EL PAíS • SUBNOTA › LA EVALUACIóN DEL GOBIERNO LUEGO DE LA JURA DEL NUEVO MINISTRO DE ECONOMíA
Luego de la asunción de Carlos Fernández, en el Gobierno prevalecía un moderado optimismo. Por la noche, el nuevo ministro mantuvo reuniones con el jefe de Gabinete para delinear su agenda y el equipo que lo acompañará.
› Por Daniel Miguez
Aunque muy lejos de la euforia, en el Gobierno se percibía anoche, tras la asunción del nuevo ministro de Economía, Carlos Fernández, un aire de moderado optimismo, que atravesaba a todas las líneas que lo conforman. Una sensación que parecía acentuarse más en el rostro y en las palabras de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Pareciera ser que la designación de Fernández conformó a todos, porque es un economista, que, como su antecesor Martín Lousteau, fue propuesto por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, pero que en este caso no generó dudas en la Presidenta.
Para imponer a Lousteau, el jefe de Gabinete tuvo que vencer una resistencia inicial en la cima del poder. En el caso de Carlos Fernández, fue aceptado de inmediato por la Presidenta, que también obtuvo la rápida conformidad de su esposo, Néstor Kirchner.
Es que Carlos Fernández, a diferencia de Lousteau, es un obsesivo del bajo perfil, que logra el techo de su larga carrera en la función pública al obtener el puesto de ministro. En cambio, el ministro saliente, con sus 36 años y su antecedente de joven brillante, tuvo un ímpetu que lo llevó a arremeter sin medir costos.
La inexperiencia política fue quizá la principal causante de la salida de Lousteau. Convenció a la Presidenta de la conveniencia y oportunidad de imponer las retenciones móviles de la soja y el girasol, atadas al precio internacional, algo que era bien visto en el Gobierno. Pero no la previno –evidentemente porque él carecía de esa información– de la virulencia que la medida iba a despertar en las cámaras de productores agropecuarios. Ese paso en falso, al no medir las consecuencias de su propuesta, terminó relegándolo de las decisiones clave del Gobierno hasta dejarlo afuera. “Nosotros compartimos la idea de Lousteau de aumentar las retenciones, pero nos llevó a una situación no deseada. Entonces lo mirábamos como diciéndole ‘mirá en el lío que nos metiste’. Ya la confianza en él, a partir de eso, no fue la misma”, confió a Página/12 una alta fuente del Gobierno.
Su enfrentamiento notorio con el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cada vez más expuesto en los medios, también contribuyó a su erosión, porque hasta ahora la Presidenta respaldó al funcionario. Según la evaluación oficial, en el gobierno de Néstor Kirchner, y especialmente el año pasado, Moreno cumplió una labor eficiente para frenar la suba de precios. Pero su desgaste en los últimos tiempos fue tan pronunciado que muchos apostaban que si se iba Lousteau, también dejaba su cargo Moreno. Eso no sucedió. Aunque en un gobierno que –como casi todos los gobiernos– presta mucha atención a las encuestas, la situación podría variar en el futuro.
Lousteau terminó de sellar su pasaporte de salida con una propuesta para bajar la inflación en que alentaba la reducción del consumo y del gasto público y una serie de medidas que implicaba menos dinero en el bolsillo de la gente, algo que se daba de narices con la proclamada era de una mayor distribución de la riqueza que pregona la Presidenta.
Anoche, tras jurar en el Salón Blanco de la Casa Rosada, Carlos Fernández fue al despacho del jefe de Gabinete para coordinar los pasos inmediatos. Uno de los temas centrales fue la negociación con los productores rurales. El segundo, aunque no menos importante, fue la designación del futuro director de AFIP, cargo que hasta ayer ocupaba el flamante ministro. Allí se barajaron algunos nombres que no trascendieron, pero según pudo saber Página/12, el nuevo recaudador fiscal será elegido este fin de semana en Olivos.
También Alberto Fernández estuvo reunido un buen rato con el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pesoa, quien junto a Carlos Moses y el nuevo ministro integran un solo equipo desde hace mucho tiempo. Por último, el secretario de Agricultura, Javier De Urquiza, fue otro de los interlocutores del jefe de Gabinete. Es que la semana que viene el Ejecutivo tratará de encauzar de una buena vez la situación con los ruralistas, que ayer dijeron presente en la asunción. Una señal es que el Gobierno los invitó; la otra, que ellos fueron. Y en el caso de Eduardo Bu-zzi (Federación Agraria) y Fernando Gioino (Coninagro) llamaron para decir que no llegaban a tiempo, pero enviaron representantes. En la cima del Gobierno no sólo confiaban en las bondades del perfil de experto fiscal de Carlos Fernández, sino en su capacidad para oxigenar y ayudar a llevar a buen puerto la discusión con los ruralistas. Además, descuentan que en este caso no habrá roces con Moreno.
Cuando la Presidenta abandonó la Casa Rosada parecía conforme (“Estuvo muy bien el acto. ¿Vas mañana a Olivos?”, le comentó y le preguntó a Alberto Fernández antes de salir). Y mostraba un semblante saludable, contrastante con la cara de cansancio del jefe de Gabinete, que por ahora sigue firme en su puesto. Es que algunas versiones el jueves a la noche indicaban que podría renunciar.
Sin embargo los hechos y los dichos desmintieron los rumores. Los hechos muestran que el vínculo del jefe de Gabinete con la Presidenta y con Néstor Kirchner sigue firme. Los dichos son del propio Alberto Fernández, que desmintió por su propia boca esas versiones cuando algunos ministros lo llamaron preocupados, según contaron un par de esos funcionarios a este diario.
Quienes conocen de cerca la relación del jefe de Gabinete con los Kirchner, dicen que le tienen tanto afecto y confianza como a algunos de sus más íntimos amigos que los acompañan desde sus comienzos políticos en Santa Cruz. A veces los afectos no condicen con las necesidades políticas, pero por ahora no parece ser éste el caso.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, salió a respaldar por distintos medios la designación del nuevo ministro de Economía, Carlos Fernández, quien “seguirá adelante con las reglas centrales de este gobierno”. En declaraciones radiales, Alberto Fernández aseguró que Martín Lousteau se fue porque “no hizo todo lo que se esperaba” y que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, luego de enterarse de “algunos planteos sobre el análisis de la economía” que le hizo el ministro saliente, entendió que “lo de Martín era un ciclo concluido”. Al señalársele al jefe de Gabinete que el ex ministro era un hombre de su confianza, explicó que él pensó que Lousteau “podía aportar a la gestión del Gobierno, pero objetivamente no ocurrió lo que esperaba”.
“Lo único que está absolutamente en claro es que con Carlos Fernández estamos hablando de un ministro que va a seguir adelante con las mismas reglas centrales de este gobierno: acumulación de reservas, garantía de superávit fiscal, de superávit comercial, búsqueda de de-sarrollo y productividad para garantizar un mejor desarrollo social”, sintetizó el jefe de ministros. Acerca de su continuidad en el Gobierno, aclaró que tiene “un compromiso inicial con este proyecto” y que confía en que podrá “seguir trabajando”. “Hay que preguntarle a la Presidenta”, respondió sobre algún otro cambio en el gabinete.
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