Sáb 29.08.2009

EL PAíS • SUBNOTA  › LOS PRESIDENTES DE ECUADOR Y COLOMBIA DESPLEGARON EL ENCONO MUTUO

Duelo entre Correa y Uribe

El ataque militar de Colombia en territorio ecuatoriano afloró en el plenario de la Unasur. Uribe defendió la colaboración de los Estados Unidos; Correa, en cambio, dijo que sin la DEA y sin la base de Manta combaten mejor al narcotráfico.

› Por Martín Piqué

Desde San Carlos de Bariloche

Los duelos verbales entre el ecuatoriano Rafael Correa y el colombiano Alvaro Uribe ya son un clásico de cada cumbre latinoamericana. Como en aquella película de Ridley Scott que contaba cómo dos oficiales franceses del ejército napoleónico se batían a duelo en cada oportunidad que tenían mientras tenía lugar la campaña del emperador sobre el resto de Europa, Correa y Uribe se han convertido en Los duelistas. Así sucede desde que Uribe ordenó una incursión armada sobre territorio de Ecuador, el 1º de marzo de 2008. Ayer, a pesar de que tenía la presidencia pro tempore de Unasur y debía dirigir el debate, Correa sorprendió con un discurso muy duro. Su intervención abundó en acusaciones y correcciones dirigidas particularmente al mandatario de Colombia. El aludido no se quedó atrás. Uribe demostró que no estaba dispuesto a ponerse a la defensiva.

Si alguien pensaba que el colombiano iba a limitarse a contestar los planteos por la instalación de bases estadounidenses, Uribe se salió del libreto. Y no se privó de enviar mensajes cifrados, como cuando dijo que su gobierno estaba pensando en promover la criminalización del consumo personal de droga. “La legalización del consumo se utiliza como un factor de inducción a la criminalidad”, argumentó Uribe. Imposible separar esa opinión de la reciente acordada de la Corte Suprema, sobre la que el ex presidente Néstor Kirchner emitió una opinión favorable. Otra frase que no pareció inocente fue la referencia de Uribe a la relación de su administración con los medios de comunicación de su país. “Colombia es un país totalmente respetuoso de las libertades de los medios de comunicación.” En la delegación colombiana no desconocían el debate abierto por la presentación del proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales en el Congreso argentino.

Por los kilómetros de frontera entre ambos países, por aquel operativo en el que el ejército colombiano ingresó en territorio ecuatoriano para matar a Raúl Reyes, era inevitable que la mayor parte de los cruces verbales tuvieran como protagonistas a Correa y Uribe. Y fue el colombiano quien lanzó el primer desafío. Recordó que Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea habían aceptado definir como “terroristas” a las fuerzas guerrilleras de las Farc. Toda Sudamérica, salvo Perú, aún no ha aceptado esa definición. Luego insistió con que los países colindantes con Colombia debían asumir el principio de la “corresponsabilidad en la lucha contra la droga”. También dejó entrever que Ecuador –lo mismo sugirió de Venezuela– no se comprometía mucho en el control de la zona fronteriza para evitar el narcotráfico y la actividad insurgente. “Pocas veces hay colaboración práctica, que sí dio Estados Unidos.”

Correa se estaba guardando para su turno. Entonces le cedió la coordinación del debate a la presidenta Cristina Fernández y descubrió sus cartas. Hasta ese momento el plenario parecía encarrilarse hacia una salida negociada, con la asignación al Consejo de Defensa Sudamericano de la tarea de revisar el acuerdo militar entre Bogotá y Washington. Correa obligó a cambiar los planes. Primero citó un informe del Senado estadounidense bastante crítico sobre los resultados del Plan Colombia. El informe estaba fechado en 2005 y llevaba la firma de los senadores demócratas Barack Obama y John Kerry. La investigación ponía en duda que la inversión millonaria de Washington en Colombia hubiera permitido un descenso del narcotráfico. Luego se propuso desmentir que la presencia militar extranjera favoreciera la disminución del tráfico de drogas en el país anfitrión: como ejemplo, dio a la base estadounidense de Manta sobre el Pacífico, que su gobierno decidió no renovar. “Sin la base de Manta y sin la DEA, ya llevamos el doble del promedio histórico en el secuestro de droga”, planteó Correa. El siguiente argumento buscaba demostrar que el último acuerdo militar entre Bogotá y Washington no estaba vinculado con la supuesta amenaza de las FARC. A través de un Power Point que se proyectó sobre varias pantallas, Correa dijo que en los últimos años los miembros de las FARC en actividad habían descendido de 22 mil a 8 mil en 2009. “Si se redujeron los hombres en armas en esa proporción, ¿para qué entonces las nuevas bases? ¿Por qué se firmó este nuevo acuerdo?”, se preguntó.

El Libro Blanco

Correa siguió su discurso destacando relaciones entre varios hechos. Recordó que el Comando Sur había reactivado la IV flota –asignada al Caribe y Atlántico Sur–, dijo que la fuerza aérea estadounidense tiene previsto usar aviones Awacs en las bases colombianas (aviones invisibles que no pueden ser detectados por radar) y releyó un párrafo del documento más comentado de la cumbre: se trataba del Libro Blanco del Comando de Movilidad Aérea (AMC por sus siglas en inglés) que el venezolano Hugo Chávez había presentado a la luz pública en medio del debate. El párrafo que releyó Correa contenía un aparte destinado a la “estrategia sudamericana”. En esa parte del texto se consideraba a la base aérea de Palanquero, ubicada al sudeste de Medellín y en el centro-oeste de Colombia, como una plataforma de vuelos “de nivel expedicionario”. Según el Libro Blanco, esa base tendrá como objetivo apuntalar la lucha antinarcóticos pero también hacer posible “operaciones de movilidad”.

Correa planteó que esa definición ambigua de “movilidad” hacía posible que Estados Unidos usara Palanquero para tareas de espionaje o sabotaje de comunicaciones en países de la región. Antes de terminar, le dedicó una frase contundente a Uribe en sus mismas narices. “Usted bombardeó dos veces mi país”, le enrostró. Uribe le contestaría en la última ronda de discursos. Allí le pidió a Correa que intercediera ante la Justicia de su país para que desestimara el pedido de extradición del ex ministro de Defensa colombiano Juan Manuel Santos. Un fiscal ecuatoriano responsabiliza a Santos por la incursión ilegal en Ecuador que terminó con la muerte de Reyes.

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