EL PAíS › LAS LECCIONES Y EXPERIENCIAS DEL ENCUENTRO EN ARGENTINA
“Hay que definir las tácticas”
El brasileño Raúl Pont habla del próximo paso que debería dar el Foro: “Generar una agenda concreta, para no perder fuerza”. El venezolano Salazar arrima experiencias para entender lo que pasa en su país y el rol del chavismo. Fueron dos de los muchos participantes extranjeros en el Foro Social en Argentina, preparatorio para el próximo de Porto Alegre y generador de un calendario de acciones en todo el hemisferio. Uno desde su posición en el PT de Lula y la experiencia de haber sido intendente de Porto Alegre, el otro desde su lugar en el movimiento bolivariano, aportan al debate sobre los modelos.
Por Eduardo Tagliaferro
Su hablar pausado y un portuñol accesible para el público argentino fue una de las claves del entusiasmo producido por las palabras de Raúl Pont en el Foro Social en Argentina. Claro que la principal fue que este ex intendente de Porto Alegre y uno de los fundadores de PT tenía algo para decir: transmitir la experiencia de un movimiento político que a 22 años de su nacimiento hoy está muy cerca de triunfar en las elecciones presidenciales de Brasil. No desconoce que el poder tendrán que seguir buscándolo. Y eso es algo que sabe bien este ex empleado bancario nacido en Uruguayana que terminó su maestría en Ciencias Políticas en la Universidad de Campinas en San Pablo. “El Parlamento es el espacio de la derecha”, afirma en diálogo con Página/12 para advertir que, si Lula pretende dar allí la batalla contra el modelo, estará en dificultades. Su definición también lleva consigo una estrategia: “No hay que pedir permiso para instrumentar el presupuesto participativo” u otras políticas históricas del PT, dice avanzando sobre el escenario que se le puede presentar a Lula si se convierte en presidente.
–¿Qué lectura hace del Foro en la Argentina?
–Es importante la preparación del Foro Social Mundial. Estos encuentros preparatorios, masivos, que involucran tanta gente, superan los conocimientos teorizados. Una de las dificultades del Foro Mundial es no sacar conclusiones para definir tácticas correctas. El Foro no es una internacional de partidos, ni una central partidaria, pero la agenda tiene que avanzar en estos puntos. Si no el Foro irá perdiendo fuerza.
–La crisis argentina es definida como el fracaso del neoliberalismo, ¿Cómo definiría la situación del Brasil?
–Como acá, el gobierno es rehén de la deuda externa. Nosotros no tuvimos una situación tan grave como el congelamiento monetario, aunque durante varios años los gobiernos en Brasil intentaron hacerlo. Pero la presión de los movimientos sociales y la crisis económica de algunos sectores exportadores lo evitaron. Esto sumado a la presión del mercado llevó a una devaluación. Sólo en el cono urbano de Porto Alegre se perdieron 50 mil puestos de trabajo. Luego del impulso de políticas laborales y una nueva política industrial de nuestro gobierno se reconstruyeron entre 25 mil y 30 mil empleos. Pienso que es muy difícil volver a la situación anterior porque el capital intensivo y las industrias también se han desarrollado. Igualmente hay similitud entre nuestros países, aunque Petrobrás, el Banco de Brasil, la caja de ahorros y uno o dos bancos provinciales, las compañías de agua e Itaipú, en el campo energético, aún están en manos públicas. La gran burguesía brasileña no tiene otra alternativa que adherir al ALCA.
–¿Ese bloque es uniforme?
–No, estoy hablando de la gran burguesía, la vinculada a los grandes bancos o a la importación y exportación. No hay ningún partido del centro, de la socialdemocracia o de la derecha que haya defendido al Estado en los últimos 20 años. Como contrapartida, en tiempos de la dictadura, ARENA hizo más estatizaciones que el nacionalismo populista de Getulio Vargas. Todo el sector petroquímico y energético nació al calor del Estado. Hoy los grandes grupos económicos de la clase dominante no confrontan contra el ALCA. No les gusta mucho, pero no tienen alternativas. Solamente la izquierda y algunos sectores del partido de Brizola –que se está desmoronando luego de la alianza que hizo con Ciro Gómez– son los que confrontan.
–¿El PT se retiró del comité que impulsa el plebiscito sobre el ALCA?
