos iguales, también nos pareceremos en esto”.
La tormenta impide el arribo de los buques y Shylock reclama el cumplimiento de su contrato. Basanio ofrece pagarle el doble de lo debido, pero Shylock no acepta. Porcia toma parte en el juicio disfrazada de varón e implora la piedad del prestamista. Shylock insiste. Cuando Antonio se dispone a pagar la deuda con su vida, Porcia advierte a Shylock que el contrato lo autoriza a cortar una libra de carne, pero sin que sangre. “Una sola gota de sangre cristiana que viertas y por la ley de Venecia todas tus tierras y bienes serán confiscados”, dice, en una frase en la que resuenan los ritos satánicos atribuidos a los judíos. Cuando el asustado Shylock desiste de su reclamo y se conforma con el pago que Basanio le ofrece, Porcia insiste: como extranjero que ha intentado quitar la vida a un ciudadano de Venecia será condenado a muerte. La mitad de sus bienes irán al ofendido y la mitad al tesoro del estado. “Para que veas la diferencia con nuestro espíritu, te perdono la vida antes de que lo pidas”, le dice el Dux cristiano. Antonio le perdona luego la mitad de los bienes que le corresponden, con la condición de que Shylock se convierta al cristianismo y legue esa parte de sus bienes a su hija, casada contra la voluntad de Shylock con un joven cristiano.
La mención de esta obra en la carta al hijo de un hombre al que fuerzas del Ejército torturaron por ser judío y bajo un retrato de Hitler y al que despojaron de sus bienes y de su nacionalidad, es una nueva muestra de desprecio, descalificatoria en el funcionario de una república, pero congruente en quien eligió para representarlo como abogado de confianza a un dirigente neonazi. Quien llamó a Timerman para expresarle su solidaridad fue el antecesor de Brinzoni al frente del Ejército, Martín Balza.
El espejo chileno
Mientras en la Argentina Brinzoni borra con el codo todo lo que Balza escribió en la década anterior, en Chile el nuevo comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, reunió a todos los generales de su país y les entregó un documento de 70 fojas que marca una completa ruptura con el pinochetismo y con los crímenes de lesa humanidad cometidos por personal de las Fuerzas Armadas en las décadas anteriores. Ese texto, del que hasta ahora sólo trascendieron algunos fragmentos en el semanario Siete+7, dirigido por la periodista Mónica González Mujica, sepulta la doctrina de la Seguridad Nacional, en su lugar formula otra de “orden de paz para la libertad” y postula el acatamiento a las decisiones de los jueces, cuyas investigaciones ya han llevado a la cárcel a decenas de oficiales del Ejército. Cheyre es hijo de otro general que, hace tres décadas, fue encargado de investigar el asesinato del ex comandante en jefe René Schneider.
“¡Nosotros no somos guardianes de la sociedad!”, dijo Cheyre, quien de este modo se anticipó a la reforma de la Constitución autoritaria de 1980, que otorga a los militares el rol de garantes de la institucionalidad y elemento cohesionador de la nacionalidad, equivalente al de la corona en los países monárquicos, según explícita declaración de la comisión que elaboró la reforma. También sostuvo que “el Ejército de Chile no es heredero político” de la dictadura militar, cuya defensa “no nos corresponde, porque es una materia política”. En contra de las certezas inamovibles de la guerra fría, los altos oficiales deben aceptar “la existencia de la incertidumbre, la inseguridad y la ausencia de escenarios absolutamente predecibles”. Otro párrafo del discurso cuestionó “la tendencia errada a creer que el honor, el valor, la lealtad, son bondades de los hombres de armas y prácticamente ausentes en la sociedad civil”, la cual “tiene serios reproches morales por actos del pasado que no han podido ser superados”. El hombre que conducirá el Ejército chileno hasta 2006 agregó que “los fenómenos del pasado no los podemos cambiar; tenemos que vivir con ellos como testimonio que nos sirva en el presente y nos haga proyectarnos debidamente en el futuro. No obstante, sí podemos buscar la reparación de errores personales y asumirlos junto con el Estado”.
También dijo que además del reconocimiento de las atrocidades cometidas que formuló su predecesor Ricardo Izurieta, el Ejército estaba dispuesto a asumir otras acciones para “llevar tranquilidad a los deudos” y pidió a sus subordinados que no cuestionen las demandas de verdad de los familiares de las víctimas.
La Iglesia Católica chilena y parlamentarios del gobierno y de la oposición propician una amnistía para los presos de los movimientos Lautaro y Manuel Rodríguez, que también podría extenderse a algunos militares. Ante esa iniciativa que no surgió de sus filas, Cheyre planteó una serie de condiciones: que ningún oficial se resista a declarar ante los jueces, que el Ejército no intervenga en su defensa y que se ponga en práctica una política de reparación a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos.
Lesa humanidad
Con el fallo de la Sala I de la Cámara Federal de la Capital que esta semana confirmó el procesamiento del ex dictador Jorge Videla por los secuestros cometidos en aplicación del Plan Cóndor, quedó abierto el camino para investigar los operativos de represión ocurridos en la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. En el caso de las cúpulas respectivas no rige la ley de obediencia debida porque Videla, Pinochet, Stroessner fueron quienes impartieron las órdenes. Pero los camaristas también ordenaron identificar y juzgar a los responsables de jerarquías inferiores, porque aquella ley fue declarada nula e inconstitucional por dos jueces y la Cámara de Apelaciones de la Capital. La apelación de esas decisiones está en la Corte Suprema de Justicia, que no tiene plazos para tratarla. Entretanto, pueden avanzar las causas ya abiertas y las que se abran en el futuro. Y sigue pendiente en Resistencia la denuncia contra el propio Brinzoni por la masacre de Margarita Belén. La carta a Timerman sugiere que ese es el único diálogo posible con el jefe del Ejército.

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