EL PAíS › EL VATICANO LE ACEPTO LA RENUNCIA A BASEOTTO
Benedicto XVI aceptó la renuncia que el obispo castrense le envió cuando cumplió 75 años. El Gobierno evalúa ahora elegir un reemplazante de una terna que ya preparó el Episcopado o directamente disolver la vicaría castrense. En una entrevista, el sociólogo Mallimaci se pronuncia por esta alternativa.
El papa Benedicto XVI aceptó ayer la renuncia como obispo castrense de monseñor Antonio Baseotto, un icono de los sectores más críticos de la política de derechos humanos del Gobierno. Baseotto será reemplazado provisoriamente por el vicario general Pedro Candia hasta que la administración kirchnerista se incline por alguna de las dos alternativas que por estas horas se barajan: la de evaluar el nombre de un reemplazante definitivo o la de disolver directamente el obispado.
Baseotto había presentado su dimisión el 4 de abril, al cumplir 75 años, el límite de edad que establecen las normas canónicas para cumplir tareas pastorales. El Papa tenía que resolver al respecto, aunque sin plazos perentorios. Finalmente sucedió ayer.
“La Nunciatura Apostólica en la Argentina comunica que el Santo Padre Benedicto XVI ha aceptado la renuncia presentada por monseñor Antonio Juan Baseotto, ordinario castrense para la Argentina, por razones de edad”, subraya la comunicación oficial. Baseotto pasará a ser obispo castrense emérito.
En su lugar asumirá Candia, un protegido del arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, y de Esteban Caselli, el ex secretario de Culto de Eduardo Duhalde y de Carlos Ruckauf. Aguer y Caselli solicitaron en un momento al secretario de Culto, Guillermo Oliveri, que la Cancillería propusiera la designación de Candia como obispo coadjutor, con derecho a sucesión de Baseotto. El entonces canciller Rafael Bielsa se negó, aduciendo que no compete al Gobierno sino al Vaticano la propuesta, a partir de una terna elevada por el Episcopado.
Candia nació en 1957, ingresó al Colegio Militar tres semanas antes del golpe militar de 1976. Egresó en 1979 como subteniente de la Promoción 110 del Ejército. En mayo de 1987, abortada la rebelión carapintada, se fue de baja con el grado de teniente primero e ingresó al seminario. En la actualidad se desempeñaba como vicario general del obispado castrense.
La aceptación de la renuncia de Baseotto se conoció en Roma a través de L’Osservatore Romano y, en Buenos Aires, a través de la agencia AICA, luego de que lo informara el nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini. La versión ya había circulado el lunes en medios gubernamentales y eclesiásticos, que se mostraron molestos por la difusión de la noticia antes de que el Vaticano la hiciera oficialmente pública.
La cúpula del Episcopado argentino recibió la noticia en Aparecida, Brasil, donde participa de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Voceros de la delegación comentaron que el cardenal Jorge Bergoglio se enteró ayer mismo de la noticia.
La última aparición pública de Baseotto se produjo el pasado 29 de abril. Fue durante la celebración de los 50 años de ordenación sacerdotal en la Congregación del Santísimo Redentor, con una misa en el templo parroquial de Nuestra Señora de las Victorias.
La Secretaría de Culto evitó hacer comentarios para sumar “prudencia” a la negociación que ahora deberá entablar para la designación del sucesor de Baseotto. La Iglesia argentina ya envió a Roma una terna de candidatos integrada por los obispos de Chascomús, Carlos Malfa; de Avellaneda, Rubén Frassia, y un tercero que podría ser el obispo de Rafaela, Carlos Franzini, o el vicepresidente segundo del Episcopado, Agustín Radrizzani, según distintas fuentes.
Desde algunos sectores del Gobierno también se atiza un camino más drástico, como la disolución del vicariado castrense. Concretamente, un sector del oficialismo aspira directamente a denunciar el acuerdo firmado entre la Argentina y el Vaticano en 1957, que estableció la creación de esa vicaría con el fin de eliminarla. Existe un proyecto de ley en la Comisión de Relaciones Exteriores que promueve ese mismo camino (ver aparte).
El gobierno de Néstor Kirchner había pedido la remoción de Baseotto en marzo de 2005, luego de que se conociera una carta del prelado al ministro de Salud, Ginés González García, en la que lo criticaba por su postura sobre la despenalización del aborto. En esa misiva, Baseotto utilizó una cita bíblica donde Jesús afirma que “los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar”, lo que para el Gobierno se trató de una apología de los temibles “vuelos de la muerte” que se realizaban en la dictadura militar.
La polémica se desató luego de un reportaje que Página/12 le realizó a González García el 14 de febrero de 2005.
–¿Hay que despenalizar el aborto? –preguntó este diario.
–Sí, yo pienso que hay que despenalizar el aborto.
–Va a generar discusión.
–Me parece bien. Yo trato de no hacerlo porque ya tengo demasiado combate, pero cuando alguien me pregunta digo lo que pienso.
–Aunque se irrite la Iglesia.
–Con esto se irrita todo el mundo, pero qué quiere que haga. No soy mentiroso. Además yo creo que la despenalización del aborto tiene que ver con cuestiones sanitarias. Si el aborto se hubiera despenalizado, muchas de esas mamás que no concurren al médico, o que llegan al borde de la vida, se salvarían. Creo que el programa de salud reproductiva previene muchos abortos a través de la prevención de embarazos no deseados.
Tras la carta de Baseotto, el Gobierno inició una ofensiva para desplazarlo del obispado. El Vaticano se negó a removerlo inmediatamente, por eso la administración kirchnerista le quitó el rango de subsecretario y el sueldo que el Estado paga al obispo castrense. Además lo desconoció en ese cargo, algo que desde ayer no deberá seguir haciendo, sencillamente porque ya lo dejó.
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