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Ocho de cada diez personas creen que los indultos fueron injustos, inoportunos e innecesarios. Según Enrique Zuleta, “tanto a Enrique Gorriarán Merlo como a Mohamed Alí Seineldín, se los ve como responsables de crímenes, antidemocráticos e irracionales. No son personas a las que se considere jóvenes idealistas que despiertan simpatías ni dos personas que salieron de la cárcel en sendas ambulancias con graves problemas de salud”.
Por supuesto que también está el ingrediente de que no se cumplen las normas ni las leyes y que los gobernantes tienen súper-poderes que losubican por encima de todos, casi como si fueran reyes que le perdonan la vida a otros. “El ciudadano común sacó la conclusión que los indultos están fuera de lugar, son artificiales, poco oportunos e injustos -explica Zuleta-. Además, no se creen el argumento de que sirven para pacificar el país. Entonces, si no tienen explicación ni sirven para nada, son percibidos como una especie de maniobra y abuso del poder. Si la gente confiara en Seineldín o Gorriarán, si le reconocieran valor a sus ideas, tal vez, tal vez, la postura sería otra. Pero en este caso se percibe como un gesto de arrogancia y suficiencia del poder, que pasa por encima de los fallos de jueces o las penas que debe cumplir cualquier vecino”.