El diputado por el peronismo disidente Felipe Solá coincidió con las polémicas declaraciones de su par radical Oscar Aguad al sostener que, “si se acumularan los vetos, entonces tendríamos una protesta popular”, en referencia a la facultad presidencial de no promulgar leyes contrarias al modelo de Gobierno. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, calificó esa postura como “absolutamente degradante en términos de la República” y avisó: “No se puede amenazar a la Presidenta, no es saludable para la Nación”.

La mecha la había encendido el fin de semana el cordobés Aguad, titular de la bancada radical, que había amenazado con que si el Ejecutivo veta las leyes aprobadas por la oposición, “pueden volver a sonar las cacerolas”. Solá, que el 10 de diciembre asumirá la presidencia de su bloque, aclaró que aunque “jamás pensaría en un levantamiento popular” similar al de diciembre de 2001, “cuando llegue el momento, si se acumularan los vetos, entonces sí tendríamos una protesta popular seguro”. Por su parte, Elisa Carrió (Coalición Cívica) relativizó la situación, ya que, sostuvo, “a los dos vetos se transformaría en un búmeran” contra la Presidenta.

“Uno quiere creer que esto es sólo un gesto de calentura, que en algún momento van a reflexionar y van a retirar estas expresiones”, saltó el jefe del Gabinete nacional, Aníbal Fernández, quien anticipó que, por las características de la nueva composición parlamentaria, los próximos dos años van a ser de “casuística pura”, ya que “los proyectos van a tener determinado tinte, van a tener que pasar por el cedazo de la ideología”. También recordó que el veto es una herramienta que “la Constitución nacional prevé”. En el mismo sentido se manifestó el secretario de Relaciones Parlamentarias, Oscar González, quien además relativizó la oportunidad de hacer uso del veto, “ya que se descuenta una actitud racional de la oposición que, además, no es un grupo homogéneo sino un caleidoscopio ideológico”.