“No hace falta decretar la Emergencia Sanitaria Nacional porque ya existe”, anunció Juan Manzur, ministro de Salud de la Nación, en referencia a una disposición de 2002 que, recordó, sigue en vigencia. “Es una herramienta para movilizar recursos en tiempo y en forma, con la que ya contamos”, afirmó. Y agregó que, al mismo tiempo, “es correcto lo que han hecho varias provincias y la ciudad de Buenos Aires, al decretar por su parte la emergencia sanitaria para tener mayor agilidad en la utilización de recursos”.

La Emergencia Sanitaria Nacional fue dispuesta por el decreto 486/02, de necesidad y urgencia, ante “la gravísima coyuntura, los intolerables niveles actuales de pobreza, la crisis que afecta al mercado de salud” y “la crisis política”.

Carlos Sylvestre Begnis, presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, explicó a este diario que “en 2002 el tema era que la AFIP estaba por ejecutar la deuda de las obras sociales, de las clínicas y sanatorios, y había también algunos inconvenientes con respecto a los amparos y los juicios que se estaban haciendo por mala praxis. El decreto hizo que se interrumpieran las acciones judiciales”.

Convalidado por ley, “se fue prorrogando año por año, prácticamente el mismo texto: últimamente, antes de la pandemia, no había razones sanitarias valederas, y la prórroga se hacía más bien por esas razones de tipo económico-judicial. Por lo demás, la emergencia permite modificar la burocracia para las compras y de insumos y equipos, como también para contratar recursos humanos”, continuó Sylvestre Begnis.

El legislador aclaró que la emergencia “no rige para compras efectuadas con créditos internacionales, ya que éstos obligan a efectuar licitaciones internacionales, pero se aplica a compras nacionales”.