Jue 01.11.2012

EL PAíS • SUBNOTA  › UN ANTECEDENTE INTERNACIONAL PARA LA AMIA

Cuando Mandela negoció con Libia

› Por Raúl Kollmann

El 29 de octubre de 1997, el presidente sudafricano y prócer mundial Nelson Mandela llegó a Trípoli, Libia, y ante el asombro de Estados Unidos y el Reino Unido condecoró al presidente libio Muammar Khadafi con la Orden de la Buena Esperanza. Nadie lo sabía por entonces, pero fue el paso adelante decisivo en la negociación secreta para que el gobierno de Khadafi aceptara que dos funcionarios de Inteligencia libios, Abdel Al Megrahi y Al Amin Fhimah, fueran juzgados en Holanda por el atentado contra un avión de Pan Am que cayó en tierras escocesas el 21 de diciembre de 1988. Por entonces, Estados Unidos y el Reino Unido mantenían una consigna parecida a la que se utiliza en el caso AMIA: no negociar con terroristas, no confiar en Khadafi. Mandela fue el eje de esa negociación que terminó en mayo de 2000, doce años después del atentado, cuando los dos libios se presentaron ante jueces escoceses en la base de Camp Zeist en Holanda.

La condecoración de Mandela a Khadafi tuvo un primer objetivo: aparecer como distinto a Estados Unidos y el Reino Unido, con independencia de criterio. Y no se le otorgó la medalla por su gestión de gobierno, sino por haber apoyado la lucha contra el aphartheid racista sudafricano. Miles de refugiados del Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela, habían conseguido respaldo libio durante los 27 años que el líder estuvo preso en la isla de Robben Island.

La iniciativa de pedirle a Mandela que sea el mediador partió de Arabia Saudita y terminó siendo aceptada por Bill Clinton en una reunión personal con Mandela. Por entonces, Estados Unidos presionaba a las Naciones Unidas para que declararan a Libia Estado terrorista y Libia sostenía que Estados Unidos era un Estado terrorista por haber bombardeado su territorio.

Las negociaciones fueron muy difíciles, secretas y tardaron tres años. Los protagonistas fueron el jefe de Gabinete de Mandela y el embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos. Todo estuvo a punto de frustrarse varias veces. Por ejemplo, Khadafi rompió el diálogo cuando se habló de que los dos libios debían estar presos durante el juicio en una cárcel escocesa. Luego se arregló que la prisión sería en un lugar de la base de Camp Zeist, pero que los carceleros serían de las Naciones Unidas. Hubo momentos en que Estados Unidos y el Reino Unido calificaron públicamente la actitud de Libia en las negociaciones como un bluff, una estafa. Y hubo mucha dureza de Libia en la negociación sobre lo que llamaban “las condiciones de un juicio justo”.

El 3 de mayo de 2000 empezó finalmente el juicio, que duró 36 semanas. Al Megrahi fue condenado a cadena perpetua y Fhimah, absuelto. Mandela sostuvo que “la negociación pudo haber fracasado, pero la verdad es que no había nada que perder”.

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