EL PAíS › EN LA CENA DE BIENVENIDA DE LA CUMBRE DE VIENA AFLORARON TODOS LOS DESENCUENTROS REGIONALES
La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia está cruzando la Cumbre de Viena. El premier español José Luis Rodríguez Zapatero le pidió al presidente Néstor Kirchner una reunión para tratar de encauzar un diálogo con Evo Morales, quien ayer criticó a Brasil y España por la explotación de los hidrocarburos en su país.
El español José Luis Rodríguez Zapatero se acercó a la mesa de Néstor Kirchner, lo saludó y también a su esposa, la senadora Cristina Fernández. Era la cena de honor que ofrecía el gobierno austríaco a los participantes de la Cumbre de la Unión Europea y América Latina que se desarrollará hoy. Pero Zapatero no estaba para disfrutar de los fastos en el palacio Hofburg. Le pidió un aparte a Kirchner y rápidamente arreglaron un encuentro para hoy. El español le dijo que necesita de su colaboración para rearmar la relación con el boliviano Evo Morales, quien ayer desechó cualquier resabio de lenguaje diplomático en la conferencia de prensa que ofreció en la sede de la cumbre. En una defensa de su decisión de nacionalizar los hidrocarburos, criticó a la brasileña Petrobras y a la española Repsol por trabajar fuera de las normas y ser “contrabandistas”. Adelantó que no piensa en ninguna indemnización y que Rodríguez Zapatero no cumplió su promesa de duplicar la ayuda humanitaria ni la de condonar las deudas a su país. La cumbre, se había anticipado, daba más para las espinas que para las rosas.
La expectativa previa a la cena era por la posibilidad de que Kirchner se cruzara con el uruguayo Tabaré Vázquez. Aunque el diálogo está cortado, nadie descartaba que un encuentro fortuito entre ambos volviera a encauzar el conflicto por las papeleras, como ya había sucedido una vez en Chile. Pero no pasó. Las matemáticas jugaban en contra –unos 60 presidentes poblaban el salón– y las ganas también. Por lo que se sabe, ninguno hizo el gesto de acercarse al otro.
Quienes sí lo hicieron, en cambio, fueron la premier alemana Angela Merkel y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. El contacto sirvió para confirmar los encuentros que mantendrán hoy, uno a la mañana y otro a la tarde, cuando descansen de las deliberaciones que se llevarán a cabo desde temprano en el moderno centro de convenciones Messe Wien. Precisamente, en la sala de prensa del lugar ayer apareció Evo Morales para dar una serie de definiciones que fueron la comidilla del día en la capital austríaca.
El conflicto venía en un in crescendo y ya es difícil decir si iguala o supera el de Argentina y Uruguay por las papeleras. Primero, a la decisión sorpresiva de Evo de nacionalizar los hidrocarburos le siguió aquella cumbre convocada de urgencia en Puerto Iguazú entre Kirchner, Evo, Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva que terminó con los presidentes sonriendo para las cámaras. La paz duró poco porque el canciller Celso Amorim reveló luego que allí Lula le había recriminado a Chávez haber sido el impulsor de la medida de Evo en contra de Petrobras que le generó muchos problemas en Brasil, sobre todo de parte de los sectores paulistas y de quienes le critican su política a favor de la integración. El gobierno venezolano de inmediato cruzó al indiscreto Amorim. El último capítulo lo aportó Evo cuando ayer volvió sobre la cuestión y no sólo abarcó a Petrobras, sino también a Repsol y a Rodríguez Zapatero.
En algún momento se había especulado con un encuentro entre el jefe de gobierno español y Evo aquí, pero luego ambos lo descartaron. Ante la andanada, Rodríguez Zapatero fue a buscar anoche a Kirchner y quedaron en verse. También hay temas de la agenda bilateral por tratar, pero ahora “el expediente Bolivia” se convirtió en el principal, al menos para los intereses españoles. A los ojos externos –cerca del Presidente admiten eso–, Argentina siempre funcionó como el gobierno que podía “contener” a Bolivia, lo mismo que con Brasil podían “contener” a Venezuela.
“Quien habló de esa teoría de la contención, se equivocó. Eso es algo que no se puede reconocer abiertamente”, explicaba ayer un funcionario argentino que se mueve en el ámbito diplomático. “Porque si Chávez y Evo la juegan de revolucionarios, está claro que no van a dejar que digan que los contienen. Ellos quieren demostrar que no los maneja nadie”, agregaba.
El Mercosur llegó a la cumbre vienesa con una situación interna inimaginable hasta hace poco. Con Argentina y Uruguay peleados por las papeleras. Con Paraguay y Uruguay enfrentados con Argentina y Brasil por las diferencias comerciales dentro del bloque. Con Argentina y Brasil recelosos de Chávez por sus movimientos sinuosos respecto de los otros países de la región. Y con el recelo que se convirtió en asombro luego de la jugada de Evo, a quien consideran muy influenciado por el venezolano.
“Lo que hizo Evo tiene sólo explicación en su sencillez. Es sencillo, no hay una elaboración de pensamiento. Se podría decir que llegó al gobierno antes de tiempo, es como si el PT en Brasil hubiera ganado en 1985. Hubieran hecho una política testimonial sin pensar en la gobernabilidad”, analizaba anoche un alto diplomático argentino.
Unos metros más allá, Kirchner, Cristina y otros integrantes de la comitiva tomaban algo en el café Mozart, justo enfrente de la Opera. Según les explicaron, es el café al que desde hace siglos van los artistas luego de las funciones en el teatro. Pero a la hora en que llegaron, después de la cena de honor, ya casi no había clientes. Sólo pasaban por la vereda dos chicas de Río Negro, muy jóvenes, que no podían creer que se pudieran sacar una foto con el Presidente a tantos miles de kilómetros de sus casas.
Quienes hablaron del tema con el Presidente aseguran que él confía en la solidez de su vínculo con Lula. Y que cree que el eje Argentina-Brasil tiene la suficiente fuerza como para aguantar sobre sus espaldas todo el Mercosur. Por eso, ya no vería imprescindible llegar a un acuerdo con Uruguay por las papeleras o evitar que Tabaré firme un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. “Perdió el feeling a nivel personal. Es como que le perdió el respeto”, comentó un integrante de la comitiva que conversó con Kirchner sobre la situación con Uruguay.
Otra cosa es la situación respecto de los movimientos de Venezuela y Bolivia. Por cierto, Kirchner no se muestra tan preocupado como Lula. “Hay dos aspectos. Por un lado, Argentina no necesita el gas boliviano como Brasil. Por el otro, Chávez siempre le cumplió a Kirchner, y eso el Presidente se lo reconoce”, explicaba un funcionario. La referencia era a la millonaria compra de bonos argentinos que acumula el venezolano. Ahora bien, Kirchner reconoce –y se lo comentó ayer al presidente de Austria, Henz Fischer, en la reunión que mantuvieron– que el petróleo venezolano y el gas boliviano se convirtieron en un factor de poder en la región. Lo que resta saber es hasta qué punto esos factores de poder en juego pueden mantenerse en equilibrio.
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