EL PAíS › ANIBAL IBARRA FUE DESTITUIDO POR LA LEGISLATURA POR LA TRAGEDIA DE CROMAÑON
Con el aporte de un kirchnerista, la Sala Juzgadora destituyó del cargo de jefe de Gobierno a Aníbal Ibarra con los diez votos justos. Lo responsabilizó de “mal desempeño de sus funciones” por el caso Cromañón. Ibarra no fue inhabilitado para ejercer cargos públicos y anunció que seguirá en política. Ahora queda en su cargo su vicejefe, Jorge Telerman.
› Por Santiago Rodríguez
Aníbal Ibarra, el mismo que primero salió indemne de la desintegración de la Alianza que lo llevó al poder y después de la deblace económica que siguió al “que se vayan todos”, no consiguió sortear ayer el mayor y más complicado escollo de su carrera: sin una estructura propia en que apoyarse, le resultó finalmente imposible evitar ayer que la Legislatura porteña lo destituyera de su cargo de jefe Gobierno por considerar que la tragedia de República Cromañón fue producto del mal desempeño de sus funciones. La destitución fue aprobada por los diez legisladores estrictamente necesarios, entre ellos un kirchnerista. Ibarra no fue inhabilitado para ejercer cargos públicos y no suspenderá su actividad política. “Vamos a seguir trabajando junto con la gente”, arengó a su tropa poco después de la sentencia. En su lugar queda ahora Jorge Telerman y en la Casa Rosada primó la cautela ante el cambio de escenario en la Ciudad de Buenos Aires.
Con la destitución de Ibarra culmina un proceso que siguió al incendio de República Cromañón, que en la noche del 30 de diciembre de 2003 produjo la muerte de 194 personas. Más de un año pasó desde entonces y también mucha agua corrió bajo el puente de la política porteña. La oposición empezó a responsabilizar a Ibarra por la tragedia ya en las horas posteriores de la tragedia y lo tuvo a maltraer –interpelación mediante– hasta que el ahora ex jefe de Gobierno consiguió recuperar la iniciativa con la convocatoria a una consulta por el sí o el no a su continuidad en el cargo. Aquella iniciativa quedó en la nada porque el ibarrismo no consiguió las firmas necesarias para hacerla y el macrismo y la izquierda dominaron la comisión investigadora que recomendó su juicio político. La Sala Acusadora tomó después como propio ese planteo y con los votos también justos en virtud del aporte de un kirchnerista aprobó su enjuiciamiento.
“Algo falló”, dijo Ibarra ya despojado de su cargo cuando entró al salón de la Legislatura donde sus colaboradores más cercanos aguardaron el desenlace del juicio político. No se refería a todo lo que ocurrió desde aquel fatídico 30 de diciembre y a la falta de un sustento político que determinó su presente, sino al resultado de la votación que acababa de finalizar. Estaban su hermano Rubén, el jefe de Gabinete, Raúl Fernández; la secretaria de Hacienda, Marta Albamonte; el subsecretario de Comunicación, Daniel Rosso; la subsecretaria de Derechos Humanos, Gabriela Alegre, y sus dos secretarias.
Ibarra y todos ellos empezaron a tomar conciencia de que algo había fallado mucho antes de que se votara el último de los legisladores necesarios para destituirlo. Cuando entró al recinto poco después de las 13 y se sentó en la primera fila de bancas, sabía que no saldría de allí como jefe de Gobierno: los datos que recibía de la Casa Rosada acerca de que los tres kirchneristas jugarían por su permanencia al frente de la ciudad se contradecían con los que le pasaban sus operadores en la Legislatura.
Una vez más Ibarra quedó sentado de frente a los familiares de las víctimas de Cromañón que desde hace más de un año querían verlo fuera de la jefatura de gobierno. En esta oportunidad no hubo incidentes, ni gritos ni reproches para los cinco que votaron en contra de la remoción; sólo una exclamación contenida en cada voto decisivo.
La votación comenzó minutos antes de las 14 en un clima de suspenso que se prolongó hasta que empezaron a conocerse los votos claves. Se sabía ya al mediodía que a favor de la destitución votarían los legisladores de PRO Daniel Amoroso, Marcelo Meis, Silvia Majdalani y Roberto Destéfano, además de Héctor Bidonde, de la izquierda, y Guillermo Smith y Facundo Di Filippo, del ARI.
En virtud del orden alfabético a Beatriz Baltroc le tocó votar en segundo lugar y fue la primera que lo hizo por la absolución. Aunque en las últimas semanas había dado señales de que podía decidirse en ese sentido, se la contaba entre los impulsores de la destitución de Ibarra y anteanoche su casa había sido atacada por grupos vinculados con los familiares. “Tenía una posición tomada y creí que la fiscalía iba a trabajar por esa posición. En el desarrollo del juicio me fui llenando de dudas y lo expresé a los familiares y la fiscalía”, explicó la legisladora de izquierda, después de un arranque en el que se manifestó “harta del autoritarismo, harta de intolerancia, de los que no tienen la tolerancia para evaluar conductas personales de cada uno de nosotros”.
Criticado por los familiares, el voto de Baltroc fue sorpresivo para la mayoría y llevó a muchos a suponer que el resto de la sesión sería un mero trámite en el cual se convalidaría la continuidad de Ibarra hasta el 2007. No fue así.
Ibarra tuvo asegurados desde un comienzo además del voto de Baltroc, los de la ibarrista Laura Moresi, el socialista Norberto La Porta y el kirchnerista Sebastián Gramajo. Estaba definida, además, la abstención de Elvio Vitali.
Con seis votos en su contra, la cuenta empezó a complicarse para Ibarra cuando llegó el turno de Florencia Polimeni. La radical que llegó a la Legislatura de la mano del macrismo votó por su destitución e hizo uno de los discursos más encendidos. “Quien tiene el poder para dar las órdenes es el ‘hombre de arriba’”, dijo tras recordar que ese fue el argumento que el abogado de Ibarra, Julio César Strassera, usó en el juicio a las Juntas Militares. También remarcó que en la película El Padrino “Don Corleone nunca da la orden de ejecutar a los jefes de las familias de Nueva York”.
El kirchnerista Helio Rebot le siguió en el orden e inclinó aún más la balanza contra Ibarra porque también votó por su destitución. La diferencia fue que el voto de Polimeni era previsible y el suyo no: en las últimas semanas, y después de aquel “Amigo Aníbal” que Néstor Kirchner le prodigó en un acto en la Casa Rosada, el kirchnerismo había cerrado filas detrás de Ibarra. Rebot argumentó que al cabo del juicio “quedaron acreditadas numerosas irregularidades que no tienen explicación” y remarcó que Cromañón “nunca fue inspeccionado” en el 2004 y “no debía estar abierto” la noche de la tragedia si se hubiese cumplido la normativa. También le reprochó a Ibarra –como todos macristas y los legisladores del ARI– su comparación del proceso con “un golpe institucional”. “Si usted denuncia canibalismo, no se puede convertir en un caníbal”, lo sermoneó.
Con esas cartas sobre la mesa, el voto de Gerardo Romagnoli se volvió decisivo, aunque Ibarra ya estaba perdido porque conocía de antemano que el zamorista había decidido desatender la decisión de abstenerse que Autodeterminación y Libertad había tomado en un plenario y jugarle en contra. Lo de Romagnoli fue acorde con su actuación a lo largo de todo el proceso y fue de un lado a otro con su discurso para rematar con un “voto por la destitución”.
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