EL PAíS
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Asunceñas
- Martes a la noche. La larga jornada lo había agotado pero de repente sonó el teléfono. Era el secretario privado del Presidente, Daniel Muñoz, y le pedía que se presentara urgente para una reunión con Hugo Chávez. “Pero ya estoy en la cama”, alcanzó a decir el canciller Rafael Bielsa. Unos minutos después estaba ante el venezolano y el presidente Néstor Kirchner.
- La suite que le reservaron no le gustó demasiado. Luces dicroicas, mobiliario de color rojo y pisos negros. El colmo fue cuando descubrió que el colchón de la cama era de agua. Entonces Kirchner pidió que le cambiaran la habitación. Su pedido fue rápidamente evacuado.
- “Es, por lejos, el más interesante de todos”, repetía el miércoles a la mañana a los allegados que habían viajado con él. El Presidente se refería a su colega Ricardo Lagos, con quien había conversado en la cena del martes. Lo escuchó un hombre de las provincias que había viajado a Paraguay a último momento, por sugerencia del propio Kirchner. “Lagos es un cuadro político”, repetía luego ante Página/12 el hombre del interior que aprovechó para diferenciar a Kirchner del venezolano Chávez y acercarlo al perfil del socialista trasandino.
- Entre tanta prolijidad y elegancia, llamaban la atención varios asistentes que se paseaban por el hotel Yacht y Golf club vestidos con guardapolvos blancos. Eran médicos invitados por las distintas delegaciones, que participaron de una reunión de ministros de Salud y especialistas del área, donde por iniciativa de la Argentina se propuso generalizar la política de genéricos, que Brasil también practica. Entre ellos se paseaba, eufórico, Ginés González García.
Nota madre
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