EL PAíS • SUBNOTA › LOS PEQUEñOS Y MEDIANOS PRODUCTORES Y SUS REPRESENTACIONES
› Por Darío Aranda
En las provincias argentinas existe un sinfín de organizaciones que se autodenominan “el campo” del país. Nacida en 1912, a partir de una huelga de arrendatarios grabada en la historia como Grito de Alcorta, la Federación Agraria Argentina (FAA) se ufana de representar a los “pequeños y medianos productores”. Con una estructura vertical de toma de decisiones, y un discurso progresista, no pretende cambiar el modelo agropecuario –fomenta la siembra de soja y el monocultivo– y centra su debate en la mejora de la rentabilidad. En el actual paro patronal, formó un frente junto a las entidades más ricas y conservadoras del país. “Muchos ‘federados’, como lo llaman ellos, intentaron e intentan desalojar habitantes ancestrales. Y muchos de nuestros compañeros son explotados por sus chacareros. Sin duda, entendemos y defendemos el campo de distinta forma”, explican desde el Movimiento Campesino Indígena (MNCI), que tiene entre sus referencias a los Sin Tierra de Brasil y los zapatistas mexicanos, con una mirada crítica de la realidad campesina, formas de construcción participativas, conformado por trabajadores rurales sin tierra, comunidades indígenas y familias de Santiago del Estero, Córdoba, Misiones, Mendoza, Salta, Jujuy y Buenos Aires. No tienen estatuto, presidentes, secretarios ni burocracias.
“En la década del ’70, el Movimiento Rural (germen de las míticas Ligas Agrarias) estaba en decidida oposición a la FAA, se alumbraba un camino inédito, el campesinado sentía que podía avanzar más legítimamente, desprendiéndose del lastre de las organizaciones que, como la propia FAA, habían servido tradicionalmente a los campesinos ricos y grandes propietarios en desmedro de los campesinos pobres y medios”, afirma el investigador de movimientos sociales Francisco Ferrara en su libro Los de la tierra. De las ligas agrarias a los movimientos campesinos. FAA combatió a las Ligas Agrarias, organización de productores no federados. La dictadura militar hizo el resto: persiguió, secuestró y desapareció militantes de base. Las Ligas fueron desarticuladas.
En la actualidad, la FAA forma parte de CTA, comanda el Foro de la Agricultura Familiar (experiencia impulsada por la Secretaría de Agricultura con intención de agrupar a las organizaciones de pequeños productores, pero con nula representatividad más allá de FAA), cuenta con cuadros políticos en los gubernamentales Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Centro de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar (Cipaf) y maneja el oficial Programa Social Agropecuario (PSA). Su objetivo: manejar la promocionada (y aún inexistente) Subsecretaría de Agricultura Familiar.
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