Sáb 28.01.2006

EL PAíS  › REPSOL YPF RESPONSABILIZARA A LA ANTERIOR CONDUCCION POR INFLAR LAS RESERVAS

Una Cortina que impedía ver el pozo

Al acusar a la petrolera de apropiación indebida de reservas, Bolivia desató una crisis interna en Repsol. La actual conducción admitió que el dato de reservas en sus libros era falso, pero responsabilizará a la anterior, encabezada por Alfonso Cortina, por el hecho.

› Por Raúl Dellatorre

Tras la audaz decisión adoptada por la dirección de Repsol YPF, anunciando el recorte del 25 por ciento en la estimación de sus reservas internacionales de hidrocarburos, un fantasma empezó a sobrevolar por encima de los hombros de la compañía hispanoargentina: el de la petrolera Shell. Hace apenas dos años, su conducción fue descabezada tras admitir una reducción de sus reservas en un 20 por ciento. Para despegarse de ese funesto antecedente, los directivos españoles de Repsol tienen clara su estrategia: expondrán a la luz que la verdadera responsabilidad por el desfasaje en la contabilidad de las reservas es de la anterior conducción, que hasta octubre de 2004 encabezó Alfonso Cortina. “No fue tanto por Evo, sino más bien por un conflicto interno”, comentó en Madrid alguien muy cercano a la compañía. Lo innegable es que la postura del presidente de Bolivia y su ministro de Hidrocarburos fue indudablemente el detonante (ver nota aparte), que le sirvió a la vez a la gestión de Antonio Brufau para ajustar cuentas pendientes puertas adentro.

En febrero de 2005, cuando aún no se habían cumplido cuatro meses desde el cambio de autoridades, la conducción de Repsol YPF ejecutó un primer ajuste de las reservas, reduciéndolas en un 4,1 por ciento. Apenas 11 meses antes, Alfonso Cortina aseguraba ante la Junta de Accionistas que la diferencia entre los cálculos de la petrolera y las evaluaciones de auditorías independientes no superaban, en ningún caso, el uno por ciento (marzo de 2004).

Inmediatamente después de aquel primer ajuste (marzo de 2005), el directorio encabezado por Brufau decidió crear un Grupo de Control de Reservas, dependiente del Consejo de Administración. Le quitaba así atribuciones a la Dirección de Exploración y Producción de la compañía, con intereses directos en el tema y, por tanto, proclive a inflar las cifras en favor de su propia gestión. El Consejo de Administración contrató el asesoramiento de dos auditoras independientes, De Golyer & Mc Naughton y Gafney, Cline & Associates. Con la ayuda de consultoría externa, se elaboró un nuevo manual de control de reservas. La gestión anterior de Alfonso Cortina había quedado definitivamente bajo la lupa.

El cambio de autoridades en Repsol YPF coincidió no casualmente con el cambio de gobierno en España. Cortina y su grupo guardaban no sólo afinidades políticas con el gobierno de José María Aznar. Designados en el directorio de la compañía en representación del grupo BBVA como principal accionista minoritario, tuvieron más de un enfrentamiento con los representantes de otro grupo poderoso pero también minoritario: La Caixa, grupo financiero catalán, del que surgiría el nuevo presidente, Antonio Brufau. El mayor acercamiento de este último bloque empresario al PSOE no fue un impulso menor para el recambio, cuando José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Presidencia.

Si ya desde varios meses antes la medición de las reservas estaba bajo sospecha, ¿cuánto tuvo que ver la llegada de Evo Morales y su ministro Soliz Rada al poder en Bolivia en que se desatara la crisis de esta semana? En mucho, aunque se trate de dos procesos que transitaban por vías paralelas que sólo se tocaron en los últimos días.

“La expansión de Repsol en América latina a fines de los ’90 tuvo mucho que ver con un estilo que los acercaba a los gobiernos neoliberales, frágiles para dejarse imponer la voluntad de una empresa poderosa”, fue el racconto hecho ayer desde Madrid por la fuente consultada. La llegada de Evo Morales, imperiosamente, debía producir una ruptura de la vieja relación de Repsol con el Estado boliviano. Y Soliz Rada tuvo la oportuna idea de cuestionar la apropiación de las reservas de gas bolivianas por la petrolera.

En Madrid aseguran que el informe concluyendo que el cómputo de reservas en libros de Repsol YPF estaban inflado en 1254 millones de barriles de petróleo llegó a manos de Brufau días antes de la última Navidad. Con “lapatata caliente” en la mano –dicen allá–, el Consejo de Administración encargó una última revisión, una auditoría de lo ya auditado. Cuando no quedaron dudas, la decisión fue sacarlo a la opinión pública. La información, dicen, le quemaba al mandamás catalán.

¿Fue pura coincidencia que ocurriera justo en la semana que asumía Evo? Es posible, aunque sólo en parte. Repsol necesitaba salir del lugar de confrontación al que lo llevaba el discurso duro de Solíz, acusándolos de apropiación indebida de reservas. La respuesta más adecuada, se pensó en la compañía, era renunciar a esas reservas reclamadas por el Estado, y qué mejor que hacerlo coincidie con el anuncio de la reducción por recálculo global de la capacidad de sus yacimientos.

Brufau lo conversó personalmente con ambos –Morales y Soliz– antes de lanzar el anuncio, pero también tuvo que conversarlo con Kirch-

ner, ya que en el rebote las reservas declaradas en Argentina resultaban fuertemente impactadas por la revisión (en un 20 por ciento). “Lo de Bolivia era entendible, lo de Argentina parecía inexplicable”, admitió una fuente de la compañía, transmitiendo la sensación que se vivía en los momentos previos al anuncio del recorte de reservas.

Ayer, Brufau dedicó su única aparición pública justamente a apaciguar los ánimos con respecto al recorte de reservas en Argentina. “Repsol hará todo lo que sea necesario y vamos a luchar para evitar que se acentúe la declinación productiva (de petróleo y de gas), y si se produce, trataremos que sea lo más suave posible”, dijo, utilizando como vía un reportaje en Radio 10, de Buenos Aires.

El próximo paso será orientar las responsabilidades hacia la anterior conducción, dejando en claro que la actual no estaba en conocimiento de que tenía contabilizadas reservas infladas desde mucho antes. ¿Habrá una denuncia penal contra Cortina?, preguntó Página/12 a una fuente muy cercana a la actual conducción empresaria. “Es una decisión difícil; no sé si le conviene a la compañía, pero parece inevitable. Cualquier accionista puede demandar a las autoridades por el perjuicio patrimonial. ¿Cómo harían las actuales autoridades para deslindar responsabilidades?” En Madrid, según dicen, ya tienen la respuesta.

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