Sáb 21.06.2003

EL PAíS • SUBNOTA

El temor a la impunidad

Por R. K.

El juicio de la gente sobre el caso Santiago del Estero es lapidario: nueve de cada diez personas creen que en el doble asesinato participó gente cercana al poder y siete de cada diez sugieren que la Justicia santiagueña investigará mal el caso. Es más, una amplia mayoría piensa que los dos asesinatos no se van a esclarecer y que todo es idéntico al crimen de María Soledad Morales en Catamarca. Puestos a especular sobre las razones que están detrás de los asesinatos, los ciudadanos incluso respaldan hipótesis que, en verdad, se contradicen: la gran mayoría cree que Leyla murió por sobredosis, pero que también fue víctima de un ajuste de cuentas entre narcos y además era una testigo molesta para esos traficantes.
Las conclusiones surgen de una amplia encuesta, realizada en todo el país, por la consultora Opinión Pública, Servicios y Marketing (OPSM), que lidera Enrique Zuleta Puceiro. En total se entrevistaron 1100 personas, respetándose las proporciones por edad, sexo, nivel económico-social y distribución regional en toda la Argentina. El trabajo fue coordinado por Isidro Adúriz y Julián Lisa.
El caso Santiago ya está instalado como un tema nacional, por cuanto un 60 por ciento de las personas consultadas dicen que lo están siguiendo. Por supuesto, ya se percibe como un crimen del poder, que se está tapando y que va camino a la impunidad. Esa es la visión generalizada de los encuestados.
La gente no cree, por ejemplo, que Leyla sufriera un accidente en el marco de su trabajo como prostituta y que ahora el caso se esté usando políticamente. Esta evaluación es correcta, ya que aunque no está clara la forma en que murió la chica, sí está probado que la otra víctima, Patricia, fue asesinada de la forma más sórdida: la ahorcaron después de torturarla. De manera que, con acierto, la mayoría descarta la hipótesis de una especie de accidente.
De ahí en adelante, los encuestados esbozan un análisis que combina alternativas que, en verdad, no son combinables. El 69,5 por ciento cree que Leyla murió de sobredosis, pero el 53 por ciento sostiene que fue víctima de un ajuste de cuentas entre narcos. Los criminalistas que trabajan el caso coinciden en que sólo una de las dos alternativas puede ser cierta: o la llevaron a una fiesta por su propia voluntad, pagándole, y allí se descontroló, y murió por sobredosis, o como en el caso de Patricia la terminaron estrangulando. De cualquier modo, lo que queda claro del trabajo de Zuleta Puceiro es que una amplia mayoría ve en el doble crimen una mezcla de poder, sexo y, sobre todo, drogas.
En general, la gente suele tener una muy mala imagen de la policía y la Justicia en todo el país, por lo cual indefectiblemente cuando se pregunta si tal caso se va a resolver, la inmensa mayoría dice siempre que no, que no se va a esclarecer. El doble crimen de Santiago no es la excepción. Si a esto se agrega que se piensa en Santiago como un feudo controlado por el poder de los Juárez, muy mal vistos en el resto del país, los ingredientes están completos: la gente cree que esto no se va a resolver, que los Juárez quedarán afectados y todo será una conmoción al estilo de la catamarqueña en el caso María Soledad.

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