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En la jerga de los investigadores privados se los conoce como los “Mistery Shoppers”. Algo así como los “consumidores misteriosos”. Suelen utilizarse en las operaciones de espionaje entre empresas de consumo, interesadas en conocer los lanzamientos de la competencia o los precios de venta de sus nuevos productos. Hasta ahora no se registraban casos en el sistema financiero. Pero la crisis lo pudo.
En medio de la fuga de depósitos y las masivas transferencias de fondos entre bancos, uno de los bancos líderes de la plaza financiera contrató el servicio de los “consumidores misteriosos” para averiguar la conducta de la competencia, en especial en los bancos Boston, HSBC y el Citi. Lo que se habría constatado tras las averiguaciones fue que ante las consultas de confundidos y atemorizados ahorristas, en esas entidades se les recomendaba trasladar sus fondos desde los bancos en donde tenían hecho los depósitos hacia los bancos extranjeros. El argumento principal era que de esa forma se ganaba en seguridad.
Según fuentes bancarias, después de la expedición, se habría llevado a cabo una caliente reunión entre los principales banqueros del sistema. Hubo recriminaciones y juramentos de venganza. Una de las amenazas fue que se darían a conocer las cintas con las grabaciones realizadas por los expertos. Y que se denunciarían los casos como una práctica de competencia desleal.
Tras ese encuentro, las cosas cambiaron. Los ejecutivos de cuentas de los bancos HSBC y BankBoston recibieron una orden precisa de sus superiores: quedaba expresamente prohibido utilizar el desprestigio de otro banco como argumento de venta. Al menos no se podrían hacer nombres propios, aunque se podría prometer seguridad plena en la institución que el cliente potencial estaba visitando.
El caso, mantenido en el más estricto secreto, pudo haber estallado en un escándalo en la city entre los banqueros de mayor carrera. Por ahora, todos prefirieron mantener una guerra de bajo perfil. Como en la CNN, no se ven los muertos ni los heridos. No hay sangre frente a la mirada pública. Pero la situación es crítica.