EL PAíS › LOS OCHO CAMIONES RETENIDOS EN ENTRE RIOS VOLVIERON A CHILE
Ocho camiones con material para la papelera Botnia volvieron a Chile. Pese a los pedidos, los cortes siguen en el recambio turístico.
› Por Laura Vales
–¿Hablamos en dos minutos? Quiero saludar a los camioneros antes de que se vayan –dice Lilia Moyano del otro lado del teléfono, en Colón, Entre Ríos. Sobre la ruta, pocos kilómetros antes del puente internacional a Paysandú, está produciéndose el acontecimiento del día: ocho vehículos chilenos con materiales para la construcción para la papelera Botnia están por dar la vuelta de regreso a Chile, llevándose su carga. Un escribano público llega al lugar y labra un acta. Deja constancia de que los camiones estuvieron retenidos por vecinos que se oponen a la instalación de la fábrica de celulosa. El escribano asienta que el bloqueo les impidió cruzar al Uruguay, añade que la situación duró doce días, que la empresa propietaria de los vehículos dispuso finalmente que volvieran a su país, que regresarán por Mendoza. Los choferes firman el documento. Antes de la partida, son varios los que, como Lilia, se les acercan; quieren despedirlos. Tras la convivencia forzada –los camioneros metidos de manera inesperada en un conflicto, tan inédito en sus alcances como en sus formas, los vecinos destinándoles buena parte de sus energías diarias, hablándoles de sus motivos, tratando de limar asperezas, en abierto plan de seducción–, dos semanas así y unos y otros ya no son desconocidos.
“Creo que si terminó todo bien es porque entendieron la causa. Siempre les dijimos que no era contra ellos sino contra la carga; estuvimos atentos a sus necesidades, tratamos de conseguir lo que nos pidieran. Nadaron en el río. Eran gente muy educada, tuvimos una muy buena relación”, señala la asambleísta.
Los ambientalistas vieron alejarse los camiones con un sentimiento de victoria, aun conociendo la precariedad de cualquier festejo. Lo definitorio será el fallo de la Justicia federal sobre el tema, ya que en Colón quedan tres camiones de otras empresas y siguen acercándose otros. Ayer, al mismo tiempo que ocho se retiraban de Colón, otros dos transportes con materiales para Botnia intentaron pasar a Fray Bentos por Gualeguaychú, donde la gente los bloqueó. El piquete se produjo pocas horas antes de que comenzara en ese puente, el San Martín, un nuevo corte de tránsito, en coincidencia con el recambio turístico de fin de mes.
La manifestación en el puente se mantendrá, por lo menos, hasta hoy a la mañana, dijo a Página/12 Javier Villanueva, secretario de Cultura de Gualeguaychú e integrante de la asamblea ambientalista. Villanueva fue parte de la delegación que el lunes se entrevistó con el gobernador Jorge Busti. En ese encuentro, el mandatario les pidió rever los cortes como modo de reclamo. “La actividad de esta tarde ya estaba votada”, señaló Villanueva al ser consultado sobre tal posibilidad. Si bien la idea va a discutirse entre los vecinos, la postura que llevaron los delegados fue que la asamblea mantendrá “su independencia de decisión”, y que mientras no haya “una señal de parar las plantas, va a ser difícil” que se decida desarmar la protesta.
Ayer, al tiempo que la Legislatura provincial trataba el pedido al gobierno nacional para llevar la denuncia a la Corte de La Haya, Busti insistió en terminar con los piquetes. “Fue válido, pero se agotó porque va terminando la temporada y vulnera derechos de tránsito”, sostuvo en declaraciones radiales. Ratificó también su idea de organizar “encuentros deportivos, culturales, con artistas argentinos y uruguayos”, con la intención de transmitir que “esto es a favor del medioambiente sano y no contra el Uruguay”. Para el gobernador, suspender “por 10 o 15 días” las medidas en los puentes podría distender la relación con el Uruguay y, quizá, retomar un diálogo.
¿Por qué la propuesta es estudiada con recelo en Gualeguaychú? Para muchos vecinos, el tema sólo consiguió la atención plena de las autoridades después de la marcha que reunió a 40 mil personas sobre el cruce internacional a Fray Bentos, en abril del año pasado. En la ciudad, hay temor de que la cuestión se diluya de la agenda política si baja el nivel del conflicto. Los pobladores, además, ven desde la costa crecer en la otra orilla la chimenea de una de las papeleras. Si ahora parece difícil detener su construcción, será aún más improbable que esto ocurra una vez que las obras estén avanzadas.
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