EL PAíS • SUBNOTA › JORGE BERGOGLIO ENCABEZó UN OFICIO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
Estuvieron Mauricio Macri y Francisco de Narváez. El arzobispo porteño renovó sus críticas al Ejecutivo y llamó a “superar el estado de confrontación permanente”. Cuestionó a los diputados por la media sanción del matrimonio homosexual.
› Por Sebastian Abrevaya
Ante una Catedral Metropolitana colmada de fieles y con las participaciones estelares del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y el diputado colombiano Francisco de Narváez, el cardenal Jorge Bergoglio ofreció ayer su propio Tedéum por el Bicentenario. En tono pausado y solemne, el arzobispo de Buenos Aires leyó el documento redactado y difundido el 10 de marzo último por la Comisión Episcopal Argentina. Al repetir ese texto, Bergoglio renovó elípticamente sus críticas al Poder Ejecutivo, llamó a “superar el estado de confrontación permanente”, reclamó “grandeza” a los dirigentes políticos y les reprochó a los legisladores la media sanción del matrimonio homosexual.
El pedido de la jerarquía católica de no “politizar” el Tedéum porteño surtió cierto efecto entre la dirigencia opositora. Así, la homilía de Bergoglio, que parecía convertirse en un gran polo anti K, terminó por albergar solamente a De Narváez y a Macri, quien asistió junto a los dirigentes más importantes de PRO: el jefe de Gabinete de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta; la diputada Gabriela Michetti y el jefe del bloque parlamentario, Federico Pinedo, además de varios funcionarios porteños. Hubo, además, una importante presencia ruralista entre el público y también de su dirigencia, encabezada por el titular de la Sociedad Rural, Hugo Luis Biolcati, y su antecesor y dirigente PRO Luciano Miguens y el presidente de Coninagro, Carlos Garetto. También se vio a los ex legisladores porteños Enrique Olivera y Jorge Enríquez.
Bergoglio comenzó su homilía con un mensaje dirigido al Tedéum de Luján. “Nos unimos a quienes rezarán desde la casa de la Madre de la Patria”, dijo. En uno de sus pasajes más críticos, consideró que “la celebración del Bicentenario merece un clima social y espiritual distinto al que estamos viviendo”. “Urge recrear condiciones políticas e institucionales para superar el estado de confrontación permanente que profundiza nuestros males”, afirmó. Además de las repetitivas apelaciones al “diálogo y al consenso” de la Iglesia, Bergoglio aseguró ayer que “la situación actual requiere una actitud de grandeza de parte de todos los argentinos, en particular de sus dirigentes”.
Los fieles se amontonaban con fastidio, ansiosos por acercarse lo más posible al cardenal, quien volvió a enunciar la preocupación eclesiástica por la “calidad institucional” y el “alto costo social” de su “deficiente funcionamiento”. Hubo un párrafo dedicado a los pobres, cuya presencia no se vio adentro del templo. El arzobispo sostuvo que “si toda la Nación sufre, más duramente sufren los pobres”.
Abiertamente opuesto al matrimonio homosexual, Bergoglio volvió a manifestar la presión eclesiástica sobre los legisladores. Sin mencionarlos, les señaló que “es el momento de privilegiar la sanción de leyes que respondan a las necesidades reales de nuestro pueblo y no de detenerse en opciones fijadas por intereses que no tienen en cuenta la naturaleza de la persona humana, de la familia y de la sociedad”.
Entre los feligreses se respiraba un profundo antikirchnerismo. “El tema es estar en contra de la mina ésta”, le decía una señora a su marido en el momento en que salía De Narváez. El colombiano aprovechó la salida de la Catedral para hacer campaña y sacarse fotos con las personas que pasaban por Plaza de Mayo. En cambio, Macri y compañía partieron raudamente.
Por S. A.
La presencia de la defensora de represores Cecilia Pando en la Catedral fue un símbolo del pensamiento reinante en el Tedéum paralelo con respecto a la última dictadura y a la política de derechos humanos del gobierno nacional. La mujer del mayor retirado Pedro Mercado no fue la única reivindicadora de las violaciones a los derechos humanos. Otro de los partícipes de la celebración porteña fue el economista de Fiel Manuel Solanet, secretario de Hacienda entre 1981 y 1982. Además, dos ex funcionarios macristas también formaron parte del homogéneo elenco de ayer: Federico Young y el fugaz ministro de Educación porteño y ex embajador Abel Posse. Sobresalía entre los presentes un hombre calvo y de bigotes, vestido con el uniforme del Ejército: el teniente coronel retirado Carlos Marcelo Shäferstein, quien comentaba orgulloso la publicación de un artículo suyo en la próxima edición de la revista Cabildo. Shäferstein tiene gran cantidad de columnas escritas en blogs y páginas de internet donde se dice escribir “la historia completa”.
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