EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Luis Bruschtein
Tras décadas de ser el hombre de hielo, la furia de Carlos Reutemann es un espectáculo insólito. Y en los días que lleva de furioso ya sugirió o denunció varias operaciones contra su candidatura. Primero se enojó con Duhalde por intentar arrojarlo prematuramente al ruedo, después con el kirchnerismo por su pelea con la senadora Latorre, pero también acusó a los socialistas santafesinos y a otras fuerzas políticas.
En un escenario extraño tras la derrota del oficialismo en junio, muchos aspiran a la candidatura presidencial para el 2011, pero nadie se anima a proponerse en forma abierta y todos esperan con el hacha en la mano para lanzarse sobre el primero que lo haga. Macri, Carrió, Solá, Cobos, el mismo Reutemann, y varios más en segunda línea insinúan y se muestran como posibles candidatos, pero ninguno lo dice con todas las palabras.
Los resultados de junio dejaron en el aire la posibilidad de cambios para el 2011. Pero cuanto menos obvia es la dirección hacia donde puede dispararse el proceso, más crece la ansiedad por develar los nombres de los competidores. Con esa expectativa abierta, la presión es cada vez mayor, pero al mismo tiempo se fortalece la sensación de que esta vez la competencia será dura y no sólo entre oficialismo y oposición.
Después de junio, se dio por descontado que al oficialismo le sería muy difícil llegar con suficiente aliento como para proponer candidato propio. La oposición, incluso dentro del peronismo, siente que le llega la hora. Con el oficialismo descartado en los papeles, los adversarios están todos del otro lado, ansiosos por prevalecer en el comienzo de una guerra sorda.
Reutemann apareció como el candidato cantado, supuestamente en condiciones de traccionar al resto del peronismo y a la clase media que se ha mostrado esquiva con el Gobierno. Pero su furia lo expone, lo revela vulnerable. La misma lógica de estas peleas que recién comienzan echa luz sobre la persistente debilidad del sistema político, que se traduce en la volubilidad de las posibles candidaturas que ambulan como médanos movedizos en el desierto. Es un terreno inestable tanto para el Gobierno como para la oposición. Dos años de una guerra de todos contra todos será un escenario accidentado para cualquiera que se anime a recorrerlo. Por ahora, Duhalde y Solá anuncian la candidatura de Reutemann, y Reutemann la de Duhalde y Solá. Los demás afilan los dientes.
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