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La inundación en un duplex
De las tres mujeres, María del Rosario, una estudiante de enfermería de 22 años, es la única que volvió a su casa del barrio Roma, en la capital santafesina, y vio los restos que dejó la inundación. Su madre decidió que no regresaría más y está en busca de una vivienda para alquilar. Su hermana, de 25 años, fue a visitar a un amigo jesuita en Buenos Aires: había sufrido un ataque de nervios cuando se enteró de que su habitación (la única que estaba en la planta baja del duplex que la familia Pouna estrenó hace ocho años) quedó bajo el agua.
“Mi mamá todavía está pagando el préstamo que había pedido para redecorar la casa; no quiero que vuelva, es cardíaca. Mi hermana había comprado hace dos semanas un juego de dormitorio de 2 mil pesos y perdió todo lo que tenía en la habitación. Se fue con un shock nervioso”, contó María del Rosario a Página/12, desde la casa de su hermana mayor en la que vive desde el martes cuando, por la inundación, abandonó en canoa su duplex. “Subimos lo que pudimos, pero nunca nos imaginamos que iba a entrar tanta agua: el lavarropas, el televisor y los muebles quedaron flotando.” El jueves María del Rosario regresó en lancha: “Había un olor nauseabundo, yo mido 1,75 y si me bajaba del bote el agua me llegaba hasta el cuello; Vi todo tipo de bichos: alacranes, hormigas y hasta una víbora”.
Con la inundación emergió un nuevo mercado: “Algunos cobran 10 pesos para llevar a la gente en lancha”. “Los vecinos se organizaron en patrullas nocturnas para impedir los robos. Además, se ven al Ejército, a la Prefectura y a los helicópteros que vuelan con reflectores para impedir los robos”, describió y agregó: “Algunos evacuados salen a robar, levantan los techos de las casas y sacan lo que ven flotando. Esto no lo ves ni en la peor película de ciencia ficción”.
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