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Menéndez amenazó con una sevillana a los jóvenes que lo escracharon
Como en 1984, cuando amenazó a los manifestantes con una cuchilla, el represor de la dictadura se limitó esta vez a intimidar con una sevillana al grupo de jóvenes que lo sorprendió ayer en el centro de Córdoba.
› Por Mónica Gutiérrez
Luciano Benjamín Menéndez, el oscuro comandante de la represión en el Tercer Cuerpo de Ejército durante la dictadura, reapareció en escena ayer en el centro de la ciudad de Córdoba y fue escrachado por un grupo de jóvenes que lo reconocieron. Recibió insultos y huevazos ante la mirada sorprendida de algunos desprevenidos y desempolvó su vieja maña: la de amenazar –sevillana en mano– sin pronunciar una sola palabra. El genocida camina libre por las calles desde que fue beneficiado con el indulto presidencial, en 1989, cuando estaba a punto de ser enjuiciado por desapariciones, torturas, asesinatos y apropiaciones de niños durante la dictadura.
“Accidentalmente, hoy (por ayer) a la mañana, un compañero nuestro se lo cruza en una playa de estacionamiento”, relató Marcos Solsona, de la Agrupación Venceremos, a Página/12. Lo siguió, para estar seguro de que se trataba de Menéndez, hasta la Clínica Chutro, en la esquina de Colón y Urquiza, en pleno centro cordobés, y lo esperó. Luego el ex militar se dirigió a un instituto de diagnóstico por imágenes, en la misma cuadra, y cuando volvió a la calle, antes del mediodía, habían llegado al lugar varios jóvenes que lo sorprendieron con huevazos e insultos. Menéndez, acompañado de una mujer de su edad, escuchó los gritos de “asesino” y “genocida”, sin inmutarse. Solsona contó que “cuando fue al estacionamiento a buscar su auto”, mientras era seguido por los manifestantes, “sacó de abajo del sobretodo una especie de cuchillo, era una sevillana grande, y lo encaró a Daniel, el compañero que primero lo había reconocido. Ahí nomás frenó, se dio vuelta y fue hacia el auto, sin decir una palabra”.
En el escrache le recordaron, una vez más, su responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos en Córdoba y el resto de las provincias que tuvo a su cargo como comandante del Tercer Cuerpo, entre 1975 y 1979. Días antes del juicio, el indulto decretado por Carlos Menem en 1989 permitió su sobreseimiento. Iba a ser juzgado en más de 700 causas en las que se lo acusaba de homicidios calificados, tormentos seguidos de muerte, torturas, privaciones ilegales de la libertad y robo de menores. En el pedido de nulidad del indulto (que aún está a consideración de la Cámara Federal de Córdoba), los organismos de Derechos Humanos y la propia fiscalía federal incluyeron 412 nuevos hechos que no estaban en la elevación a juicio y por lo tanto no forman parte del decreto que lo benefició.
Menéndez volvió a ser noticia en abril de 2000, cuando quedó preso por negarse a declarar ante la jueza Cristina Garzón de Lascano. Fue en la causa en la que se intentaba conocer cómo y quiénes asesinaron a 30 presos políticos en la Penitenciaria de San Martín, que ofició de centro clandestino de detención en la dictadura. Estuvo tres días detenido y al poco tiempo reapareció en público, en el acto del 190º aniversario de creación del Ejército. Menéndez nunca se privó de desafiar desde el palco de honor en los actos militares, en fechas clave, durante todos los gobiernos democráticos: lo hizo en tiempos de Eduardo Angeloz, de Ramón Mestre y también de José Manuel de la Sota.
En Córdoba, los vecinos del barrio Cerro de las Rosas todavía tienen que topárselo, cada tanto, como cuando va mensualmente al banco a cobrar su jubilación de general retirado.
El suceso de ayer trajo a la memoria el episodio que Menéndez protagonizó el 21 de agosto de 1984, en Buenos Aires, a la salida del Canal 13 tras participar del programa “Tiempo Nuevo”. Allí el genocida se enfrentó a un grupo de manifestantes que lo repudiaba y empuñó un facón militar con gesto amenazante. La foto dio vueltas por el mundo. Ayer notenía a mano su viejo facón, pero su gesto reveló que va por la vida –por así decirlo– tristemente prevenido debajo de su sobretodo gris.
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