EL PAíS • SUBNOTA
Entre la ciudad de Buenos Aires y la Nación estuvo siete años como ministro. ¿Le tomó el gusto a ser senador o extraña el Ejecutivo?
–En la ciudad fueron años muy duros con la crisis de 2001-2002 y asumimos en el gobierno nacional en un momento también muy complicado, teniendo que resolver temas de sobrevivencia del sistema educativo como era la comida de los chicos y el salario de los docentes. Cumplimos una etapa importante que dejó marcado hacia dónde camina el sistema educativo, asegurando una inversión del 6 por ciento de PBI. Eso dio lugar a ser candidato a jefe de gobierno de la ciudad y después a senador. En broma, yo digo que cuando me tocó estar en el Ejecutivo era el momento más presidencialista y ahora me toca estar en el Legislativo, donde tenemos casi una democracia parlamentaria, porque en los últimos meses casi todas las grandes decisiones han pasado por el Congreso. Yo estoy conforme porque, además, he presentado muchos proyectos.
–¿Pero qué le gusta más?
–Las dos son experiencias muy buenas. Es otra velocidad. El Ejecutivo exige decisiones inmediatas para resolver temas urgentes. En el Senado tengo más tiempo para resolver los problemas.
–Se acusó a los legisladores oficialistas de ser una escribanía de la Casa Rosada. ¿Estuvo de acuerdo con todos los proyectos enviados por el Ejecutivo?
–En general los proyectos entraron por Diputados y los bloques de las dos Cámaras trabajamos prácticamente al mismo tiempo para que las leyes que requerían modificaciones no tuvieran que volver a tocarse en el Senado. Todos los proyectos sustantivos, desde la resolución 125, a la nacionalización de Aerolíneas o el traspaso de administración del sistema previsional, tuvieron que ver con lo que significa el Parlamento, un organismo colegiado que obliga a negociar. La única que no se modificó fue la derogación de la tablita de Machinea y tuvo unanimidad.
–Usted apoyaba la ley de protección de los glaciares. ¿Aceptó el veto de la Presidenta?
–No estoy de acuerdo con el veto total a esa ley, creo que se pudo haber vetado parcialmente. El proyecto fue presentado en Diputados por Marta Maffei y se aprobó por unanimidad. Es cierto que tenía problemas: dificultades con algunas zonas no delimitadas con Chile, una cuestión de superposición de incumbencias con los glaciares que están en parques nacionales y también una falta de definición precisa de qué se entiende por zona periglaciar, donde también se prohibían las actividades mineras. Pero esto podría haberse resuelto con vetos parciales. Ahora estamos trabajando sobre un nuevo proyecto.
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