EL PAíS • SUBNOTA › ALCOHOL EN GEL PARA DISTRIBUIR
› Por Adrián Pérez
El filósofo existencialista Albert Camus describió, en 1947, la condición humana de un grupo de personas que se enfrentaba con una epidemia de peste que sacudía la ciudad argelina de Oran. En La peste, el escritor ficcionó la labor de dos trabajadores de la salud mientras la ciudad era diezmada por una plaga: la obra relataba los avatares del médico Rieux y su compañero Tarrou en la lucha contra la enfermedad y la muerte. Hoy, en la Universidad Nacional de La Plata, la farmacéutica Patricia Rivadulla trabaja en la producción de alcohol en gel para sectores carenciados de ese municipio: “El alcohol que producimos, para envases de 60 mililitros, tiene un costo estimado de 2 pesos por unidad; lo más importante es que podemos distribuirlo entre personas sin acceso al medicamento”, precisó la docente de la cátedra de Farmacotecnia de la Facultad de Ciencias Exactas. Desde el 1º de junio, Rivadulla, que además es directora técnica de la Unidad Municipal de Distribución de Medicamentos de La Plata, fabrica alcohol en gel, que comenzó con una producción mínima de 300 frascos diarios pensados para “dar una respuesta a las necesidades del personal que trabaja en la salud primaria. Ante un incremento de la demanda –explicó Rivadulla– ampliamos la elaboración y hasta el momento llevamos 10 mil frascos producidos”. El alcohol en gel se fabrica a ritmos pautados: la tarea se divide en tres ciclos de cuatro horas, donde en cada turno participan cinco personas.
“Primero, trabajamos con instituciones vinculadas con la distribución de alimentos –viandas para las escuelas, jardines de infantes y dependencias municipales con atención al público– y ahora la producción intenta abarcar otros sectores, en la medida en que nuestros recursos lo permitan”, detalló Rivadulla. Actualmente, esta tarea alcanza a 44 centros de atención primaria de La Plata.
Con la puesta en marcha del programa “Mamás y bebés sanos”, en agosto de 2008, “evaluamos enfermedades prevalentes (en este último tiempo el dengue y ahora mismo la gripe A) y controlamos periódicamente a las madres embarazadas, que forman parte del denominado ‘grupo de riesgo frente a la influenza’. También, distribuimos medicamentos en las salitas de salud de los barrios”, agregó la farmacéutica.
–¿Cuál es la finalidad de la producción de alcohol en gel?
–Ante la falta de respuestas del mercado frente a estas enfermedades emergentes, nosotros buscamos garantizar que llegue no sólo a la gente que se encuentra afectada por la emergencia sanitaria, sino también a todas aquellas personas que por razones económicas no pueden acceder al medicamento. Con la distribución del alcohol en gel estamos haciendo esfuerzos por lograr un impacto sanitario que permita paliar la situación.
–Si bien el costo de su elaboración por unidad no resulta elevado, sí demanda un compromiso y participación importante de recursos humanos...
–Desde luego. Además de las personas que colaboran conmigo en la UMDM de La Plata que se plegaron en forma voluntaria, inclusive, fuera de su horario laboral, mis alumnos de la cátedra de Farmacotecnia –donde aprenden a fabricar medicamentos– respondieron muy bien. Ver que los jóvenes argentinos se comprometen con una cuestión solidaria es muy destacable, y cuando ven que lo que producen llega a los barrios más carenciados se sienten muy reconfortados.
En diálogo con Página/12, el jefe de la Unidad de Infectología del Hospital Fernández, Pedro Cahn, ofreció su mirada sobre la compra de alcohol en gel y antivirales: “La gente reacciona cuando siente que lo que pasa le toca de cerca. Vivimos en una época donde todo lleva al individualismo. Esto se acentúa en Argentina a partir de la década del ’90, donde primó la ideología del ‘primero yo, sálvese quien pueda’”. “En este marco –agregó– no es sorprendente que la reacción de algunas personas respecto de la epidemia fue ‘salgo a comprar alcohol en gel antes que se lo lleve otro’. El pensamiento que subyace en algunos sectores es de un ‘otro’ que lo merece menos que yo: el negro, el pobre o el provinciano; el villero o el vago. Ese otro no es una persona de clase media digna como yo que sí merece el oseltamivir. Esa es la cara terrible que muestra esta enfermedad y que no es distinta de la indiferencia frente al sufrimiento o la miseria”.
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