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Una alarma de color ambiguo para un riesgo ambiguo en la Argentina
Argentina está en “alerta casi rojo”, equivalente al declarado en EE.UU. No es que haya un peligro inminente, sino por la existencia de una advertencia mundial. Fue reforzada la seguridad en edificios judíos, islámicos, norteamericanos y empresariales.
› Por Raúl Kollmann
“Alerta máximo” es como llaman en la Argentina lo que en Estados Unidos llamaron “Alerta naranja”, o sea, alerta casi roja. En concreto significa que desde anoche hay doble custodia y doble patrullaje sobre lo que se conocen como objetivos judíos, islámicos y, sobre todo, norteamericanos. No se trata solamente de la Embajada de Estados Unidos, sino también las principales empresas y también las delegaciones diplomáticas de otros países que han jugado como aliados de Washington en la arena internacional. Igualmente en las fronteras se incrementó la vigilancia, con mayor control a quienes entran al país y un especial registro a los vehículos que puedan ingresar explosivos. Por ejemplo, los camiones de combustibles. El “alerta máximo” no responde a un dato en particular ni a información precisa que apunte a un peligro en la Argentina: se puso en marcha porque existe una especie de advertencia mundial.
“Ninguna de las agencias internacionales de inteligencia nos ha hecho llegar elementos que marquen a nuestro país como eventual objetivo de un ataque este 11 de septiembre –le dijo a Página/12 uno de los máximos responsables del operativo–. Por supuesto, todos los gobiernos, y obviamente también el nuestro, decidieron tomar precauciones porque otro atentado, en la misma fecha que el anterior, significaría un golpe durísimo, un papelón mayúsculo de los aparatos de seguridad y producirían un envalentonamiento de los terroristas. Allá en Estados Unidos están batiendo el parche como nunca, en parte porque les conviene. Es una forma de hacer propaganda con consignas patrióticas, preparar el terreno para un eventual ataque contra Irak y, de paso, tapar en ese clima las gravísimas fallas que se vieron en la prevención del ataque contra las Torres Gemelas.” Los especialistas argentinos igualmente reconocen que puede darse el llamado “efecto imitación”, o sea que un fanático aislado, tal vez sin militar en ninguna organización fundamentalista, se lance a un ataque en el que se inmole. “No se pueden descartar los locos sueltos, que a lo largo del año transcurrido hayan ido imaginando un final heroico para sus vidas”, redondeó el experto en materia antiterrorista.
Las medidas que se están aplicando hoy en la Argentina son las siguientes:
- Se han movilizado el doble de los efectivos que habitualmente se mueven en la custodia de objetivos posibles del terrorismo. Hay una especie de acuartelamiento de distintas fuerzas de seguridad.
- Se intensifican las recorridas de los vehículos que van de uno a otro objetivo, o sea en las rondas con las que se controlan las custodias.
- Se les puso guardias no sólo a los edificios de las comunidades judía e islámica, sino también a todo lo que pudiera ser tomado como emblemático de Estados Unidos.
–¿Hay custodia en todos los McDonald’s? –preguntó este diario.
–No, eso es imposible. Pero los patrullajes son más intensos y se trata de abarcar a la mayor cantidad de objetivos como ese.
- Se dispuso también el Alerta Máximo en las fronteras. Significa que se revisa minuciosamente la documentación de los que entran al país y se chequea en una especie de padrón internacional de sospechosos de actividades terroristas.
- También se puso en marcha un control más riguroso de los vehículos que entran a la Argentina, en especial los camiones que puedan entrar explosivos o elementos para un atentado. Hay una orden de inspeccionar, vehículo por vehículo, a los camiones de combustible.
A un año del 11 de septiembre, y salvando las proporciones, Estados Unidos y Argentina viven alertas parecidos con un punto en común: aquí, los atentados no fueron esclarecidos y sus autores están en libertad; allá, de Osama bin Laden no saben nada y encima no está claro si Al-Qaida quedó con poder para golpear otra vez.
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