EL PAíS • SUBNOTA › KICILLOF EXPLICó POR QUé SE DESCARTA UNA DEPRECIACIóN DEL PESO
El viceministro de Economía trazó un recorrido de las devaluaciones en el país, desde la del ’55 hasta la de 2002, pasando por Frondizi, Lanusse, el Rodrigazo, las de la última dictadura y la de 1989. También marcó diferencias con la situación actual.
El secretario de Política Económica, Axel Kicillof, realizó un recorrido histórico por las distintas experiencias devaluatorias en el país y los efectos negativos que trajeron para los sectores populares. Fue durante la defensa del proyecto de ley de blanqueo de ahorros en dólares que hizo el equipo económico en el Senado. Kicillof reafirmó que el Gobierno no va a devaluar. Advirtió también que las condiciones que motivaron aquellas violentas medidas no se replican ahora. Si bien los indicadores macroeconómicos siguen siendo buenos, el control sobre las importaciones y el blanqueo plantean para algunos economistas indicios de vulnerabilidad. El funcionario también recordó las dificultades de los socios comerciales del país, que impactan en la economía nacional.
“Conviene remontarse un poco a la historia para entender de dónde viene este proceso de la bimonetización de la economía argentina, que consiste en esta tendencia de la gente a preferir el dólar al peso, a guardar sus ahorros en dólares en lugar de la moneda nacional”, comenzó Kicillof.
El funcionario distinguió tres etapas en la historia de la “bimonetización”. La primera va desde el golpe de Estado que derrocó a Perón, en 1955, hasta el golpe de 1976. Es la etapa de industrialización, o los conocidos ciclos de “arranque y pare”. “Están la devaluación del ’55, del ’80 por ciento, la del ’58 con Frondizi, de 347 por ciento; la del Plan Pinedo del ’62, del 29 por ciento, de Lanusse en el ’71, y el Rodrigazo, en 1975, del 719 por ciento. Fueron megadevaluaciones que ocurrieron durante la etapa de la industrialización, cuando la economía crecía fuertemente y necesitaba acrecentar sus importaciones, lo que producía un ahorcamiento de la balanza comercial”, explicó.
“Después hubo otra etapa que fue la desindustrialización, que se inició en el ’76. Ahí también ocurrieron periódicamente devaluaciones. La de la salida de la tablita de Martínez de Hoz, del 226 por ciento; la hiperinflación del ’89, del 2038 por ciento, y por último, la de Duhalde, de 214 por ciento. En esta época el problema era financiero, faltaban dólares para pagar los servicios de deuda”, continuó el funcionario.
Kicillof señaló que “esas devaluaciones significaron una gigantesca pérdida de valor de la moneda doméstica y una consecuente transferencia brutal de ingresos. Cada vez que se aplicó una devaluación, se desencadenó un proceso inflacionario, por el efecto directo sobre las mercancías importadas y también sobre los bienes que el país exporta, en general alimentos. Esto impactó en el salario real y en la participación de los asalariados en el ingreso. Aumentaron el desempleo y la pobreza. Que no les mientan a los argentinos, por supuesto que hay sectores que ganan, que se enriquecen por una devaluación, pero el pueblo se empobrece”, agregó.
La historia de devaluaciones generó en muchos argentinos la tendencia a refugiarse en el dólar esperando algunos de estos acontecimientos. Por eso la tenencia de dólares en billete per cápita en la Argentina es de las más grandes del mundo fuera de Estados Unidos, de 40 mil millones. Se estima que en el exterior hay entre 120 mil y 160 mil millones.
Para diferenciar la situación actual de las dos etapas anteriores, Kicillof aseguró que “los dólares del comercio están entrando a la Argentina y además hemos hecho uno de los procesos de desendeudamiento más importantes, por lo que hoy el peso de los pagos de los vencimientos de la deuda sobre el producto son los más bajos de la serie histórica. Hoy tenemos una situación holgada en términos de disponibilidad de divisas”. Agregó que “nuestra economía ha sufrido ataques especulativos, todos asociados a hechos políticos, a campañas que empujan a la gente a comprar dólares diciéndole que va a haber una enorme devaluación”.
También el viceministro recordó cuál es el contexto internacional. “Hay economistas que se animan a decir que la economía argentina tiene problemas en un mundo perfecto. Y esto no es así. La trayectoria de todos nuestros principales socios comerciales, de Brasil, China, la Unión Europea y Estados Unidos, muestra una de-saceleración muy fuerte y a veces una recesión”, puntualizó.
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