EL PAíS
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La visión y la metodología
› Por Sandra Russo
La metodología está unida a la visión.” La frase pertenece a Raymond Carver, y se refiere pura y exclusivamente a su teoría sobre la escritura. Algo así como que no hay recetas fijas para parir un buen texto, y que lo más importante para hacerlo no es, en todo caso, el talento, sino el lugar elegido para contar lo que se desea contar: la ubicación del narrador es la clave, nada reemplaza a un buen punto de vista, y ese punto de vista es lo que le dará al texto toda su perspectiva.
“La metodología está unida a la visión”, releí, pero ya extrapolando esa frase de Carver al contexto argentino en carne viva, y se me vino a la cabeza Mauro Viale haciendo gestos con el celular en la oreja, dando a entender que Antonio Echarri estaba muerto, o mostrando las pintas de su corbata para cobrar protagonismo a costa de una escucha inventada.
“Algo así como una primicia”, dijo ayer el abogado Alejandro Vecchi que había querido conseguir su cliente, el productor Martín Murgía, al darle el teléfono de Pablo Echarri a quien presuntamente secuestró a su padre o cobró el rescate. ¿Algo así como qué?
¿Para quién es concebible que puede lograrse “algo así” como una primicia entablando ese tipo de complicidad con un presunto secuestrador? Ese acto, ceder ese teléfono que ardía, ceder ese número que, una vez discado, pondría a alguien con antecedentes delictivos en contacto con un hombre cuyo padre había sido secuestrado y sobre cuyos hombros recaía en esos momentos todo el dramático peso de cada palabra, de cada indicio, de cada fracción de segundo que durara cada comunicación, ese acto, digo, es una metodología unida a una visión.
Puede que el joven productor de Mauro Viale sea nada más que un insensato. De hecho en lo que hizo cabe ese adjetivo y algunos cuantos más. Pero lo más probable es que ese acto esconda además, y esto es lo que excede la hipótesis de la insensatez personal, unos cuantos supuestos sobre el hacer periodismo, un tipo de periodismo aberrante, para el cual “algo así” como una primicia bien vale bordear el mal, descompensar la verdad, apostar al peor final para ser finalmente quien se atrevió a vaticinarlo, conspirar, en fin, desde la trinchera aparentemente legal del periodismo, contra las víctimas de los hechos delictivos.
Qué paradoja, o mejor dicho qué falsa paradoja es la que brota de la bizarra pantalla del 9: desde ella diariamente y a toda hora se plantean debates en los que tipos como Feinmann, Etchecopar, Viale o Laje acusan a los “garantistas” de estar defendiendo a los delincuentes, como si en un Estado de derecho se pudiera reclamar otra cosa que garantías constitucionales para cualquiera. Se reclama mano dura y corte por lo sano. Se reclama represión y orden. Se descalifica de la manera más soez la libertad de expresión. “Habría que ir para allá, que las zurditas son fáciles”, dijo la semana pasada Lito Pintos después de mostrar imágenes del rectorado de la UBA tomado por los estudiantes de Sociales, con esa picaresca derechoide pródiga en fantasías lascivas que en otra época los militares se ocuparon de desentrañar literalmente en los cuerpos de las detenidas-desaparecidas.
Y ahora resulta que un productor, acaso un insensato pero sin duda alguien que sabe para quién y para qué trabaja, un productor de uno de los más claros exponentes de ese universo televisivo recortado y coherente hasta en sus grietas, hace gala de la metodología que está unida a esa visión: vale todo, “algo así” como una primicia vale todo, el fin justifica los medios, no hay límites, no hay escrúpulos, no hay vergüenza, no hay piedad, no hay pudor, no hay verdad.
Hay gente que insiste en mostrar este escenario como un simple dique de ideas: como si de un lado algunos pensaran de una manera y del otro los demás pensaran distinto. No es así. La ideología no se trata solamente de ideas. Las ideas lo que hacen es construir una visión del mundo, y a esa visión del mundo le sigue una metodología. Una visión del mundo nunca es inocente, pero hay algunas visiones que son directamente asquerosas.
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