Sobre llovido mojado. Por lo menos así aparece el futuro para Eduardo Moliné O’Connor. En el mismo momento que el Senado desestimaba la mayoría de los planteos de su defensa, la diputada Nilda Garré presentaba un nuevo proyecto parlamentario en el que solicitó acusar al magistrado por mal desempeño. El cargo se basa en el intento del magistrado de persuadir a sus pares para que emitan un pronunciamiento “declarando inconstitucional la potestad del Senado de suspender preventivamente a los jueces de la Corte Suprema durante la tramitación del juicio político”. La diputada porteña no dudo en sostener que el cortesano “se exhibió descarnadamente ante la sociedad no tanto como un magistrado respetable sino como un mezquino funcionario preocupado por retener su cargo apelando a la solidaridad corporativa de sus colegas”.
En sus fundamentos, Garré reparó en distintos artículos periodísticos publicados el 24 de setiembre pasado en los que se describen los pormenores de la reunión de acuerdos del más alto tribunal de justicia. Así fue que citó textualmente a la periodista de este diario, Irina Hauser, cuando señaló: “Los supremos enmudecieron después de escuchar al amigo de Julio Nazareno, quien coronó su exposición recordándoles que quienes hayan firmado junto con él los fallos que lo llevaron al banquillo, tarde o temprano, serán igualmente cuestionados”.