EL PAíS
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Testimonios del horror
“La vida de los hombres depende de Dios y de tu colaboración”, le escuchó decir Luis Velazco a Von Wernich como respuesta a un detenido que rogaba no morir. Uno de los casos que involucra directamente al cura es el de siete detenidos a quienes Camps había ofrecido salir del país. Las familias habían aportado dinero para pagar los costos, que, al menos en un caso, se encargaba de recolectar el sacerdote. En 1984 el policía Julio Emmed declaró: “En la Brigada de Investigaciones de La Plata nos esperaba el padre Christian Von Wernich, quien había hablado y bendecido a los ex subversivos y les había hecho una despedida en la misma Brigada. Las familias les habían mandado flores (...) Salimos de la jefatura con tres vehículos. En el coche donde iba yo se encontraba el padre Christian Von Wernich. (...) Yo debía dar el golpe que adormecería a la persona. Pego el golpe cerca de la mandíbula pero no logro desvanecer al joven, Giménez saca la pistola reglamentaria. Cuando el NN ve el arma se precipita contra ella y se entabla una lucha, que me obliga a tomarlo del cuello y le descargo varios golpes en la cabeza con la culata de mi arma. Se producen varias heridas y sangra abundantemente, tanto que el cura, el chofer y los dos que íbamos al lado quedamos manchados. Los tres vehículos entran por una calle lateral de tierra hasta un paraje arbolado, allí estaba el oficial médico (Jorge) Bergés. (...) Se desciende a los tres cuerpos de los ex subversivos que en ese momento estaban vivos. Los tiran a los tres sobre el pasto, el médico les aplica dos inyecciones a cada uno, directamente en el corazón, con un líquido rojizo que era veneno. Dos mueren pero el médico da a los tres como muertos. Se los carga en una camioneta de la Brigada y se los lleva a Avellaneda. Fuimos a asearnos y cambiarnos de ropa porque estábamos manchados de sangre. (...) El padre Von Wernich me habla de una forma especial por la impresión que me había causado lo ocurrido. Me dice que lo que habíamos hecho era necesario, que era un acto patriótico y que Dios sabía que era para bien del país”.
Nota madre
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