EL PAíS • SUBNOTA › POR QUé FUE TAN POCA GENTE A LA MARCHA CONTRA LA INSEGURIDAD DE PLAZA DE MAYO
Comparando números, el tema parece haber bajado y mucho desde las marchas de Blumberg. Las razones son varias: saturación, fracaso del intento de instalar “un sentido común” y, curiosamente, contención por los medios.
› Por Raúl Kollmann
La marcha del miércoles contra la inseguridad puede considerarse un fracaso. A Plaza de Mayo llegó entre la mitad y una quinta parte de la peor marcha de las convocadas por Juan Carlos Blumberg y veinte veces menos que su concentración más concurrida. Según los diarios, el jueves hubo entre 4000 y 12.000 personas, y en la tercera marcha de Blumberg, a Tribunales, hubo entre 20.000 y 25.000. La cuarta marcha del no ingeniero fue, precisamente, a Plaza de Mayo. Según los diarios del día siguiente, asistieron entre 35.000 y 40.000 personas. Mucho menos resiste la menor comparación con la primera marcha de Blumberg, con casi 200.000 asistentes. El naufragio de esta semana llama la atención teniendo en cuenta que la convocatoria tuvo un respaldo mediático casi unánime por parte de la inmensa mayoría de las radios, los canales abiertos y de cable, y los diarios, sin olvidar el llamado a concurrir de varias figuras de la farándula. Incluso el rabino Sergio Bergman y el padre Guillermo Marcó eran considerados referentes con poder de convocatoria.
- El 1º de abril de 2004, Juan Carlos Blumberg convocó a su primera marcha. Fue en el Congreso Nacional. Las cifras de los diarios oscilaron entre 150.000 y 200.000.
- Aunque hubo alguna otra convocatoria, su segunda marcha, también en Congreso, reunió –según los distintos medios– entre 70.000 y 100.000 personas. Fue el 26 de agosto de 2004.
- La tercera concentración fue la más floja. Se produjo el 3 de junio de 2005. En Tribunales, Blumberg argumentó que les iba a entregar un petitorio a los “jueces garantistas” Eugenio Zaffaroni y Carmen Argibay. Los diarios mencionaron entre 20.000 y 25.000 personas.
- La cuarta marcha fue directamente a Plaza de Mayo, con el obvio mensaje de reclamarle al gobierno de Néstor Kirchner. Esta vez, el no ingeniero levantó el rating: entre 35.000 y 40.000 mencionaron los diarios al día siguiente. Ocurrió el 31 de agosto de 2006.
La concentración del jueves no llegó ni remotamente a cifras parecidas. La concurrencia estuvo a sus anchas, sin apretujones, gente en las calles laterales, ni mucho menos en las diagonales o en Avenida de Mayo. Cuatro mil evaluó Página/12, 12.000 señalaron los diarios que fogonearon la marcha. El mejor reconocimiento partió de Adrián “Facha” Martel, otro promotor de la convocatoria: “Me dio bronca que no hubiera gente. La confundieron con la pena de muerte. Voy a convocar a otra marcha”.
Heriberto Muraro, sociólogo y especialista en medios, señaló que “Blumberg convocó en un momento e instaló el tema. Pero ahora, la función se la robaron los medios, que no pasa un día sin que hagan un escándalo en el tema inseguridad. La gente se siente reflejada, hace catarsis frente al televisor o la radio y ya está, no necesita ir a ningún lado. La síntesis es: los medios te lo reflejan, no es necesario ir. A esto se agrega algún otro elemento. Por ejemplo, el propio fracaso de Blumberg. Y también está el hecho de que los problemas que no tienen solución, porque ya hubo presión y no se arregló nada, producen una crisis simbólica. Ahora, de tan reiterativa la cuestión en los medios, ya no es una crisis, sino una endemia, un largo lamento, que agota a la gente. Yo diría que los medios están arruinando el género de la inseguridad”.
“Esto fracasó porque se intentó hacer una convocatoria religiosa, supuestamente superadora de la política –evalúa Fortunato Malimacci, profesor de la UBA e investigador del Conicet– y terminó siendo una marcha religiosa partidaria. Y ocurrió así por decisión del rabino Sergio Bergman y el secretario del cardenal Jorge Bergoglio, porque el padre Marcó es, efectivamente, hombre de Bergoglio. Ese discurso que habla del cielo y el mal, resta, divide y deja la gente en casa. Hace años que no veo un discurso tan estigmatizador de la gente, del peronismo y de la pareja presidencial como el del rabino Bergman. Lo de Blumberg fue el primer intento, desde afuera de la política partidaria, de reivindicar un espacio antiestatal, antipolítico. Y ese espacio en la Argentina es grande, tiene densidad ideológica. A Blumberg lo siguieron quienes estaban con la ideología de putear a los partidos y a los políticos. Fíjese cuándo se desinfló: cuando se puso del lado de un partido, cuando trató de convertir su legitimidad social en una legitimidad partidaria.”
Página/12 dialogó con dos de los participantes-organizadores de la convocatoria del jueves. Ninguno tenía una explicación central a lo que ellos llaman “menos gente de la prevista”. Como es obvio, no aceptan el término fracaso. Curiosamente, argumentan que el apoyo mediático no fue tanto y que lo ocurrido con Blumberg en su momento fue también producto de la novedad: “Ahora hay más acostumbramiento”. Cuando se les recordó que aquella vez no hubo respaldo de la farándula, ambos entrevistados –que pidieron dar sus opiniones con reserva de nombre– hicieron una mueca de decepción: “Nos acompañaron a medias”, se quejaron.
Para Roberto Bacman, sociólogo y titular del Centro de Opinión Pública (CEOP), “hay un efecto hartazgo. El conflicto del campo, las marchas contra la inseguridad son temas remanidos. La gente quiere soluciones y no se identifica ahora con los niveles de antes. Está, por supuesto, el tema mediático: la gente lo vive más por los medios que por la realidad. El segundo factor es el factor politización. La gente está creyendo que todo se politizó, piensa que detrás de lo de la inseguridad e incluso en lo del campo, hay una movida política y más precisamente electoral. La oposición monta su campaña en estos dos temas, el campo y la inseguridad. Son sus únicos ejes de campaña. Entonces, muchos se sienten usados. Piensan: no mezclemos estas cosas con lo partidario, con la búsqueda de votos. Ya no es un Blumberg que es una víctima, que perdió a un hijo y se lo veía sufrido, peleándola. Incluso en lo del campo, ya no se percibe como un fenómeno del laborioso productor, sino que se nota una pelea más política que otra cosa. Por último, y no es un tema menor, el tercer factor es la gran preocupación por la crisis. El 95 por ciento de los encuestados dice que está muy preocupado e incluso temeroso por la situación. Hay miedo por el trabajo en los niveles económicos más bajos y miedo por los gastos y el nivel de consumo en las clases medias. En ese marco, hay algo que se parece a una actitud de no hagamos olas, no tensemos más la cuerda, es un año difícil”.
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