–Estamos impulsando el plebiscito. Sólo que no estuvimos de acuerdo con la cantidad de preguntas que se formulaban. Nosotros queríamos dos o tres para facilitar la participación de la gente. Pero el comité eligió incluir cinco o seis, lo que convierte el tema más en una encuesta que en unavotación. Pero el tema nosotros lo incluimos en la agenda de nuestra campaña. Incluso salimos en los diarios defendiendo la votación.
–En diciembre pasado, Lula dijo en el Foro de San Pablo que la izquierda podría llegar al gobierno pero no para hacer una política vergonzante como la de Fernando de la Rúa. ¿Considera que podrán sortear las presiones de los organismos internacionales de crédito?
–El tema está en debate en el partido. La corriente mayoritaria, cuando votó la inclusión de José Alencar como vicepresidente, puso el acento en lograr en el Congreso nacional la gobernabilidad. Nuestra corriente y otras no estamos de acuerdo. Consideramos que este camino no lleva a ningún lugar, ya que en Brasil el voto es nominal. Para presidente hay una lista y para diputados otra. En la mejor de las hipótesis no vamos a tener más del 20 por ciento del Legislativo. Eso sería una gran victoria, ya que actualmente tenemos un 12 por ciento. Pero con ese porcentaje no se puede hacer nada. El Congreso está dominado por la reacción, por el clientelismo. Para nosotros Lula en su campaña debe comprometerse en llevar adelante una democracia participativa desde el gobierno federal. Un nuevo federalismo. Una nueva forma de construir el presupuesto nacional. Cambiar la relación de fuerzas y decidir esto con la gente y no en el Congreso, que es el campo del adversario, de la derecha.
–¿Y cómo condicionará a Lula el actual gobierno?
–Los acuerdos firmados por Fernando Henrique (Cardoso) para obtener 30 mil millones de dólares que engrosaron la deuda, el acuerdo con el Fondo de mantener un superávit primario de 3,7 del presupuesto son imposibles de concretar. Si esto no se modifica, todos los recursos serán para pagar la deuda externa. Sin financiamiento Lula quedará totalmente amarrado.
–¿Entonces, al igual que De la Rúa, quedará preso de una política vergonzante?
–Claro. Por eso nosotros daremos la discusión en el partido para que Lula tome otra vía. Nosotros no pedimos permiso a la Asamblea Legislativa de Rio Grande do Sul para implementar el presupuesto participativo. No pedimos licencia al gobierno federal para aumentar el sueldo de los estatales. Hoy el salario mínimo de Rio Grande es 30 o 40 por ciento más alto que en el resto de Brasil y esto no llevó a ninguna crisis, ni a la quiebra del Estado, no se cayeron los cielos. En Rio Grande, todas las corrientes, aun las mayoritarias, saben que ese fue el camino que nos llevó a la victoria. Si no seguimos ese camino será muy difícil crecer.
–Pero así como no hay dos regiones iguales en Brasil, tampoco hay dos PT iguales.
–Hay algunas ciudades en las que estamos gobernando y que por la relación de fuerzas no alcanzamos a llevar adelante un proyecto como el de Porto Alegre. Es el caso de San Pablo. Marta (Suplicy) está en el segundo año de gobierno y mantiene una experiencia piloto. No está llevando adelante el presupuesto participativo en su totalidad, sólo en áreas. El presupuesto participativo es una transferencia, una devolución del poder del alcalde a la población organizada, que no es una simple isla. Quedar atrapados en el Congreso es quedar en manos de la derecha.
–¿El Mercosur sigue siendo un proyecto válido?
–Tenemos que retomar la lucha por una nueva integración. Esta no se puede hacer como en el `99 con nosotros devaluando y con (Carlos) Menem manteniendo el cambio fijo. Nosotros no defendemos el Mercosur para que la General Motors o la Ford no paguen importaciones y cualquier gaúcho de Brasil no pueda venir a la Argentina o viceversa. Aceptar el ALCA sería para nosotros una derrota total. Nuestra economía junto con la Argentina, la de Paraguay y la de Uruguay no llegan al 8 por ciento del PBI norteamericano. Sólo la estadounidense es del 73 o 74 por ciento. ¿Qué área de libre comercio se puede hacer con esta desigualdad?