Lun 20.12.2010

EL PAíS • SUBNOTA  › PREJUICIOS ENTRE CHICOS

“Porque se la aguanta”

› Por Soledad Vallejos

Cruzando Escalada está la Escuela Media Manuel Mujica Lainez. Pasaron las seis de la tarde. Tres morochas de delineador furioso sobre los ojos se apoyan sobre la protección que separa calzada de vereda; es el lugar ideal: desde allí no se pierde pisada acerca de quién viene, quién se va, quién pasa. Un día cualquiera, a esta hora, la puerta es un hervidero de adolescentes, pero hace más de una semana terminaron las clases. Hoy es otra jornada de exámenes para chicas y chicos de los barrios Samoré, Copello, Nájera, Lugano, la Villa Cildáñez, Ciudad Oculta, la Villa 20; también para algunos, pocos, de Mataderos y provincia que concurren allí.

Laboratorio social, semilla de integración de la zona, modelo a escala de los conflictos generados en el Sur, pero también de sus posibles respuestas: todas esas definiciones podrían caberle. Sólo al caer la tarde, este bachillerato con orientación en comunicación social recibe alrededor de 350 adolescentes, pero el mismo edificio alberga, a la mañana y la tarde, una escuela comercial, cuyo funcionamiento corre por cuenta de otras autoridades y programas. En la Mujica Lainez “se han hecho trabajos sobre discriminación, de violencia de género; en distintas asignaturas se han hecho programas de radio, notas en la revista escolar: acá los chicos hacen cortos, escriben ellos los guiones y la temática aparece junto con el consumo, las adicciones, el delito”, explica el director del lugar, Carlos Mirés, para dar cuenta de la vida cotidiana de sus alumnas y alumnos.

–Quiero decir que el discurso de la discriminación está presente en la institución, y que hay conflicto no sólo racial sino de pertenencia a los distintos barrios. Cualquier excusa es buena para discriminar al otro: la identidad barrial, la nacional mal entendida... y hay una mirada muy descalificadora, muy negativa, sobre todo del boliviano.

–¿Más que de personas provenientes de otros países?

–Sí. Es como si el boliviano se bancara todo. Hay una cierta idea de que se le puede hacer cualquier cosa y no pasa nada. Creo que también tiene que ver con la cultura juvenil de “lo que te cabe”. Muchas veces se escuchan esos argumentos entre los jóvenes. Dicen “si a él le cabe” o “si le cabió tal cosa”. Es como que vos aceptás determinadas condiciones. Si no decías nada, esto en términos de ellos, si no te parás de mano, si no te ponés a pelear, si no hacés frente, el otro puede avanzar lo que quiera. No hay un autolímite. El límite no se lo pone el precepto del castigo, o la cargada, o determinada agresión o violencia. Ellos pueden seguir avanzando, porque si el otro no dice nada, es porque se la aguanta. Creo que eso es producto de lo que traen de afuera. Aunque acá lo pueden trabajar y desarticular de cierto modo, después vuelven a encontrarse con eso afuera.

–¿Qué cosas dicen?

–Catalogan a los bolivianos de sucios, de serviles. No tengo recuerdo de que hayan manifestado que vienen a robar o sacar el lugar, el trabajo. Lo que apareció estos días en los medios no: eso lo dicen los adultos. Esta situación, que es estándar en la zona, a veces aparece por alguna pelea que alguno de los chicos tuvo afuera. Por ahí en el boliche, por ahí el fin de semana. Después el tema llega al barrio, a la escuela. Entonces te das cuenta: hay un caldo de cultivo. Hay un conflicto latente, donde cualquier cosita enciende la mecha. Esto que pasa en el barrio, creo, pasó así. El conflicto ya estaba. Hubo un fuego que logró prenderla.

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