Sáb 30.04.2011

EL PAíS • SUBNOTA  › OPINIóN

Los padres fundadores ya son tres

› Por Martín Granovsky

A las nueve de la mañana las primeras columnas ya estaban plantadas frente al palco. Juan Carlos Schmid, del secretariado de la CGT, supervisaba los últimos detalles y desde lo alto el locutor ayudaba a organizar la entrada. “Los jujeños, un poco más a la izquierda.” “Los compañeros de recolección ahí nomás, ahí nomás.” También hilvanaba las frases del día. Decía que todos estaban llegando para festejar el Día del Trabajo. Que era por el Día del Trabajador. Que era –textualmente– un acto “en recuerdo de los mártires de Chicago”.

La mezcla fue la primera novedad en medio del viento fresco de otoño. Las distintas formas de denominar el acto adelantado del 1º de Mayo combinaban la tradición no clasista del Día del Trabajo (la del Juan Perón de sus inicios) con la tradición surgida de la Internacional Socialista que rescata el sentido original de la fecha: la protesta en Chicago por la jornada de ocho horas que, por una inculpación fraguada contra sus dirigentes, terminó con cinco obreros en la horca.

La segunda novedad era el escenario, que a esa hora se veía despoblado. Mirando de sur a norte, de Constitución hacia el Obelisco, a un costado se veía la gigantesca foto de Perón. A otro costado, la de Eva Perón. Y al centro, en colores, una imagen de Néstor Kirchner con el brazo extendido saludando a una multitud.

“La Confederación General del Trabajo es compleja y la historia es rica”, explicó Schmid, de Dragado y Balizamiento, que los últimos días reivindicó al dirigente clasista Agustín Tosco, muerto en 1975 de cáncer mientras estaba en la clandestinidad por la persecución de la Triple A.

“Conviene prestar atención a algunas señales”, dijo Omar Plaini, de Canillitas. “La Juventud Sindical lee a Perón y también a Rodolfo Walsh y a John William Cooke”, informó. Agregó que la articulación gremial es más sólida desde la creación de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista, en septiembre de 2009. Sobre las imágenes de ayer, recordó un hecho anterior. “Cuando se murió Néstor, el 27 de octubre, Hugo Moyano nos reunió a todos en la CGT”, contó. “Debían ser las dos de la tarde. Me acuerdo de su frase: ‘Compañeros, hoy Kirchner entró en el corazón de los trabajadores y está junto a Perón y Evita’.”

Moyano pudo haber usado la liturgia sobre Kirchner como un modo de marcar diferencias con Cristina –después de todo, sólo estaba el ex presidente en la foto– y en cambio la utilizó en su discurso para señalar el acuerdo central. Fue cuando, al cerrar el acto, dijo que “estamos en el camino correcto” y que por eso pedía la reelección. “Usted, compañera Cristina, es la garantía para seguir recuperando la dignidad de los trabajadores. Tres personas inspiran esa lucha de años. Y estamos seguros de que si usted acepta, Perón, Eva y Néstor Kirchner van a descansar en paz, porque sabrán que su obra se continúa en la de Cristina Fernández de Kirchner.”

Ni esa nueva liturgia que terminó de cambiar la que imperaba en los años ’70 y ya languidecía, ni el pedido explícito de cargos en las listas, resultaron contradictorios con el resultado del acto. Por un lado, la CGT reforzó su condición de ser la fuerza más organizada con la que cuenta la conducción política del Gobierno al margen del propio Estado, nacional, provincial o municipal. Por otro lado, esa demostración de fuerza se realizó al interior y no por fuera del espacio kirchnerista. Héctor Recalde fue el único nombre propio en boca de Moyano además de Perón, Evita, Kirchner y Cristina. Y lo mencionó dos veces. Es verdad que en ambas Recalde apareció como legislador. Pero también es cierto que fue mencionado dentro de un discurso más conceptual que de barricada, parecido a una charla de formación sindical dedicada, esta vez, a cientos de miles y transmitida a otros muchos por televisión. O sea, con todo pensado. Ahora Cristina podrá no designar a Recalde como su candidato vice. O podrá nombrarlo. La CGT podrá sentir y demostrar que el Gobierno le debe una. O que, sabiendo que era una apuesta, debía arriesgar igual. Y, si Recalde resultara elegido, podrá compartir el logro de una conquista. Pero en cualquier caso el tironeo se daría dentro de un espacio común de doble legitimidad. Los trabajadores que ayer fueron a la 9 de Julio, y la mayoría de los trabajadores sindicalizados, se sienten representados por la CGT y a la vez votarán por Cristina el 23 de octubre, extendiendo su influencia sobre los no sindicalizados. Cristina pareció inscribirse en la misma lógica de alianzas y conveniencias mutuas en la que cada parte cumple con su rol cuando, en un texto leído, saludó a la CGT y lo hizo como “Presidenta de todos los argentinos”.

Poco antes de terminar su discurso, Moyano dijo que la oposición “se desmorona”. Dar la victoria como segura es una táctica electoral, porque agranda la ola y puede aumentar la actual tracción de Cristina en elecciones locales. Sin embargo, la expresión pública coincidió con la privada. Fue el mismo tono de los comentarios que intercambiaron ayer sindicalistas y funcionarios en el precalentamiento. Los dirigentes sindicales y los miembros del Gobierno que después compartirían el palco se juntaron antes para llegar juntos. Página/12 pudo saber que una de las coincidencias fue el asombro ante la fuerza con que fue presentada la noticia de que Ricardo Alfonsín quedó como el único candidato radical mientras duda Mauricio Macri y Eduardo Duhalde debe soportar una baja intención de voto. “Si algunos grandes medios quieren cooptar a Alfonsín es porque los sectores de mayor poder de la Argentina están desesperados”, resumió un funcionario que pidió reserva de su nombre. “De toda la oposición, Alfonsín es el único que no hace el juego de decir lo que se supone que les gustaría escuchar a los grandes medios. Coincidirá o no con ellos, pero es lo que él piensa, no hace demagogia. Si así y todo ahora apuestan por él es que se les cayó todo.”

Un miembro del Consejo Directivo de la CGT contó que el clima del encuentro previo fue distendido, con chistes sobre la boda real inglesa que aun después de las 12 repetía la tele como toda la tele del mundo. Según los relatos, la alegría por las columnas suculentas fue compartida por el Gobierno y la CGT. De acuerdo con esos mismos relatos, ni el control de la administración de las obras sociales ni las causas contra gremialistas formaron parte de un menú que incluía sandwichitos y bebidas sin alcohol y, en su mayoría, sin azúcar. Al margen de cálculos internos, la demostración de fuerza que estaba por comenzar en el palco sería vista como un producto de los dos. Entonces, mejor que saliera bien.

Cuando Moyano encabezó la caminata hasta el palco ya tenía los datos sobre cantidad de gente, organización y tranquilidad. A la una y cuarto llegó con paso apurado y sonrisa ancha. A las dos bajó eufórico. Y también parecían lucir igual Carlos Zannini, Julio De Vido, Héctor Icazuriaga, Juan Manuel Abal Medina, Aníbal Fernández, Carlos Tomada, Amado Boudou y el resto del Gobierno, lo mismo que Daniel Scioli.

No hubo sol, pero fue un día peronista. El primer día peronista de los sindicatos con Kirchner compartiendo el palco entre los padres fundadores.

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