EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
El viernes 25 se presentó en un hotel de Tucumán el libro de Nicolás Márquez, El Canalla: la verdadera historia del Che. Márquez es la promesa joven de quienes glorifican la represión dictatorial, porque en el momento del golpe de 1976 sólo tenía un año, lo cual lo constituye en aquella “cría del proceso” que imaginó Videla. Sus escritos reivindicativos del terrorismo de Estado son difundidos en sitios web y también tenía un programa radial con Karina Mujica, presidente de “Argentinos por la Memoria Completa” hasta que un programa de televisión la filmó en el prostíbulo donde completaba sus ingresos. La presentación del libro fue organizada por Fuerza Republicana y la coordinaron Ricardo Argentino Bussi, hijo del ex dictador, y el concejal Claudio Viña. El locutor que presentó a Márquez dijo que es “una persona sana que no se deja influir por las verdades de terceros ni mucho menos por intereses partidarios”. Bussi explicó que lo habían invitado porque su padre sufre prisión por las ideas del Che. “Es muy importante escuchar una verdad distinta, porque nosotros no creemos en la verdad única.” Como Karina Mujica, Márquez tiene una doble vida: su ex mujer lo denunció por violencia familiar y por abuso sexual contra la hija de ambos, de cuatro años. Cuando la mujer quedó embarazada, Márquez le exigió que abortara y comenzó a pegarle por su negativa. Esto fue causa de la separación y de dos denuncias por violencia familiar que finalizaron en audiencias de mediación. También lo demandó por la tenencia de la niña y por el pago de alimentos.
La denuncia por abuso sexual contra la criatura fue presentada el 8 de septiembre de 2008. La nena tenía crisis de llanto repentino, miedos, y vómitos y paspaduras en la zona genital al regresar de la casa de su padre, de quien dijo que le pegaba. Ante un cuadro de fiebre alta un pediatra de la Clínica Pueyrredón de Mar del Plata diagnosticó que no obedecía a causas clínicas. Cuando la niña dijo que el padre la lamía, la derivó a una psicologa infantil. La nena le narró que su padre también le había tocado los genitales. La psicóloga consideró que el relato era confiable y certificó el abuso. Márquez dijo que era “un juego”. En cuanto se interrumpió el contacto, la conducta y la salud de la niña mejoraron. Cuando supo que ese dictamen sería aportado a una denuncia judicial Márquez presentó otra, por “hostigamiento”, contra su ex mujer. Se presentó como víctima de una “relación de pareja desavenida”. La fiscal Daniela Ledesma archivó la causa por abuso, considerándola una estrategia de la mujer por los conflictos de pareja, pero el Fiscal General de Mar del Plata Fabián Uriel Fernández Garello, dispuso su reapertura. La ex mujer de Márquez cuestionó que no se hubiese dado intervención a la Asesoría de Menores e Incapaces. Resulta increíble que este “activista incansable de la derecha argentina, defensor a ultranza de genocidas” se sienta “hostigado”, “temeroso” y “dañado” y haya debido someterse a “terapias psicológicas y psiquiátricas”, a causa de los reclamos de la madre de su hija, dice la demanda. Actualmente Márquez puede ver a la pequeña en lugares públicos, acompañado por una persona de confianza y bajo el control visual de la madre de la niña, pero prefiere no verla. En su currículum oficial, Márquez detalla que realizó cursos de “terrorismo, contraterrorismo y narcotráfico” en la Universidad Nacional de Defensa de los Estados Unidos y se jacta de haber colaborado con el Hispanic American Center for Economic Research (HACER), de Washington. Uno de los miembros de HACER es el ex agente del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, Julio Cirino, uno de los compañeros de Astiz, Etchecolatz y Von Wernich en el pabellón de lesa humanidad de la cárcel de Marcos Paz. HACER, cuyo objetivo es la defensa de “la libertad y el libre mercado”, organizó en abril en la Legislatura Porteña un congreso sobre “Desafíos y expectativas postelectorales”. Se había anunciado que lo presidiría el vicepresidente Julio Cobos, quien no asistió. Quienes no faltaron fueron el propietario del diario La Nueva Provincia Vicente Massot, quien debió renunciar como viceministro de Defensa de Carlos Menem luego de defender la tortura en un reportaje, la diputada Nora Ginzburg, Marcos Aguinis y el propio Márquez.
Informes: Ramiro Rearte y Mercedes González.
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