El proyecto de intervención del PAMI camina sobre ruedas en el Congreso. Ayer, por caso, ingresó al Senado y su incorporación no pasó inadvertida. La decisión de convertir a la Cámara alta en la iniciadora de su tratamiento tiene un alto significado político. Sucede que si bien la intención del oficialismo es debatir el proyecto sobre tablas, es decir durante la sesión, cumplirán con el requisito de contar con un despacho de comisión. Para lograr este objetivo, evitarán que la comisión de cabecera sea Trabajo y Previsión Social, que conduce nada más y nada menos que Luis Barrionuevo, para lo cual llevarán el proyecto a la Comisión de Salud. Así las cosas, si el miércoles se aprueba la intervención el senador sufrirá una dura y difícil derrota política.
La presentación del proyecto es una movida política para conseguir que los directores que responden a Barrionuevo resignen su resistencia a la nueva conducción. De hecho, el diputado José María Díaz Bancalari –uno de los encargados de llevar adelante las negociaciones en la Cámara baja– reconoció a este diario que “el objetivo de fondo no es intervenir sino más bien colaborar y transparentar la obra social más importante del país” y agregó que “la voluntad del Congreso seguramente coincidirá en otorgarle al Poder Ejecutivo las herramientas que necesita para normalizarlo definitivamente”.
De todas formas, al oficialismo no le disgusta la idea de ver a Barrionuevo hociquear y por ello decidieron que una forma de concretar este objetivo era debatir primero el proyecto en el Senado. “Pero esto no significa que estemos sobreactuando y mucho menos nos arriesgaremos a convertirlo en un mártir”, reconoció el kirchnerismo de la Cámara alta que no olvida el fallido intento de expulsar al catamarqueño del cuerpo luego de que protagonizara los violentos sucesos que derivaron en la suspensión de los comicios de esa provincia el pasado 2 de marzo.
Más allá de los argumentos esgrimidos en el Senado, a nadie escapa que la figura de Barrionuevo es lo suficientemente urticante como para que varios senadores, más allá del bloque al que pertenezcan, se entusiasmen con la posibilidad de desmantelar la red que el catamarqueño –entre otros– tejió en el PAMI. Así las cosas, el justicialismo se anima a afirmar que contará con el voto de los radicales y de los representantes de los partidos provinciales, a pesar de que estos bloques le anunciaran ayer al jefe de la bancada justicialista, Miguel Pichetto, que recién le darán una respuesta el próximo martes.
Una situación similar se presenta en Diputados, donde el responsable de llevar adelante la negociación con los otros bloques es Díaz Bancalari. El bonaerense mantuvo contactos informales con el radicalismo y el Interbloque Federal que conduce el demócrata Alberto Natale. El rosarino le pidió tiempo hasta el martes para emitir opinión. Pero ello no evitó que Bancalari ya considere a los provinciales como uno de los bloques que levantará la mano por la intervención.
El radicalismo, conducido por Horacio Pernasetti –catamarqueño como Barrionuevo– también responderá la semana próxima. Como sus colegas del Senado, entre los diputados de la UCR también hay predisposición por apoyar el proyecto del Ejecutivo. Pero en el caso de Pernasetti la posibilidad de golpear al senador tiene un condimento mayor. El diputado fue uno de los responsables de la campaña proselitista de la UCR de Catamarca y sufrió en carne propia la frustración de los comicios. Y si bien su jefe político provincial, el actual gobernador Oscar Castillo, tiene como amigo en común con Barrionuevo al polémico Enrique “Coti” Nosiglia, en este caso los negocios o las amistades pesan menos que las conveniencias políticas.
La actitud del menemismo debería contarse como una duda en la estrategia del oficialismo. Sin embargo, uno de los conductores de la bancada del PJse arriesgó a afirmar que no será un problema: “Ellos saben que su regreso implica acatar la decisión de la mayoría que hoy es votar por el proyecto del Ejecutivo”.