EL PAíS
› OTRO CACEROLAZO FRENTE AL PALACIO DE TRIBUNALES
Para que se vaya la Corte
A las cinco de la tarde, las ollas empezaron a afinarse en Tribunales. Todos unidos por el repudio a la impunidad que garantiza la Corte. Aparecieron algunos políticos y sindicalistas.
Por Victoria Ginzberg
Tapas de olla, cacerolas, panquequeras, campanas, panderetas, latas de dulce de batata, ceniceros, cucharas, latas de gaseosa. Todo sonó a partir de las cinco de la tarde frente al Palacio de Tribunales, donde la frase más coreada, dirigida a los ministros de la Corte Suprema fue: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Los jueces contaron con una custodia especial, más de cien gendarmes con cascos, escudos y armas largas que fueron traídos desde Santiago del Estero. Los uniformados fueron convocados luego de la primera protesta contra el máximo tribunal que se realizó la semana pasada y hasta duermen dentro del edificio.
Quince minutos después de las cinco de la tarde, ya había una multitud en la Plaza Lavalle. Muchos abogados, pero también empleados, amas de casa, desocupados, estudiantes y profesionales de distintos rubros pedían a gritos y a golpes de cacerola la renuncia o destitución de los ministros de la Corte.
“Poné esto: paredón a todos los jueces de la Nación”, apuntó Mirta Palavecino mientras hacía sonar un jarrito de cobre. “Corte traidora te va a llegar la hora”, cantaban algunos. Pero la abogada Patricia Szaidenfis no acordaba: “No fueron traidores, fueron leales y buenos empleados de sus patrones”, le decía a su socio Manuel Gaggero. Los manifestantes no sólo descargaron su bronca contra los magistrados, también criticaron al ministro de Justicia, Jorge Vanossi, por su visita de la semana pasada a la Corte. “El los está bancando”, aseguró Carlos, ex técnico de vuelo de Aerolíneas Argentinas.
A diferencia de la protesta contra la Corte del viernes 28 de diciembre, a ésta acudieron algunos políticos, de los que aún pueden salir a la calle. Vilma Ripoll, Eduardo Jozami, Rafael Bielsa y Alicia Castro se ubicaron sobre la calle Talcahuano. “A mí me tocó el primer per saltum de Argentina y conozco la sensación de estar privada de Justicia”, aseguraba Castro en referencia a la maniobra de la Corte para convalidar la privatización de Aerolíneas durante el primer gobierno de Carlos Menem. El diputado Luis Zamora se convirtió en un caso único. Mientras caminaba, la gente se acercaba para saludarlo, darle un beso, expresarle su apoyo y conversar sobre el futuro de la izquierda. También estuvieron presentes los dirigentes sociales Víctor de Gennaro, de la CTA y Luis D’Elía, de los desocupados de La Matanza. Hebe de Bonafini pasó con las Madres, sus pañuelos y una botellita de plástico con la que contribuyó a la protesta. Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora golpeaba sus llaves contra una lata al lado del pastor José De Lucca, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. Ambos acababan de llegar del acto en el que se rindió homenaje a los muertos por la represión del 20 de diciembre. “Ahora venimos acá para decir fuera a esta Corte, que convalida el genocidio económico y la impunidad”, expresó De Lucca.
Los gendarmes del destacamento móvil número cinco de Santiago del Estero vigilaban la protesta desde una doble fila en las escalinatas del Palacio de Tribunales. Los cascos, escudos, pistolas lanzagases y armas largas no dejaban entrar a nadie. En la puerta había cerca de cien y otro tanto dentro del edificio. Los uniformados “cuidan el edificio” desde el 28 de diciembre y no estaban de buen humor, ya que se habían pasado hasta el año nuevo en el Palacio de Justicia. “¿Ustedes saben a qué hora va a terminar esto?, es que ya tenemos los pasajes para mañana”, le preguntaba un gendarme a una señora toda vestida de celeste y blanco mientras uno de sus compañeros se tapaba disimuladamente los oídos a causa de una cacerola que le sonaba muy cerca. “Esto está muy tranquilo, nosotros mientras no hagan nada contra el edificio, no intervenimos”, decía el gendarme que se terminó sincerando con la mujer de los colores patrios y le contó que “tenía la plata de un autito en un banco, me mandaron a Mosconi y cuando llegué, estaba en el corralito”.
Luego de marchar alrededor de los tribunales, cantar dos veces el Himno y no parar durante dos horas de pegarle a las cacerolas y todo elemento demetal que estuviera dando vuelta –hubo preferencia por los carteles que señalaban el espacio reservado de estacionamiento para los miembros de la Corte– la multitud gritaba “si no renuncian no nos vamos nunca más”. Los manifestantes no empezaron a irse hasta que un miembro de la Asociación de Abogados Laboralistas anunció, con un megáfono, un nuevo cacerolazo para el próximo jueves a la misma hora. “La movilización tuvo dos destinos, la Corte y la dirigencia política. Los representantes del pueblo tienen que hacerse cargo de la señal de la sociedad. Es difícil que la clase política siga mirando para un costado. Durante diez años radicales y peronistas cajonearon los pedidos de juicio político pero ahora les va a resultar muy difícil o van a tener que pagar un precio muy alto”, resumió al finalizar Luis Ramírez, presidente del organismo que convocó a la protesta.
Subnotas