EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
En un libro recién publicado (Cachorro, vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez, del periodista cordobés Camilo Ratti), Videla dice que no hacía falta tomar el poder para llevar a cabo el plan represivo aprobado en 1975 por el presidente justicialista Italo Argentino Luder, quien firmó varios decretos que constituyeron “una licencia para matar”. Ratti lo entrevistó en diciembre de 2006 y noviembre de 2007, mientras cumplía arresto domiciliario en su departamento porteño. En la primera semana de octubre de 1975, Luder invitó a los comandantes de las Fuerzas Armadas a una reunión de gabinete. Videla propuso allí cuatro cursos posibles de acción. Cada uno incluía mayor libertad de acción que el anterior para las Fuerzas Armadas y menor control constitucional. El cuarto consistía en el despliegue de las Fuerzas Armadas en todo el país y junto con “este desparramo, actuar a la búsqueda del enemigo y eliminarlo según decía el decreto. Verdad, aniquilarlo”. Mientras habla, “Videla me mira fijo y mueve sus flacas y huesudas manos hacia abajo y hacia los costados, simulando un hormigueo”, escribe Ratti. El ministro de Justicia, levantó la mano como para hacer una observación y Luder dijo:
–No, esto no se discute, curso de acción número cuatro.
“Ahí empieza lo que ya en Tucumán en pequeña escala se venía haciendo con los decretos de Isabel, ahora lo mismo en escala generalizada. Es decir que si había errores, horrores, excesos en pequeña escala, ahora pasaban a ser en escala total. Pero nadie podía llamarse a engaño de que ¡uy! pasaban estas cosas. Ya en Tucumán estas cosas en chico pasaban. Después en la República pasaron. Y estas cosas pasaron desde el día siguiente del decreto. El índice mayor de desapariciones de personas ocurrió el último mes del año ’75 y el primer mes del año ’76, antes del golpe. Producto de los decretos de Luder, exactamente. Por eso yo digo: no hacía falta tomar el poder para combatir a la subversión, eso es otra cosa. El 24 de marzo es la crisis política, el vacío de poder, la anarquía. Nos hacemos cargo nosotros y listo. Tomar el poder no fue una necesidad nuestra en la guerra. Se podía hacer las dos cosas, una con prescindencia de la otra”, agregó Videla, en una explícita confirmación del retrato que Walsh escribiría en su Carta Abierta: “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
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