Mar 05.08.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › DOS DETENIDOS POR LOS FUSILAMIENTOS EN PALOMITAS

Un prófugo en otra de las masacres

Uno de los tres militares involucrados en la masacre de Palomitas, en Salta, continúa con paradero desconocido. El capitán Hugo Espeche, responsable de la patota de uniformados que el 6 de julio del ‘76 retiró del Penal de Villa Las Rosas a once de los doce presos políticos luego fusilados en el camino a Tucumán, aún no fue encontrado por la Justicia y se sospecha que habría abandonado el país. El teniente coronel Miguel Gentil, ex jefe de la policía provincial al momento de los hechos, estaría detenido en Campo de Mayo. El tercero de los acusados, el coronel Carlos Mulhall, jefe de la guarnición militar, continúa internado en el Hospital Militar, donde es asistido por la oportuna descomposición que sufrió cuando fue apresado en su casa de Olivos.
A pesar de tratarse de delitos de lesa humanidad y de que dada la gravedad del caso la misma Cámara Federal ordenó la detención de los imputados, el juzgado salteño todavía no implementó el mecanismo necesario para interrogarlos. Curiosamente y en riguroso off the record, en el juzgado afirman que el traslado no se concretó porque la defensa de Mulhall estaría por presentar un recurso extraordinario. La detención de Espeche fue reclamada por Pablo Outes, hijo de uno de los detenidos políticos asesinados. Junto con ella, Outes también había solicitado el apresamiento del titular de la Cámara Federal salteña, Ricardo Lona, quien en 1976 se desempeñaba como juez federal. Sobre este punto, a diferencia del caso de Espeche, el magistrado a cargo del expediente no tomó ninguna definición.
Lona conservó su cargo de juez durante la dictadura militar y continuó en su puesto con la apertura democrática. Incluso en el ‘93 obtuvo el acuerdo del Senado para ser promovido a camarista. Su buena estrella puede dejar de brillar a partir de hoy cuando deba declarar como acusado frente al Consejo de la Magistratura, donde está siendo investigado por su responsabilidad en los fusilamientos, por la designación irregular como albacea en una millonaria sucesión y por una cuestionada entrega de un bebé a una pareja francesa.
En el año 2001, Espeche había concurrido a Salta a declarar en los Juicios por la Verdad. Sobre su participación en la masacre siempre sostuvo que se había limitado a entregar a los detenidos a una comisión militar en el paraje El Portezuelo a la entrada de la capital salteña. Desde hace años reside en Comodoro Rivadavia donde regentea una agencia de seguridad. De estrechos vínculos con el obispo local, Pedro Rondino, Espeche abandonó la ciudad antes de que se conociera el fallo del tribunal salteño que ordenó su captura. En su empresa sostienen que se dirigió a Buenos Aires. Sin embargo, hay fuertes indicios de que habría abandonado el país. El comando militar de la IX Brigada tampoco pudo acercar ningún dato.

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