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El conflicto sindical dentro de Aerolíneas Argentinas provocó la cancelación de más 80 vuelos, con 4 mil personas afectadas. El problema de fondo, según el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, pasa porque dos gremios –el de los técnicos y el de los pilotos– quieren modificar la dirección que ha tomado la compañía. En un reportaje con Página/12, el funcionario analiza la situación político-gremial desde la óptica del Gobierno.

–¿Cuáles son las razones del conflicto que derivó en la cancelación de vuelos internacionales?

–El conflicto es bastante claro. Existe un sindicato (APTA) del personal técnico, conducido por (Ricardo) Cirielli, que quiere redoblar la apuesta en su intento de complicar el funcionamiento de la compañía. Este gremio realizó un conjunto de medidas entre el jueves y el viernes de la semana pasada que dejaron varados 60 vuelos, y el sábado fueron otros 21. El Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria y ellos no la acataron. El planteo no es menor. La figura de la conciliación tiene más de 50 años de vigencia y es de cumplimiento obligatorio, como dice su título. El propio ministerio realizó inspecciones y vio que los trabajadores de ese sindicato no estaban prestando funciones. Las medidas que están tomando los técnicos son ilegales y extorsivas, y atentan contra Aerolíneas. Ante esta postura, y en resguardo de los pasajeros, es que se decidió suspender los vuelos.

–¿Cómo se reprogramarán esos viajes?

–En principio, la reprogramación arranca hoy a las 10 de la mañana, pero todavía no tenemos un horizonte de cómo lo resolveremos (ver página 3).

–¿Cuál es la motivación de Cirielli en todo este conflicto?

–La verdad es que no tenemos un planteo que nos dé indicios sobre la motivación de este dirigente. Todos los gremios que forman parte de Aerolíneas firmaron sus acuerdos paritarios. El único que no lo hizo fue APTA. A nosotros nos dicen que existe un intento de ir por encima de los acuerdos de otros gremios, pero realmente no hay una propuesta formal. Se dice que es una cuestión salarial y también que la compañía no realiza inversiones. Ahí fundan su malestar.

–¿Y cuál es la respuesta de la Secretaría de Transporte sobre la falta de inversión?

–Es una locura que digan que no se hicieron inversiones. Hace dos años y medio fuimos al Congreso, donde mostramos que la empresa tenía el parque de aviones más viejo de América latina, pero ahora pasamos a tener una flota que posee en promedio 9 años de antigüedad. Es raro que digan que no invertimos, y también resulta sospechoso la virulencia de su discurso, incluso más fuerte que durante la época del Grupo Marsans.

–La semana pasada, el titular del gremio de los pilotos, Jorge Pérez Tamayo, le envió una carta a Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas, criticando la gestión de la compañía. Ahora se suma el conflicto del gremio de Cirielli, históricamente enfrentado con Pérez Tamayo. ¿Por qué cree que confluyeron en sus reclamos?

–El objetivo común parece complicar a la empresa. Para este Gobierno, Aerolíneas Argentinas representa una política de Estado, invertimos muchos recursos y trabajo, por eso no lo vamos a tolerar. No hay otra especulación. Hemos tenido record de paros y medidas encubiertas, record de vuelos cancelados. Eso viene de algún lado, no es casual, aunque consideramos que es una idea mezquina y chiquita, que les hace mucho daño a los pasajeros.

–La presidenta Cristina Fernández viene insistiendo con que los distintos reclamos sindicales deben ser más moderados, a modo de intento discursivo, para ordenar la puja de poder con la CGT. ¿Cree que ese mensaje no llegó a Aerolíneas?

–La verdad, no sé si el mensaje llegó o no. Creo que no se termina de entender que la conducción de Aerolíneas forma parte del Gobierno. Es parte de la estructura del Estado, donde hay un equipo conducido por la Presidenta. También aparece la demonización de la juventud. Me parece que el discurso que centra sus críticas en los jóvenes tiene que ver con otra época. Lamentablemente, las acciones de los gremios están dirigidas a torcerle el brazo a la compañía.

–Usted habló de las críticas hacia la juventud. Puntualmente, la Juventud Sindical, liderada por Facundo Moyano, aparece enfrentada con La Cámpora. ¿Cree que este escenario se trasladó a Aerolíneas?

–En la empresa hay una estructura con dirigentes que hacen lo que quieren y que nunca pelearon contra el vaciamiento del Grupo Marsans. El conflicto pasa por entender que cuando una empresa forma parte de un ente del Estado, adopta cierto rumbo relacionado con las políticas de ese Estado. Acá existe una disociación de algunos dirigentes con los verdaderos intereses de los trabajadores. Aerolíneas no debe ser manejada por los sindicatos.

–Frente a este contexto, ¿el Gobierno piensa reclamar la suspensión de la personería jurídica del gremio de Cirielli?

–Sí, esto lo planteó el ministro de Trabajo, (Carlos) Tomada. La idea es ir a la Justicia para que les cancelen la personería por considerar ilegales sus medidas de fuerza. Y por otro lado, también se promocionarán algunas acciones penales por los daños causados.

–¿Y cuál sería la posible solución para este conflicto?

–Vamos a plantear las distintas alternativas para contar con una gestión más coherente. Desde la conducción de la empresa se abrió la puerta para que los funcionarios pudieran adaptarse al sistema de trabajo que se estaba planteando desde el Gobierno. La idea es que todos trabajemos por una Aerolíneas más competitiva y productiva. Bajo este esquema, siempre hay quienes pueden sumarse y quienes no.

–¿Pero están pensando en medidas concretas para disciplinar a los gremios?

–El sector seguramente requerirá algún tipo de medidas correctivas.

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