EL PAíS • SUBNOTA › IBARRA DIJO QUE HUBO UN “GOLPE INSTITUCIONAL” EN LA CIUDAD
Poco después de ser destituido, el ahora ex jefe de Gobierno tuvo un breve contacto con la prensa en lo que fue un miniacto de apoyo de funcionarios y allegados. “Perdimos la oportunidad de acercarnos a la verdad y a la justicia”, consideró y dijo que el fallo intentó crear “un chivo expiatorio”.
› Por Eduardo Videla
“La historia no termina aquí: vamos a ir a la Justicia, pero también vamos a ir a la gente, con la gente.” En primera persona del plural, Aníbal Ibarra trazó de esa manera un esbozo de su futuro inmediato. Lo hizo en un breve contacto con la prensa, que fue también un miniacto de apoyo al ya destituido jefe de Gobierno, en el salón principal de un hotel ubicado a cien metros de la Legislatura. Había allí más de trescientas personas, entre funcionarios, militantes de organismos de derechos humanos, vecinos y los padres de víctimas de Cromañón que no apoyan la destitución y vienen acompañando a Ibarra en los últimos meses (ver página 6).
Había caras largas, algunos ojos rojos, entre quienes esperaban en el salón del NH la llegada del hombre que acababa de ser destituido. Un cordón policial tuvo que formarse en la puerta para frenar a los simpatizantes que querían entrar para expresar su apoyo al ahora ex jefe de Gobierno. “A la Justicia, a la Justicia”, comenzaron a corear dentro del hotel, cuando Ibarra ingresó al lugar, junto con sus abogados, a la plataforma donde lo esperaba un micrófono, rodeado por las cámaras de TV. Lo recibieron con un abrazo tres familiares de víctimas de Cromañón y representantes de organismos de derechos humanos.
Lo primero que hizo Ibarra fue anunciar su intención de recurrir a la Justicia para atacar el fallo que le hizo perder el cargo. Los que lo escucharon en la intimidad dicen que reconoce que la pelea legal tiene sus límites: un eventual resultado favorable, si ocurre, puede llegar cuando su mandato esté vencido.
Insistió en calificar su destitución como un “golpe institucional” y aunque no hizo nombres, responsabilizó a “algunos microemprendimientos de la política que llegaron (a la Legislatura) de distintas formas y que respetan la voluntad popular cuando les conviene”.
“No era una pelea personal: estaba en juego la voluntad de la ciudadanía –insistió Ibarra–. Por eso a muchos les dolió tanto que hablara de golpe institucional.”
Luego se dirigió a los “padres y sobrevivientes de la tragedia”, no tanto a los que estaban ahí sino a los que celebraban el resultado: “No sé si alguien podrá estar más tranquilo con esto; no se van a recuperar las vidas que se perdieron. Pero perdimos la oportunidad de acercarnos a la verdad y a la justicia.” El veredicto que acababa de escuchar, opinó, “intenta lavar culpas, crear un chivo expiatorio, pero nos aleja de la Justicia”.
“No hay opinión política que esté por encima de la opinión de la sociedad”, sentenció Ibarra y vaticinó que los legisladores que votaron en su contra “van a tener que rendir cuentas ante toda la sociedad”.
Ojeroso, algo recompuesto de la amargura que vivió durante la votación, Ibarra apeló varias veces a un pañuelo de papel para secar el sudor de su frente, aunque en el salón no hacía calor. Alentado por las expresiones de apoyo, hasta se permitió una sonrisa. Como si contestara la pregunta que se hacían todos pero que nadie formuló, habló de su futuro político: “No nos vamos a ir a nuestras casas. Vamos a seguir trabajando con la misma humildad y con los mismos ideales de siempre”, sentenció.
Después de agradecer a todos los que lo acompañaron, hizo especial énfasis en sus defensores, Julio César Strassera y Julio Golodny, que estuvieron junto a él, junto al micrófono, en el improvisado acto. Justamente fue Strassera el encargado de hacer el cierre, con una mención especial a dos de los quince votos que se escucharon en el recinto: “Uno es el de la diputada (Beatriz) Baltroc, un voto valiente y progresista de una opositora; el otro, que me causó profunda repugnancia, el de la señora Florencia Polimeni, una mujer presuntamente venida de la democracia, militante de Franja Morada, que se animó a votar junto al fascismo y que se atrevió a hablar de Don Corleone y Mario Puzzo (en referencia a Aníbal Ibarra)”. Indignado, el ex fiscal responsabilizó por el “golpe institucional” al “fascismo y la derecha más recalcitrante”. También dedicó un párrafo a Elisa Carrió, de quien dijo que “mandó a sus diputados a hacer el trabajo sucio”.
Ibarra se apresuró a salir del lugar antes de que hubiera preguntas de los periodistas. Lo acompañaban su hermana, Vilma, y algunos miembros del gabinete que él designó y que continúa bajo la gestión de Jorge Telerman: el jefe de Gabinete, Raúl Fernández, los secretarios de Infraestructura, Roberto Feletti; de Producción, Eduardo Epszteyn; de Educación, Roxana Perazza, y de Hacienda, Marta Albamonte. También estaba Marta Vázquez, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y representantes de Abuelas de Plaza de Mayo y de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas.
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